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¿Cómo la educación dominicana avanza asertivamente? A propósito de los resultados de PISA 2022

¿Cómo la educación dominicana avanza asertivamente? A propósito de los resultados de PISA 2022
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Por Joselin Taveras
Contrario a la tendencia mundial y latinoamericana, estamos entre los pocos países del mundo que mejoraron sus resultados en lectura, matemáticas y ciencias en este periodo.

La educación es un factor clave para el desarrollo social, económico y cultural del país. Generalmente, los resultados de evaluaciones nacionales e internacionales se emplean como indicadores de la calidad educativa que se imparte nacionalmente, lo cual, a su vez, sirven de evidencia de la situación del país. Recientemente, se publicaron los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), una prueba que mide los conocimientos y las habilidades en lectura, matemáticas y ciencias de los estudiantes de 15 años, de 87 países, que cursan al menos séptimo grado estudiantil, en este caso el primero de secundaria.

El desempeño de los estudiantes de la República Dominicana en la edición PISA 2022 puede ser interpretado de múltiples formas, sin embargo, me interesa un análisis crítico, constructivo y honesta, que permita identificar lo que se ha hecho bien y prácticas que requieren mejoras y aquellas que se deberían eliminar.


En primer lugar, hemos avanzado comparando los resultados de las ediciones del 2018 y el 2022. Contrario a la tendencia mundial y latinoamericana, estamos entre los pocos países del mundo que mejoraron sus resultados en lectura, matemáticas y ciencias en este periodo. Además, Solo 7 países, incluido el nuestro, mejoraron en matemáticas en más de 9 puntos. Aunque algunos esperaban mayores cambios en cuatro años, estos resultados indican progreso, además de que son indicadores de desarrollo. Por lo tanto, son dignos de celebrar.


En segundo lugar, a pesar de que la República Dominicana sigue estando entre los más bajos resultados de PISA, ha logrado mejorar significativamente su desempeño, subiendo su posición, lo que contribuye a reducir las desigualdades, mejorar la inclusión y la atención a los estudiantes menos favorecidos.


En tercer lugar, los avances, las mejoras y los fracasos educativos son responsabilidad de todos. Sin detenernos demasiado en la justa celebración, urge que docentes, equipos de gestión, directores, autoridades educativas y universidades evalúen técnicamente el trabajo realizado en los últimos años para identificar las buenas prácticas que han conducido a las mejoras en los resultados obtenidos para promover su continuidad y profundización, las acciones que no han tenido el efecto deseado para iniciar su transformación y las iniciativas que han obstaculizado los cambios para eliminarlas.


En cuarto lugar, la educación es un hecho social complejo. Los cambios educativos duraderos y estables no son inmediatos. Con las prácticas adecuadas, se logran en el mediano y largo plazo. Para lograr mejoras significativas se requiere realizar transformaciones estructurales, desde el punto de vista institucional, y conceptualesdesde la perspectiva de todos los actores educativos involucrados. Mejorar la formación de los estudiantes y su desempeño en estas pruebas requiere cambios políticos, curriculares y pedagógicos de formación inicial de los docentes de parte de las instituciones de educación superior, así como de las autoridades educativas. También, se requiere cambios en las prácticas pedagógicas, lo cual supone transformar las concepciones docentes. Asimismo, es imprescindible mejorar la calidad de la participación familiar en el proceso educativo para seguir avanzando.


En nuestro país, se ha iniciado una “cruzada” nacional, silenciosa, colectiva y transformadora. Se ha aumentado la inversión en educación, se han implementado reformas curriculares y pedagógicas, se ha promovido la investigación socioeducativa y se ha fortalecido la formación docente.


La República Dominicana ha destinado el 4% del PIB a la educación, lo cual ha permitido mejorar la infraestructura, el equipamiento, el salario y la formación de los docentes, así como ampliar la cobertura y la calidad de la educación preescolar y secundaria. Con estos resultados alcanzados de produce una gran esperanza e inspiración para que todos los docentes, de que es posible una educación de calidad.


Como parte de las reformas curriculares y pedagógicas, se ha adoptado un currículo basado en competencias, que desarrolla las habilidades y los conocimientos de los estudiantes que la sociedad del siglo XXI necesita.


Estos cambios curriculares se han acompañado de mejoras en la formación docente, inducción, inclusión de enfoques constructivistas de enseñanza y aprendizaje que promueven el pensamiento crítico, la creatividad, la colaboración y la comunicación. Se han desarrollado numerosas iniciativas locales y nacionales para mejorar la formación de los docentes en formación y en servicio. Entre estas, la instauración de las políticas de acompañamiento pedagógico desde los distritos educativos junto con los coordinadores docentes como acciones fundamentales. Esto ha permitido iniciar el proceso de transformación de las concepciones docentes para cambiar la práctica pedagógica y, en consecuencia, el rendimiento estudiantil.


Es evidente que el Estado Dominicano ha demostrado un compromiso con la mejora de la educación en los últimos años, que pese a la pandemia se refleja en su progreso en la evaluación PISA. Todavía tenemos un largo camino por recorrer para llegar a los niveles de los países desarrollados; sin embargo, hemos logrado avances significativos, entre los cuales destaca la reducción progresiva de las desigualdades.


Para consolidar este progreso, es indispensable que toda la sociedad dominicana se involucre y se sume a esta “Gran Cruzada” por el mejoramiento de la educación, garantizar el derecho a una educación de calidad para todos los dominicanos y dominicanas y contribuir al desarrollo del país. Es necesario que se siga invirtiendo en educación, implementando reformas curriculares y pedagógicas y fortaleciendo la formación docente. Identificar las buenas prácticas que nos han permitido avanzar para seguir mejorando. Es fundamental que los docentes crean en sus capacidades y en su rol protagónico como actores claves para mejorar la educación.


Por otra parte, es imprescindibles que las universidades continúen promoviendo y desarrollando la investigación educativa aportando a la educación. Todo esto no se podrá lograr sin la participación de la familia en el proceso educativo y en las prácticas transformadoras.


¡¡Nos vamos posicionando positivamente y poco a poco, vamos avanzando!!

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