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Imagen de la mítica escena de "La dolce vita", en la Fontana di Trevi, en Roma. |
Amsterdam revive el universo de Fellini en mayor antología del cineasta italiano
Por EFE
domingo 30 de junio de 2013, 09:59h
La
musa de Fellini, Anita Ekberg, recordó que su primer encuentro con el director
fue "desagradable", porque trabajaba de forma improvisada, sin un
guión definido previamente, algo que con el tiempo llegó a
"encantarle": "Fellini dejaba sentir a los actores".
El
universo del cineasta italiano Federico Fellini, sus musas y obsesiones
recobran vida desde desde ayer en el Museo del Cine de Amsterdam (EYE), que en
colaboración de la Fundación Fellini de Suiza, expone la mayor antológica sobre
el director de "La dolce vita".
"Pensada como un laboratorio del
mundo de Fellini, la exhibición recorre sus fuentes de inspiración y está
dividida en las temáticas que se repiten en su obra", dijo el director de
exposiciones del museo, Jaap Guldemond, durante la presentación de la muestra. La
exhibición arranca con un tráiler de "La dolce vita" (1960), que hace
sumergirse al visitante en la exuberancia de las siluetas femeninas de la
fantasía "felliniana", así como en el mundo del circo que fascinaba
al maestro.
La protagonista de ese film, Anita Ekberg, a punto de cumplir 82
años pero "lúcida como a los 20", según sus propias palabras, recordó
en Amsterdam cómo fue la grabación de la más famosa de las escenas de la
película, en la que ella se encuentra con el actor Marcello Mastroianni en la
Fuente de Trevi, en Roma.
"Era enero, el agua venía de todas partes,
tuvimos que repetir la escena tres veces, Marcello llevaba un pantalón de agua
que no le sirvió para nada y, al acabar, yo no sentía las piernas, por lo que
me trae malos recuerdos... Pensé que me helaba hasta la muerte", explicó
con humor la actriz sueca, que va en silla de ruedas desde que tuvo un accidente
doméstico en 2011 en el que se rompió ambas caderas.
Tras visitar la muestra,
la actriz señaló a Efe que no es melancolía, sino un sentimiento
"agradable, de gran honor" el que la invade. "Aquí hay más fotos
de las que yo misma tengo, pero la verdad es que no necesito las fotos para
nada", comentó resoluta ante la prensa, mientras, con un póster de aquella
película de fondo, afirmaba que "hoy en día ya no quedan actrices como las
de antes".
La musa de Fellini también recordó que su primer encuentro con
el director fue "desagradable", porque trabajaba de forma
improvisada, sin un guión definido previamente, algo que con el tiempo llegó a
"encantarle": "Fellini dejaba sentir a los actores". Junto
con la obsesión por las mujeres ("me gustan todas las mujeres", llegó
a decir el director), la exposición muestra otros temas recurrentes en la
trayectoria profesional de Fellini.
"Los recuerdos de infancia los evoca,
por ejemplo, a través de la profesora de matemáticas estricta o la imponente
estanquera de 'Amarcord' (1973)", dijo el director de exposiciones del
EYE, un edificio con forma de ojo situado a la vera del mar interior IJ, que
baña la capital holandesa. Las fiestas y bailes, así como las recurrentes
referencias a la iglesia católica, se recogen también en la muestra, que mezcla
fragmentos de la filmografía de Fellini con fotografías personales, carteles y
diarios de la época.
Para Guldemond, "la cultura popular en general y el
desarrollo de los medios de comunicación en particular son temas que persiguen
a Fellini en toda su carrera", en la que el "maestro", fallecido
hace 20 años, cosechó dos docenas de películas y cinco Óscars. Esos premios
recayeron en sus filmes "La Strada" (1954), "Le Notti di
Cabiria" (1957), "Ocho y medio" (1963), "Amarcord"
(1973) y en 1993 recibió un Óscar Honorífico por su trayectoria profesional.
La
obra de Fellini, influida por el mundo del psicoanálisis a partir sobre todo de
"La Strada" (1954), se ha convertido en todo un concepto en el que se
mezclan ideas como la decadencia, lo absurdo, la sensualidad y la exuberancia. También
el concepto de "paparazzi" como hoy se conoce tiene su origen en la
filmografía de Fellini, que en "La dolce vita" nombra por primera vez
como "paparazzo" (mosquito en italiano) al fotógrafo encarnado por el
actor Walter Santesso, que representa a quien fuera el más famoso de la época
en Italia, Tazio Secchiaroli.
Aunque el director llegó a dibujar sus sueños a
petición de su propio psicoanalista, su filmografía "tiene más relación
con la realidad de lo que pensamos", apuntó el conservador. También
especificó que incluso las escenas más absurdas, como el transporte de una
imagen de Cristo por helicóptero, "tienen una conexión con momentos
reales".