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Opinión

En la primavera la temperatura es cálida, la vegetación florece y la luz del sol es intensa. Es una estación llena de vida, color y luz. Es la estación donde muchas especies se reproducen, y las mariposas extienden sus alas. Todos celebran la primavera... y siempre podemos volver a ella.

He visto el portafolio de la artista dominicana Lidia León Cabral (Santo Domingo, 1962), y no niego que tiene dos elementos de elocuencia: inocencia y silencio.

El turismo es un parámetro importantísimo del desarrollo económico y puede convertirse en una palanca esencial de superación de la crisis que estamos padeciendo en el panorama nacional y en el territorial más próximo. Los datos son elocuentes, la presencia de turistas extranjeros en España en 2014, sus pernoctaciones y los gastos crecientes efectuados invitan al optimismo. Sin duda, la situación geoestratégica española, la depreciación del euro y la inestabilidad política en zonas geográficas del Mediterráneo genuinamente turísticas están haciendo posible que esta actividad sea puntera.

Matar a un periodista, a un artista dibujante o pintor, a un intelectual que escribe, a un novelista o a un cineasta... es asesinar a la civilización. Matar a cualquier persona es un crimen pero cuando con ello se quiere conseguir el silencio de los muertos, es algo todavía más serio y execrable porque la libertad de expresar ideas lleva siempre consigo cierta libertad para ver, escuchar o leer; se puede estar de acuerdo o no, se puede dejar de leer y dedicar el tiempo, si se quiere, a un "catecismo", pueden buscarse las lecturas favoritas y a los "ídolos" preferidos, se puede hacer lo que a cualquiera le dé la gana pero matar al que es libre en una sociedad democrática para ejercer su derecho a escribir, pensar, hablar , actuar libremente y hacerlo sin hipocresía, no solo es de criminales y asesinos sino que el que lo hace queda "retratado", además, como un ignorante salvaje que tendrá una respuesta moral colectiva y otra según el derecho internacional. Si, para colmo, lo hace en nombre de Allah, no puede ser otra cosa que un fanático asesino que hace un flaco favor a la comunidad religiosa a la que pertenece porque cualquier apreciación sobre la islamofobia puede ser para los demás el resultado de su cristianofobia o judeofobia...