Geneviève-Josèphe Jeanningros, una monja francesa de 82 años, se volvió conocida tras permanecer inmóvil frente al ataúd del papa Francisco, desafiando el protocolo del Vaticano. Su emotiva imagen rezando y llorando conmovió al mundo, a pesar de que su relación con la iglesia no había comenzado bien.
Geneviève-Josèphe Jeanningros. Hasta el miércoles, el nombre de esta monja francesa, de 82 años, era conocido por solo un puñado de personas.
Sin embargo, con su decisión de quedarse inmóvil frente al ataúd del papa Francisco durante unos minutos, eso ha cambiado.
La imagen de la pequeña religiosa con su cofia (velo) azul y una mochila verde en la espalda, rezando y llorando ante el féretro del pontífice argentino, mientras a su lado pasaban los cardenales, ha conmovido al mundo.
El protocolo dispuesto por el Vaticano para la capilla ardiente del papa prohíbe expresamente detenerse ante su cuerpo, el cual está ubicado a los pies del altar mayor de la Basílica de San Pedro, y todo aquel que intenta saltarse la norma es conminado por el personal de seguridad a cumplirlo.
La relación, no obstante, no comenzó con buen pie, de acuerdo a la propia Jeanningros y quienes la conocen.