Un amigo muy querido, pero
como Américo Lugo un tanto pesimista, me dijo hace dos noches:
"Giova, ten cuidado con tu proclamada felicidad,
porque hay gente que cela eso."
?En que en mi caso la Felicidad es un estadio
permanente que intento repartir en gajos por doquier ?respondí.
Así es. Cuando se alcanza tal estadio hasta las
posiciones egoístas son exorcizadas. Uno quisiera que el micro universo
circundante participe de todo nuestra dicha.
Sí, pero...
"...ten cuidado con tu proclamada felicidad,
porque hay gente que cela eso."
He tenido la suerte de poder vivir de lo que realmente
amo en esta vida: el arte. Hay muchas personas que conozco que son ingenieros,
arquitectos, químicos, físicos nuclear, vendedores, traficantes, políticos,
abogados, legisladores, sacerdotes; etcétera, que darían todo lo que tienen por
poder ser artistas. Aquellos que lo hemos logrado, bailamos la alegría mañanera
generalmente en un sólo pié...
Sí, pero...
"...ten cuidado con tu proclamada felicidad,
porque hay gente que cela eso."
Tengo hijos, nietos, padres, hermanos, sobrinos y
primos, amigos y colegas que no pocos envidiarían. La Yourcenar proclamó en su
"Memoria de Adriano", que la calidad de vida de un individuo está muy
ligada a la calidad de sus enemigos, puesto que ellos son las únicas personas
fieles en esta vida: siempre estarán junto a ti. Sin embargo, he logrado que mi
calidad de vida esté directamente relacionada con aquellos y aquellas a quienes
quiero y me quieren.
Sí, pero...
"...ten cuidado con tu proclamada felicidad,
porque hay gente que cela eso."
Albert Camus, en muchas de sus obras, nos habla
sobre la filosofía de la dicha. Aún Sísifo, en su repetido castigo, encuentra
en el trayecto hacia la cima importantes gajos de felicidad. He dicho que la
labor de Sísifo es lo que mejor explica a los que actuamos: porque tenemos,
como él, que retomar constantemente el trabajo de llevar siempre la misma
piedra hasta la cima. Y en ese trajinar los hacedores escénicos somos
inmensamente felices.
Sí, pero...
"...ten cuidado con tu proclamada felicidad, porque
hay gente que cela eso."
Nací en Moca, para muchos la tierra que mejor
explicaría la verdad del Paraíso. Me crié en Nagua, un lugar donde los pisos de
las casas casi eran quimeras: no pocos días el mar entraba en el pueblo y nos
inundaba hasta casi arropar nuestras camas. ¡El mar! ¡Ese venturoso mundo
mágico que alguna vez nos habrá visto nacer! ¿Qué más puedo querer?
Sí, pero...
"...ten cuidado con tu proclamada felicidad,
porque hay gente que cela eso."
He logrado interpretar cientos de buenos personajes en
escena y ninguno me ha confundido. He podido dirigir un montón de obras
teatrales excepcionales sin que una sola me haya producido tristeza. He escrito
más de treinta piezas y con ellas procuré y conquisté la anhelada catarsis. He
zapateado en España, me asombré en la Plaza Roja de Moscú, llegué descalzo a
Leningrado, deambulé en las calles de Nicaragua, me enamoré en Puerto Rico,
entendí en New York que estaba en la verdadera capital del mundo. Celebré cada
teatro en Baires, disfruté cada calle de Venezuela, perdí mis lentes nuevecitos
en un bar de la romántica Antigua (Guatemala) y compre una ruana en el San
Andrecito de la culta Colombia. Jajajajajaja.
Sí, pero...
"...ten cuidado con tu proclamada felicidad,
porque hay gente que cela eso."
He amado buenas e inteligentes hembras que, como
humanas, no consiguieron ser eternas. He disfrutado muchas veces de más de un
buen puro y dos copas de vino en el Boga-Boga junto a amigos tan fieles como mi
amado perro Adler. He saboreado docenas de cervezas negras y rubias. Confieso
haber tomado varios tragos de ron antillano. He cocinado para cientos en mi
casa... y en casas ajenas. ¿Quién podría contar hazañas semejantes?
Sí, pero...
"...ten cuidado con tu proclamada felicidad,
porque hay gente que cela eso."
Y para colmo de felicidad, ahora sí puedo decir que...
"El diablo ya no vive aquí..."
Los detalles de cómo logré esto, se los contaré entre
el 19 y el 29 de junio en la misma puerta del Teatro Nacional.
¡Telón!