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Greta Thunberg.
Greta Thunberg. (Foto: Fuente externa)

Greta Thunberg: ética, activismo y el desafío del futuro

Por Graciosa del Valle
domingo 05 de octubre de 2025, 03:57h
Greta Thunberg, a sus 22 años, se ha convertido en un ícono global del activismo climático y social. Fundadora de Fridays for Future, ha denunciado la inacción política y defendido causas como la justicia ambiental y social. Su compromiso ético desafía a gobiernos y ciudadanos, convirtiéndola en una figura clave del siglo XXI.

Greta Thunberg ya no es solo la adolescente que se sentó frente al Parlamento sueco con un cartel que decía “Huelga escolar por el clima”. Hoy, a sus 22 años, se ha convertido en una figura ética de alcance global, capaz de interpelar a líderes, movilizar multitudes y expandir los límites del activismo contemporáneo.

Su historia es la de una joven que transformó la indignación en acción, y la acción en conciencia colectiva. Desde aquel agosto de 2018, su voz ha resonado en foros internacionales, cumbres climáticas y espacios ciudadanos. Fundadora del movimiento Fridays for Future, Greta ha denunciado la inacción política frente a la crisis ambiental con una claridad que incomoda y moviliza.

Su frase “actúen como si su casa estuviera en llamas” se convirtió en consigna generacional, y su coherencia —viajando en velero para evitar emisiones, rechazando premios que contradicen sus principios— ha sido tan contundente como su discurso. Pero Greta no se ha limitado al cambio climático. Su visión del mundo articula justicia ambiental con justicia social.

En 2019, al recibir el Premio Embajadora de Conciencia, afirmó que “la crisis climática y los derechos humanos van de la mano”. Desde entonces, ha sumado su voz a causas que trascienden el medioambiente: la equidad global, la defensa de los pueblos vulnerables y, más recientemente, la ayuda humanitaria en Gaza. En septiembre de 2025, Thunberg se embarcó en la Flotilla Global Sumud, una iniciativa internacional que buscaba entregar ayuda a la Franja de Gaza.

La embarcación fue interceptada por el Ejército israelí y sus tripulantes —entre ellos Greta y la exalcaldesa de Barcelona Ada Colau— fueron trasladados al puerto de Asdod. Las autoridades confirmaron que “Greta y sus amigos están sanos y salvos”, pero el gesto generó controversia. Mientras algunos la acusan de politizar su activismo, otros la celebran por su coherencia ética y su compromiso con la justicia en todas sus formas. Ella, fiel a su estilo, respondió con serenidad: “La neutralidad ante la injusticia es complicidad”.

Greta Thunberg representa una generación que no teme incomodar, que exige coherencia y que entiende que el futuro se construye desde la acción presente. Su historia interpela a gobiernos, empresas, medios y ciudadanos. Y su voz, aunque joven, ya forma parte del legado ético del siglo XXI. En este contexto, cabe preguntarse: ¿hacia dónde se encaminará Greta en el futuro próximo? ¿Qué nuevas causas abrazará, qué fronteras éticas desafiará, qué impacto tendrá en un mundo que aún debate entre la urgencia y la indiferencia?

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