Geneviève-Josèphe Jeanningros, una monja francesa de 82 años, se volvió conocida tras permanecer inmóvil frente al ataúd del papa Francisco, desafiando el protocolo del Vaticano. Su emotiva imagen rezando y llorando conmovió al mundo, a pesar de que su relación con la iglesia no había comenzado bien.