Cada día de su mano iba a conocer los sin voces, los despojados de los derechos humanos, civiles y ciudadanos, los desterrados del bienestar social y confinados por la carencia de oportunidades educativas y de oportunidad laboral. Yo caminaba de su mano, para ir a conocer e interactuar acon aquellos a los que el sistema asignaba jugar y vivir a quemaropa la verdadera pobreza, la que solo se tatúa cuando hay incapacidad de poder trazar otras rutas que den las alternativas para alcanzar vidas propias, y no las vidas que el poder les asigna como guiñapos de guiones fragmentados de vida.