La modalidad de protesta la inició Erdem Gündüz, un artista
escénico
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Jóvenes participan en la protesta silenciosa del "hombre de pie" en la plaza Taksim de Estambul. |
En Turquía los manifestantes optan por una "revolución silenciosa"
Por EFE
miércoles 19 de junio de 2013, 09:24h
Sin
proclamas, en silencio, con firmeza. Una nueva forma de protesta se está
extendiendo por toda Turquía: la de los "ciudadanos en pie", que se
plantan si hablar ni moverse, en calles y plazas, para demostrar su rechazo al
Gobierno.
La
plaza Taksim en Estambul. Gündogdu, en Esmirna. Kizilay, en Ankara. Personas
que llegan, se paran y se quedan horas firmes y sin hablar. Como tantas otras
revueltas, esta empezó con el gesto sencillo de una sola persona. Erdem
Gündüz, un artista escénico, llegó sobre las 20.00 hora local a Taksim, dejó su
bolsa en el suelo y se quedó quieto, mirando las banderas turcas y el enorme
retrato de Atatürk, fundador de la Turquía moderna, al fondo de la plaza.
Las
redes sociales y la televisión se encargaron de hacer correr la historia de
este "Duran adam" (el hombre en pie, el hombre erguido). Horas
después, cientos de personas lo acompañaban en la plaza y una decena se le sumaba
en su estática protesta. Aunque los presentes no lanzaban mensajes contra el
Gobierno ni consignas políticas, la Policía intervino, detuvo a Gündüz, al que
dejo libre poco después, y se llevó en un autobús a varios manifestantes, al
tiempo que expulsaba al resto.
Más tarde, el actor explicó que su protesta iba
tanto contra el Gobierno como contra el tratamiento que los medios de
comunicación turcos han dado a las protestas. "Cuatro personas han muerto,
hay miles de heridos, pero los medios, desafortunadamente, no han mostrado
nada", criticó el artista, según recoge el diario Hürriyet Daily News.
Ayer en la mañana, la plaza Taksim acogía a más "ciudadanos en pie". Un
par primero. Cinco después. Una decena más tarde. Unos se sumaban al grupo,
silenciosos, inmóviles, y otros lo abandonaban mientras algunos paseantes les
dejaban botellas de agua a los pies para ayudarles a soportar el sol y el calor
que caían de pleno sobre la plaza.
Entre estos "ciudadanos en pie",
había una niña de 12 años que quería denunciar así la detención de su maestro
durante las protestas. "Cualquier cosa que haga la Policía va a ser
inútil. Es una lucha por los derechos y las libertades. No van a parar
esto", aseguró a Efe Kadriye Yuruk, una abogada que cruzaba por Taksim. Taksim
y el adyacente parque Gezi, símbolo de este movimiento ciudadano, fueron
desalojados el sábado por las autoridades, que han advertido de que no se
tolerarán más protestas en ese espacio.
Pese a las detenciones de anoche, el
ministro del Interior, Muammer Güler, admitió hoy que "estar de pie"
en la vía pública no es un crimen y que la Policía no intervendrá contra quien
lo haga, a no ser que se altere el orden público. Yuruk aseguró que esta forma
de protesta silenciosa puede ser muy efectiva y que, en su opinión como jurista,
nada en el Código Penal turco permite detener a alguien que se queda parado en
mitad de una plaza. "No interrumpe el tráfico, no lanza mensajes
políticos. No se puede argumentar la detención desde el punto de vista
legal", argumentó.
Para una colega letrada, Tugçe Kedme, el primer
ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, "ha perdido el contacto con la
realidad" en su gestión de la oleada de protestas. El primer ministro
insistió ayer en criminalizar a los manifestantes y en justificar la fuerza
policial para su represión, criticada como excesiva tanto dentro como fuera de
Turquía. En relación a la protesta del "hombre en pie", Erdogan
insistió en acusar a los medios internacionales de conspirar contra Turquía, al
mostrar sólo ciertos eventos de esta crisis.
"Vieron al hombre solo en la
plaza Taksim pero no vieron a los millones (reunidos en las marchas del AKP).
Pero seguiremos mostrando a esa gente", dijo Erdogan, que identificó a su
partido como el del pueblo. Miles de turcos llevan semanas manifestándose, con
marchas, acampadas, reuniones y choques con la Policía, contra lo que
consideran es una deriva autoritaria del Gobierno de Erdogan.