Santo Domingo.- Los Obispos dominicanos en su acostumbrada Carta Pastoral
en ocasión del día de la Virgen de la Altagracia han llamado la atención acerca
de la preocupante situación que atraviesa la familia dominicana y denuncian la
situación de pobreza en la que se desenvuelven la mayoría de hogares
dominicanos.
Siguiendo la pauta marcada por el Papa Francisco cuando expresó que "La familia atraviesa una crisis cultural profunda, como todas las
comunidades y vínculos sociales. En el caso de la familia, la fragilidad de los
vínculos se vuelve especialmente grave porque se trata de la célula básica de
la sociedad. El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación
afectiva que puede constituirse de cualquier manera y modificarse de acuerdo
con la sensibilidad de cada uno", la Iglesia dominicana ha querido sensibilizarse y hacerse eco de la
fuerte realidad social y económica que predomina en las familias a la vez que
ha querido mediante esta Carta Pastoral arrojar luz y infundir esperanza sobre
la problemática cuando establece que "Si bien es verdad que los tiempos
actuales nos hacen ver muchas sombras, no menos cierto es que las luces que
acompañan a nuestra realidad familiar son mayores.
Contamos con muchos
matrimonios y familias arraigados en la fe, que viven la unidad en el amor, con
alegría. Ellos son sólidos testigos de la verdad, de la belleza de la familia y
de los grandes valores humanos y cristianos, y contribuyen al bienestar de
nuestra patria, por lo que damos gracias a Dios".
Los Obispos de igual manera expresan su gran
preocupación por "La falta de fuentes de
trabajo para los padres, madres e hijos jóvenes, agravada por el creciente
costo de la vida, genera tensiones por la falta de comida, medicinas, vestido,
vivienda digna, educación y descanso", por lo que problemáticas sociales
como los embarazos en adolescentes, la violencia intrafamiliar, los
feminicidios van en aumento.
Las tensiones y presiones a la cual está
sometida la familia dominicana "Van
penetrando estilos de vida que no siempre ayudan al crecimiento humano. Avanza
la separación y el divorcio; crece el deseo de una vida fácil, sin compromiso,
sin sacrificio, hedonista; a veces por egoísmo se limita el número de hijos,
hasta verlos como un peligro que amenaza; la pobreza extrema que separa
matrimonios y familias; la ausencia temporal o definitiva en el hogar del padre
o la madre o de ambos."
Los obispos
sostienen que las familias deben superar los desafíos presentes en la realidad
actual a los fines de que se fortalezcan los valores humanos y cristianos.