Santo Domingo.- Tomando estos versos, de un canto folclórico del Sur, inspirados en un campesino llamado Mandé, inicio estas líneas para homenajear en palabras sencillas a la leyenda del merengue y creador de la banda sonora de nuestras vidas; con él aprendimos a bailar y amar nuestro ritmo.
Cuando una estrellla se va al cielo, queda su estela brillando y su luz sigue encendida, como ruta al infinito donde morará por siempre. La tarde del pasado 28 de julio, se inscribió por siempre con letras negras de tristeza y desconcierto, para los dominicanos y gran parte del mundo. Se fue el Embajador de la Alegría y Rey del Merengue: Juan de Dios Ventura Soriano, más bien Johnny Ventura, “El Caballo Mayor”, como se le conocía, tanto por su pasión por estos animales equinos, como por su larga carrera, que, donde durante 65 años, llevó la delantera indiscutible, de un ritmo dulce como la caña, alegre como el aplauso e intenso como el amor de la tierra donde nació.
Capitaleño por nacimiento, Sancarleño y Villajuanero por los barrios donde creció y se convirtió en el intérprete de merengue más popular que haya conocido el pentagrama musical del país. Se dio a conocer en el año 56, a través de un concurso de aficionados en la antigua Voz Dominicana (RTVD), en cuya academia de formación artística se pulió, aprendió música y sobre cómo proyectar esas dotes con las que nació y que le hicieron triunfar como un artista único en su clase. ¡Nuestra generación creció bailando como El Pingüino, al ritmo del Tabaco y los mismos indios y nos hicimos grandes queriendo ser Merengueros hasta la Tambora!!!!!
El único NEGRO que orgullosamente botaba miel por los poros, tenía además de un alto sentido de su talento artístico, otros dones que lo hacían ser especial, como la caballerosidad, la educación, la solidaridad y la conciencia social que pudo cultivar a través de la política, para servir al pueblo que lo hizo popular. Llegó a ser diputado en dos ocasiones y más tarde Alcalde del Distrito Nacional, siendo miembro del partido PRD. Se fue cuando los vientos soplaron hacia otras direcciones y ya no estaba su amigo y líder: José Francisco Peña Gómez.
Actualmente militaba en La Fuerza del Pueblo, llegando a ser candidato en las pasadas elecciones y gran amigo del expresidente Leonel Fernández.
Nuestra amistad llegó primero por la gran admiración que como artista inspiraba en mí y luego tuve la oportunidad de vestirlo en innumerables ocasiones, siendo algunas de especial recordación, tales como: en su espectáculo "Soy", en los Premios Casandra hoy Soberano y en sus bodas por la Iglesia Católica, con su eterna compañera de vida: Josefina Flores de Ventura, con la que tuvo 3 de sus hijos, nietos y biznietos, que orgullosamente mostraba en cada ocasión que abrían al público en la Casa de sus Sueños, una hermosa mansión que se construyó con el esfuerzo y sudor de su trabajo.
Don Johnny gustaba de la moda, de andar bien puesto y era el escenario su lugar de encuentro y fusión entre talento, energía, ritmo, sabor y muy bien vestido. Inicialmente su ídolo y referencia lo fue Elvis Presley y era una casa de Las Vegas que hacía sus llamativos jumpsuits o enterizos, que resaltaban su masculinidad y la sensualidad, que con sus movimientos enloquecían a las féminas. Él sabía ser encantador y gustaba de agradar a las mujeres, porque sabía cómo cautivar con respeto y estilo, como el gran divo que siempre fue. Gustaba de combinarse con elementos originales y sabía perfectamente cómo ¡Ser una estrella en escenario y un caballero en el diario vivir!
Nunca se comparaba con nadie, pues conocía su estirpe y sabía que era único y, realmente, trabajar para él o compartir con él era una experiencia de grata recordación para cualquier profesional. Nunca lo vi incomodo, ni con palabras fuera de lugar. Conciliador, solidario…