Las ciudades, aunque
repletas con gente, automóviles y edificios, encabezan los esfuerzos
estadounidenses relacionados con el medio ambiente. Se han convertido en
laboratorios de políticas diseñadas para mitigar el cambio climático, detener
el crecimiento suburbano y revertir la degradación del medio ambiente.
Los líderes de
municipios preocupados por el medio ambiente abordan estos problemas mediante
el acondicionamiento y la construcción de edificios para que sean eficientes
desde el punto de vista energético; mediante la expansión del transporte
público y la introducción de trenes y autobuses no contaminantes, a fin de
refrenar las emisiones de gases de efecto invernadero; mediante el ofrecimiento
de incentivos impositivos para las empresas o los residentes, a cambios de que
comiencen a usar energía renovable; mediante la preservación de las tierras de
cultivo y los espacios verdes; y mediante el reciclado de la basura.
Algunos de los
experimentos con las políticas y la tecnología fallan, manifestó Suzanne Malec-McKenna,
quien fuera la comisionada para Asuntos Ambientales de Chicago de 2007 a 2011.
Pero aquellos que resultan ser factibles con frecuencia se implementan a mayor
escala y logran así mejorar el medio ambiente en todo un estado o una región,
indicó.
Los gobiernos
locales están bien equipados para solucionar problemas ambientales; elaboran
sus propias políticas especiales y controlan sus presupuestos. Además, son
instituciones más pequeñas, menos burocráticas que se parecen más a distritos
electorales que a instituciones nacionales o internacionales, expresan Tommy
Linstroth y Ryan Bell en su libro Local Action: The New Paradigm in Climate Change Policy (Medidas
locales: el nuevo paradigma en las políticas para el cambio climático). Una mayor eficiencia de los gobiernos
municipales les concede a las ciudades la flexibilidad para ajustar las
políticas a mitad de camino, de ser necesario.
Los enfoques
respecto de las prácticas ambientales sostenibles difieren, pero el liderazgo
de los alcaldes y de los recursos dedicados (es decir, los presupuestos) son
características comunes de los municipios que logran los avances más grandes,
según Linstroth. Lograr el compromiso de las empresas y los residentes también
es muy importante, manifestó.
Los líderes
municipales usan las reglamentaciones, los incentivos, las inversiones y el
alcance público para implementar sus agendas ambientales. Wade Crowfoot, quien
ha trabajado en las iniciativas ambientales del alcalde de San Francisco y del
gobernador de California, dijo que los líderes municipales y estatales han
estado dispuestos a intentar enfoques novedosos.
Algunas ciudades
que se destacan debido a sus esfuerzos ambientales.
Durante
los últimos años, funcionarios municipales y residentes de la ciudad de Chicago
plantaron medio millón de árboles.
En 2001, la
ciudad fue pionera en la creación de un jardín en lo alto de la azotea del
edificio del Ayuntamiento, de 11 pisos. Hoy en día, Chicago ostenta 418.000
metros cuadrados de vegetación en lo alto de los edificios. Los jardines en las
azoteas ahorran energía, ayudan a controlar el agua de lluvia y alivian los
anormales picos de temperatura en centros urbanos compactos. Más de 120
edificios ambientalmente sostenibles, muchos de ellos con techos repletos de
vegetación, convierten a Chicago en una ciudad líder en lo que respecta a
edificios ecológicos.
Portland, en Oregón, ostenta el porcentaje más
alto de personas que viajan a sus trabajos en bicicleta, en comparación con
cualquier ciudad grande de Estados Unidos.
Los habitantes de la ciudad disfrutan no solo de
la red de ciclovías más extensa del país, la cual se extiende por más de 500
kilómetros, sino que también cuentan con un coordinador de bicicletas para la
ciudad, mapas de ciclovías gratuitos, amplios estacionamientos y hasta una
ventanilla de atención al cliente en bicicleta en un restaurante de comida
rápida.
PNC
Financial Services Group, con sede en Pittsburgh, está construyendo lo que se
considera el rascacielos más ecológico del mundo.
De una metrópoli
industrial decadente con plantas de acero que arrojaban humo negro y manchaban
el cielo, Pittsburgh se ha transformado en una ciudad ecológica llena de vida.
Los Angeles, en donde se operan 2.000 autobuses durante las horas de mayor
demanda, ostenta una de las flotas de autobuses más ecológicas del mundo.
Los días en los
que hay smog o "alertas rojas" son menores en comparación con los que solía
haber. La contaminación de la capa de ozono y los indicadores de partículas
perjudiciales han disminuido durante las últimas décadas.
Entre las ciudades más importantes, Nueva York tiene la mayor
proporción de habitantes que "piensan y actúan ecológicamente".
Los cinco
distritos que componen la Gran Manzana albergan uno de los sistemas de
transporte y los regímenes de uso de la tierra más compatibles con el
medioambiente en América del Norte. Más de la mitad de la flota de autobuses de
la ciudad utiliza combustible alternativo. A través de la reurbanización de las
áreas posindustriales y los predios vacíos, Nueva York también ha expandido sus
espacios verdes. Ha mejorado la calidad del aire al reemplazar aceites
combustibles altamente contaminantes con combustibles más limpios. Las
emisiones de dióxido de carbono per cápita son inferiores a las de otras
ciudades de Estados Unidos.
Fuente: publicado en el portal digital
de la Embajada de los Estados Unidos en República Dominicana.