Con Mariasela Álvarez, la vida tenía otros planes que hasta el día de hoy la han conducido por la ruta del éxito, como si hubiese nacido con la misión de triunfar y destacarse en todo cuanto hace y asume.
Con apenas 20 años, coronada como Miss República Dominicana, parte a Londres (Inglaterra) para representarnos en el Miss World, ganando en una gala inolvidable, celebrada en octubre del 1982 en el Royal Albert Hall, en aquella ciudad de niebla gris y elegantes palacios. Aquel día se convirtió en la primera y hasta la fecha, única dominicana en ganar la corona de Miss Mundo.
La llevó este compromiso por 18 países y unas 30 ciudades cautivando con su tipo caribeño, exquisita educación, disciplina y la motivación principal de su título real: “Belleza con un propósito”. De esta experiencia adquirió la solidaridad; despertó en ella su vocación más auténtica, el servicio por los demás.
Su mentora de entonces, Julia Morley, cuyo carisma, enfoque y personalidad, fueron definitivos para despertar y transformar a Mariasela Álvarez en una nueva mujer, no solo mucho más madura, sino también más consciente de lo que deseaba para el futuro de su vida.
Luego de su regreso al país, en el 1983, concluido sus compromisos con el reinado internacional, se compromete y contrae matrimonio con el empresario turístico español, Alberto del Pino, pasando entonces a vivir a Puerto Plata y donde se convierte en madre de Andrés Alberto y Chantal. Ya años después se completó su familia con la llegada de Rebeca y Enmanuel, sus 4 hijos que representan su mayor orgullo al verlos crecer y formar su compromiso estelar.
En el 1991, el formato de los Talks Shows seducía con gracia la televisión internacional y es así, como decide, acompañada de su amiga Milagros Germán, embarcarse en la producción y conducción de su primer programa de TV, “Con los ojos abiertos”, el cual sostuvieron con éxito por unos años pero de igual manera, por decisión de ambas, salieron del aire.
Para aquel entonces, ya la comunicación era parte de su vida, pues aunque es arquitecta de profesión, comunicar y servir estaban por encima de cualquier convicción en su vida.
En Color Visión, inicia la primera versión de Esta Noche Mariasela, que tuvo éxito inmediato y luego, en una época en que soplaban vientos en barcos de velas seductoras, emigra a Telecentro, con un formato que marcaba la diferencia, tanto por la producción del mismo, como por el equipo que lo conformaba, con ella a la cabeza, llenando con su luz natural, conocimientos y belleza física, la pantalla chica.
Pero, como solo la muerte es eterna, los vientos soplaron en otras direcciones y es así es como, próximo al 2003, emigra para complacer a su esposo y darse nuevas oportunidades a residir en Madrid, transito que duró una década en la que descubrió nuevas vertientes, asimiló y aprendió que los cambios no siempre son para bien, aunque pensemos lo contrario.
En el 2012, regresó otra vez al país con la ruptura de su matrimonio de tres décadas y la firme decisión, fija en su alma de acero, de volver a empezar, aunque no de la nada, sí en un país donde ya otra generación ocupaba los primeros planos y ella sabía que no sería fácil.
Nueva vez apostó a su fórmula: hacer las cosas bien hechas, retomando su primera casa, Color Visión, colocando su nombre otra vez en las noches y asumiendo el compromiso diario de llenar con su luz la televisión nacional.
Siete años de programación han transcurrido; años en donde trabajar la ha conducido nueva vez a otra cita con el destino acompañada de un equipo de lujo, definido por ella como “mujeres con valores” para hacer televisión con contenido.
La Pandemia del Covid 19, que ha puesto de rodillas al mundo, ha posicionado la televisión en los primeros lugares y a través de las nuevas modalidades como el zoom, han conseguido capturar nuevos públicos y llenar de variedad e información la pantalla chica.
Algo tengo muy claro, hay personas con estrellas que hacen que brille la luz natural que habita en ellas. Otras por demás, nacieron para servir y en esto ella tiene gran experiencia, sobre todo cuando en los 90s, creó La Casa Rosada, un hogar modelo, albergue para niños dejados en la orfandad por padres fallecidos por VIH (SIDA). Obra de gran envergadura, donación personal con recursos gestionados por ella y que actualmente funciona, dirigida por las monjas y Salud Publica.
Ganadora de grandes premios y reconocimientos, pero nada la hace más feliz, que cuando contribuye con una causa que soluciona y proporciona una vida más segura a los demás.
La televisión le permite alcanzar sus sueños y coronar con estrellas el camino de los más necesitados así como corregir los males que muchas veces provocan los sistemas erráticos.
Ella sigue siendo la misma: alegre, soñadora, correcta, la que no gusta de traiciones, que no sabe llevar vidas ajenas porque en su mirada, al unísono con su sentir, el cielo es el límite. La que aspira a amar y ser amada, apoyar la cabeza en un hombro, para juntos seguir disfrutando la vida, con la certeza de que en un mañana, su camino estará cubierto con las flores que sembró y que están alumbradas con la luz que Dios siempre guarda para quienes lo hacen bien.
Que siga brillando tu estrella y sigas iluminando las noches de la TV con tu certera opinión y tu infinita belleza, que lejos de marchitarse con los años, se hace cada vez más intensa, como Quisqueya, la bella ¡la tierra de tus amores!
Si (
No(
