Estados Unidos.- "No me presento
para algunos estadounidenses, sino para todos los estadounidenses", dijo
Clinton ante los miles de simpatizantes que se dieron cita en un parque de la
isla de Roosevelt, en el East River de Nueva York.
El lugar elegido,
que recuerda al presidente del "New Deal" con el que EEUU respondió a
la Gran Depresión, tiene mucho de simbólico para la exsecretaria de Estado
demócrata, que dijo inspirarse en las políticas en favor del estadounidense
medio que impulsó Franklin Delano Roosevelt.
"Igualdad de
oportunidades. Trabajo para el que pueda trabajar. Seguridad para los que la
necesitan. El fin de los privilegios especiales para unos pocos. La defensa de
las libertades civiles para todos. Un amplio y constante crecimiento de los
estándares de vida", enumeró Clinton citando a Roosevelt.
Pero el simbolismo
del lugar no se quedó ahí, pues Nueva York es el estado que eligió a Hillary
Clinton senadora, donde reside y una de las mejores muestras de las
desigualdades que afectan a Estados Unidos, con Wall Street y grandes fortunas
compartiendo espacio con los más desfavorecidos.
En ese problema se
centró buena parte del discurso de la esposa del ex presidente Bill Clinton
(1993-2001), que dijo presentarse para garantizar que la economía funcione
"para todos" y no sólo para los ricos.
"La prosperidad
no puede ser sólo para los consejeros delegados y los gestores de fondos de
inversión. La democracia no puede ser sólo para los multimillonarios y las
grandes empresas", defendió la posible candidata a la presidencia de EEUU,
de 67 años.
Para ilustrar el
problema, puso sobre la mesa un dato: los 25 mayores gestores de fondos de alto
riesgo de EEUU ganan más que todos los maestros de preescolar del país juntos.
Clinton arremetió
contra los republicanos por favorecer a los poderosos con recortes de impuestos
y relajando normativas y aseguró que, pese a que el partido cuente con nuevas voces,
"todos siguen cantando la misma canción".
"No podemos
lograr el cambio y solucionar problemas si volvemos a las políticas económicas
de arriba para abajo que nos fallaron antes", dijo, recordando que el país
está aún recuperándose de una crisis causada precisamente por esas ideas.
"El éxito no se
mide por cuánto ganan los estadounidenses más ricos, sino por cuantos niños
salen de la pobreza, cuantos pequeños negocios abren y triunfan, cuantos
jóvenes van a la universidad sin hundirse en deudas, cuanta gente puede
encontrar un buen trabajo", enumeró.
Para combatir las
dudas de muchos electores, que la ven como alguien que lleva décadas en los
círculos de poder y alejada del ciudadano de a pie, Clinton recuperó la figura
de su madre, que creció sin padres durante la Depresión y que, dijo, le inculcó
la importancia de que todo el mundo tenga una oportunidad.
Además de mostrar su
lado más humano, Hillary Clinton utilizó el humor para responder a algunas de
las críticas vertidas por parte de republicanos, entre otros, a aquellos que la
consideran demasiado mayor para dirigir el país.
"Todos nuestros
presidentes llegan al cargo mostrándose muy vigorosos y luego vemos su pelo
volverse gris y más gris. (...) Yo tengo una ventaja adicional: no verán mi
pelo ponerse gris en la Casa Blanca, ¡llevo años con tinte!", ironizó la
aspirante demócrata, que de ganar las elecciones del próximo año será con 69
años la segunda personas de más edad en acceder a la Casa Blanca.
Fuera de la
economía, Clinton se presentó ante el electorado como una gran defensora de la
mujer, de los homosexuales y de los inmigrantes indocumentados, para quienes
pidió una camino hacia la ciudadanía y no un "estatus de segunda
clase".
En un discurso de
marcado carácter interno, Clinton pasó casi de puntillas sobre la agenda
internacional, pero quiso destacar su capacidad como una líder fuerte capaz de
enfrentarse a dirigentes extranjeros, aunque prefiera la cooperación.
"Tenemos que
ser inteligentes además de fuertes", dijo, apostando por la diplomacia y
la cooperación con pueblos alrededor del mundo, no sólo con gobiernos.
Clinton, que se dio
todo un baño de masas en Nueva York, estuvo arropada en el acto por su marido,
Bill, y su hija, Chelsea, que subieron al escenario para abrazar a la candidata
al término de su intervención.