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Artistas.
Artistas. (Foto: Fuente externa. )

Desert Trip, otra vez tres días de amor y paz

Por Marcelo Ferder

Por Redacción Diario Hispaniola
viernes 04 de noviembre de 2016, 17:43h
La excusa del viaje era asistir al concierto de rock Desert Trip. Encontrarse allá con toda la familia desparramada por Latinoamérica. Un acontecimiento único, un nuevo Woodstock ya no de jóvenes rebeldes y contraculturales, sino de gente de "cierta edad" integrados, recordando sus años de gloria.
Artistas.
Artistas. (Foto: Fuente externa. )
Escenario con mensaje para el candidato presidencial de Estados Unidos, Donald Trump.
Escenario con mensaje para el candidato presidencial de Estados Unidos, Donald Trump. (Foto: Fuente externa. )
Estados Unidos.- Algo de eso flotaba en el ambiente, un poco como si fuera el grand finale de una era, las fanfarrias despidiendo a los grandes. Pero no: el concierto fue eso y mucho más. Para empezar estábamos todos; los de ayer y los de hoy. Miles de jóvenes, decenas de miles cada noche.

El lugar, Indio, pequeño pueblo surgido en la nada del desierto, donde la inventiva norteamericana creó un punto de vacaciones insólito, un resort de ultra lujo rodeado de arena y lagos artificiales y canchas de golf. Una especie de casa de campo pero sin mar. Total nadie va a la playa en esos lugares.

Ahí, en su campo de polo, acondicionado para la ocasión, sucedió la “Magia”. Ahí, con cien mil personas por noche, algunos con entradas de cien dólares tirados atrás, en mantas y reposeras o sobre la grama y otros con entradas de cinco mil la noche, en suites privadas con mozo y champagne, ahí, repito, sucedió la “Magia”. Con mayúsculas. Nadie puede criticar nada sobre ese concierto, los detractores, que antes del evento se burlaban de la supuesta excesiva edad de los músicos (mayores de setenta años todos) ni que si la voz de tal no le da los agudos que lo hicieron famoso ni que aquél guitarrista ya no rompe guitarras...

Un concierto único como este no puede ser juzgado por el aspecto artístico purista exclusivamente sino desde otros ángulos; sociológicos, históricos entre otros. Como sea, los shows, desde el punto de vista de las puestas escenográficas, el sonido, el aspecto visual y las interpretaciones fueron impecables.

El viernes comenzó temprano con, a mi entender, en su primera parte, con perdón de la herejía, el show más flojo de todos. Bob Dylan en el primer concierto luego de su Nobel, así como es él: genial, parco y en blanco y negro. No es que no me haya gustado sino que se notó poca conexión con el público y ofreció un show enteramente de espaldas a la platea, su voz nasal sonó un tanto inaudible, los temas no tan conocidos Like a rolling stone final y algunos otros, y además prohibió explícitamente que las cámaras lo filmaran para ser proyectado en las pantallas gigantes por lo que tuvimos que contentarnos viéndolo en miniatura a lo lejos.

En oposición los Rolling Stones increíblemente coloridos, imponentes y saltarines, realizaron el show más complaciente de todos, no dejaron hit famoso sin hacer.

El sábado fue el turno de Paul Mccartney, el Charles Chaplin del rock, así como lo definiera Neil Young, reviviendo como un mago, en nuestras almas y corazones toda la magia Beatle y Wings de nuestra juventud.

Luego el turno del mismo Neil Young, que junto a The Who fueron los únicos presentes aquí que también estuvieron en el Woodstock original , genial con su voz nasal country y ecológica, repartiendo entre el público miles de semillas de cultivos que según él relataba, de acuerdo a las leyes vigentes creadas por presión de la Monsanto no podían traspasar estados y ni ser cultivadas fuera del lugar donde fueron creadas. Fuimos de pronto cien mil personas testigos y cómplices de un delito punible por la ley, pero ninguno lo denunció por lo que podríamos haber surrealísticamente ido todos a parar a la cárcel de California.

El domingo fue el turno de The Who, absolutamente ingleses y bestiales, con un Pete Townshend calvo y demoledor, sin tener que romper ninguna guitarra y Roger Daltrey que no llegó en un agudo solo una vez en toda la noche y salió del problema con maestría y humor...y claro, el final grandilocuente de Roger Waters derribando paredes, esta vez agarrándosela contra Donald Trump de una manera explícita, con un puerco inflable gigantesco navegando por los aires por encima de la platea, con algunas frases escritas en su superficie: “Fuck you Trump” y “Trump is a pig”, entre otras, artefacto volador que finalmente fue soltado en banda sobre la gente que literalmente lo fagocitó triturándolo en pedacitos... en una actitud política clara, que provocó la salida de parte de la gente que se encontraba ahí, “trumpistas”, en señal de protesta y también porque eran los últimos en el día de clausura y ya como buenos viejitos republicanos, cansados, preferían irse a casa antes para evitar tapones.

Nosotros los jóvenes de espíritu, sí seguimos con Rogelio Aguas hasta el final, cuando se despachó en un poema contra todo el mundo, contra Trump y contra todos los que hacen que el mundo no sea un lugar un poco mejor cada día.

Ahí en el Desert Trip hubo otra vez tres días de amor y paz, donde 300 mil personas se olvidaron que la maldad existe y la belleza puede ser posible... un poco cara para nuestros bolsillos tercermundistas, pero bella al fin.

Luego, como cantaba Serrat nos fuimos bajando la cuesta, y cada uno para su casa que en el Desert trip se acabó la fiesta.

Durante el evento lloré varias veces, mis hijas también, a lo mejor por distintas razones.

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