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Emmanuel Macron y el grardespalada Benalla
Emmanuel Macron y el grardespalada Benalla (Foto: Fuente externa)

Crecen las críticas por el "caso Benalla" contra Macron, que guarda silencio

Por Agencia EFE
sábado 21 de julio de 2018, 23:06h
Tras haber acostumbrado a los franceses a dar la cara ante cada situación delicada, Macron se ha mantenido al margen por el momento de un escándalo que le afecta de forma directa, por estar protagonizado por un hombre ligado a su persona incluso antes de llegar al Elíseo.
París.- El presidente francés, Emmanuel Macron, mantiene silencio frente al “caso Benalla”, las revelaciones sobre su guardaespaldas de confianza, un mutismo que alimenta las críticas de la oposición, que habla ya de un “escándalo de estado”, mientras avanza la investigación judicial del caso.

Macron calla mientras son los miembros de su Gobierno los que, algo desubicados, se limitan a ganar tiempo para que se conozcan los resultados de las investigaciones abiertas en los ámbitos ejecutivo, legislativo y judicial.

El primero la puso en manos de la sección de “asuntos internos” de la Policía; el segundo en forma de una comisión parlamentaria que comenzará su función el próximo lunes, y el tercero con una investigación preliminar abierta por la Fiscalía de París.

Esta última es la que aparece más avanzada y mantiene a cinco personas bajo arresto, entre ellas al propio Alexandre Benalla y la de Vincent Crase, gendarme responsable de la seguridad del partido de Macron, puntualmente contratado por el Elíseo y que acompañaba al primero el 1 de mayo pasado.

Según la emisora “France Info”, ninguno de lo dos se ha escudado en su derecho a guardar silencio y están respondiendo a las preguntas de los investigadores.

A ellos se sumaron hoy otros tres policías que entregaron a Benalla las grabaciones de las cámaras de seguridad de París en la plaza donde se encontraba el guardaespaldas durante la manifestación, con las que presuntamente quería endulzar su conducta.

Además, se han llevado a cabo registros en el domicilio de Benalla en Issy-les-Moulineaux, a las afueras de París, el mismo donde el hombre de confianza del presidente tenía previsto contraer hoy matrimonio.

Un proyecto que deberá retrasar, porque los investigadores decidieron prolongar su arresto en busca de pistas que aclaren las numerosas sombras que persisten sobre el caso.

Por el momento, las revelaciones no paran de tirar por tierra los tímidos intentos de defensa esbozados desde el Elíseo.

Sus responsables aseguraron que le habían suspendido durante dos semanas, al término de las cuales se le habían retirado sus funciones junto al presidente, versión desmentida por imágenes en las que en las últimas semanas se le ha visto junto a Macron en actos públicos.

Tampoco han dado una respuesta al hecho de que, pese a conocer los hechos que ahora tachan de “intolerables” a principios de mayo decidieron no ponerlos en conocimiento de la justicia.

El Elíseo pensó ahogar la crisis con esa sanción, pero ahora, después de que “Le Monde” lo revelara al público el pasado miércoles, parece atenazado por el mismo.

Su único movimiento fue anunciar el despido del guardaespaldas tras conocer que había intentado hacerse con las imágenes de vídeo-vigilancia de la ciudad de París, insuficiente ante la catarata de críticas.

Según “Le Monde”, los miembros del partido de Macron, La República en Marcha, reconocen en privado que están desbordados por la dimensión de la crisis y sorprendidos de la falta de acción desde la Presidencia.

La oposición ha recibido como un regalo la aparición de este escándalo que les ofrece un ángulo de ataque al mcronismo que, hasta ahora, parecía intocable.

Los grupos políticos han optado por frenar los trabajos parlamentarios para dar prioridad a la comisión parlamentaria, lo que se ha convertido en un campo de batalla contra el parido de Macron.

Por el momento, han obtenido que el ministro del Interior, Gerard Collomb, comparezca el próximo lunes en una sesión abierta a los medios, pero el desacuerdo es total sobre el resto de los que deben ir sometiéndose al control de los diputados.

Los primeros espadas de los partidos han salido a la palestra para denunciar un “escándalo de estado” que el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon no duda en comparar en “Le Monde” con el “Watergate” que se llevó por delante al presidente de Estados Unidos Richard Nixon a mediados de los 70.
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