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Fernando Jáuregui
Fernando Jáuregui

La técnica de la zancadilla política

Por Fernando Jáuregui
jueves 19 de febrero de 2015, 17:06h
El nombre de Amparo Valcarce no era demasiado conocido ni siquiera en ámbitos políticos madrileños. Desde ahora, quedará ligado a la técnica no sé si del golpe interno, pero sí a la de la zancadilla para que tropiece el líder y, de paso, las posibilidades electorales de todo el partido. Ya sé que la señora Valcarce y sus mentores, entre los que sin duda figura el defenestrado Tomás Gómez, no lo verán así; ya sé que, muy legítimamente, hablarán del 'derecho a que se vote en el interior del partido', y reivindicarán algo que, como las elecciones primarias, me parece un avance democrático. Algo de todo esto tuve la oportunidad de comentar con la señora Valcarce en un encuentro este lunes en un programa de televisión: su tono pausado, su calma en las varias entrevistas radiofónicas que le he escuchado, son los de alguien que se cree en posesión de la razón. ¿La tienen ella y sus mentores? ¿O la tienen quienes decían, datos en mano, que con Gómez al frente de la candidatura el bofetón electoral era seguro?
 
Hay, la verdad, cosas extrañas en este anuncio de última hora de la señora Valcarce difundiendo que, una vez que Tomas Gómez ha sido despedido, ella quiere presentarse a unas primarias. Con lo que el casi designado 'sustituto' de Gómez designado por la ejecutiva, el catedrático Angel Gabilondo, una figura altamente respetable, que no milita en el PSOE y que me consta que se afana por mejorar algunas cosas en este país nuestro, se ha tambaleado: primero, que el PSOE arregle estatutaria y legalmente sus problemas; luego, yo ya decidiré si me presento o no, ha dicho Gabilondo, a la vista del terremoto, añadido al tsunami ya existente, que ha supuesto la irrupción en escena de la hasta ahora discreta Valcarce. 
 
Si Gabilondo opta, finalmente, por no entrar en una pelea que, en el fondo, no es demasiado suya, los planes de Pedro Sánchez, que se deshizo por las bravas de Gómez, se irían al garete: se encontraría sin candidato -excepto, claro, su ya enemiga Valcarce-- a la presidencia de la Comunidad de Madrid, con el consiguiente perjuicio para el candidato a la alcaldía, Antonio Miguel Carmona, y con el riesgo de que Madrid se convierta en la tumba política del aún flamante secretario general del PSOE. Y, de paso, en la tumba electoral del PSOE en su conjunto.
 
¿Merecía la pena poner en peligro al que sigue siendo, encuestas al margen, el principal partido de la oposición, para propiciar lo que, en el fondo, es una 'vendetta' o quizá una operación de mayor calado dirigida específicamente contra Sánchez? Todo esto está debilitándole sensiblemente, precisamente cuando, este sábado, será anfitrión en Madrid de varios primeros ministros socialistas europeos. Y cuando su labor como corrector de algunos excesos en la izquierda, y de un posible pacto de Estado para reformar muchas cosas, resulta clave. ¿A quién aprovecha el tropiezo de Sánchez, presa de estas zancadillas más internas que externas? 
 
Supongo, claro, que Rajoy, que aún ni se ha molestado en decir quiénes serán los candidatos del PP por Madrid, estará frotándose las manos ante tanta torpeza, ante tamaña cortedad de miras, ante tanta falta de generosidad como se está derrochando primero en Izquierda Unida, ahora en el PSOE. A Rajoy, entre unos y otros, le están dejando solo, y ya apenas le cabe temer a un pequeño partido llamado Ciudadanos, que podría arrebatar un puñado de votos a los 'populares', más bien para que no pueda decirse que España está entrando en un régimen de monopartido nacional y de formaciones nacionalistas más o menos estables. Es todo el sistema español de partidos lo que se está tambaleando en esta guerra de zancadillas que llevará a sus mentores, indefectiblemente, a un desastre en las urnas.
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