Así, en el 2016, inspirado en los míticos versos de José Martí, Gabriela Mistral, Edgar Allan Poe, Neruda y muchos tantos que nos han legado textos trascendentales y testimonios perennes de la buena poesía y narrativa literaria, hice una selección muy personal -sin que cayeran aquellas famosas hojas muertas de Walt Whitman- y realicé 30 creaciones de alta moda, recreando las visiones de una mujer, que magistralmente interpretó la exquisita ballerina clásica y actriz: Patricia Ascuasiati, en torno a una mujer que -en el ocaso de su vida- decide permanecer en su jardín y desde allí, contemplar su vida, transformando en moda, sus visiones de las flores, que en vida plantó en “El Jardín de los Secretos” .
De ahí es que hoy quiero compartir -de manera muy especial- con ustedes, mis lectores, en este inicio del 2021, el resultado de ese particular encuentro entre poesía, drama, desahogo emocional y creatividad en la moda; fuente de eterna inspiración, cual la vida misma.
Cuando José Martí escribió aquellos memorables versos que dicen: “Cultivo una rosa blanca, en junio como enero, para el amigo sincero, que me da su mano franca. Y para el cruel que me arranca, el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo; cultivo la rosa blanca”, más de uno imaginó cosas increíbles que llegaron a ser como parte de una leyenda, e himno de situaciones imposibles.
Hoy, ante el umbral de mis creaciones, coloco la vida en el centro de un mítico jardín, pretendiendo ser cómplice de un escenario sutil, de encuentros y desencuentros, que como amores furtivos florecen a la distancia y desde lejos disfrutamos de sus flores y de sus frutos, evocando con aires de nostalgia, el penetrante olor a tierra mojada o a jazmines, que perpetuán en la memoria las imágenes de nuestra vida.
Un jardín sin pretensiones, pero mucho más que un simple espacio atemporal, habitat de una flora mutante, pasarela de musas y visiones creativas que asumen las hermosas formas que el tiempo desdibujó, matizando en colores y texturas que como el tull, el encaje, la organza, la seda, la tafeta, el gazar y el chifón, nos ofrecen un deleite visual cuasi mágico, sobre siluetas que se mezclan y fusionan la magia del amor en la pasión del oficio.
No hay voluntad indomable ante el insólito tránsito del tiempo, que como tirano reloj, marca las horas, compone los días y determina ámbitos, en complicidad con las luces que se tornan negras sobre rojos, de lo blanco soñado a lo etéreo del rosa, que con el naranja se vuelca en dorado cual brillante sol, entre luz de luna y tonos plateados que parecen lilas, como si formaran pétalos de orquídeas, reina en su trono botánico, esencia del verde que origina vida y se reproduce. Desde aquí, en mi estancia, en pleno universo, comparto contigo las ramas vestidas, copas de mis árboles con sus infinitas flores, que de fiesta se guardan así, en El Jardín de Los Secretos.
Para la presentación de este desfile, guardo un agradecimiento especial a Lilín Suárez, Di fiore, Roberto Rodríguez de Robótica por los efectos especiales.
Como conclusión, quise compartir con ustedes este recuerdo, porque los momentos mágicos de nuestra vida van a permanecer por siempre y, por igual, la oportunidad de expresarnos y darnos cuenta cuánto hemos hecho y cuan retador puede ser la vida profesional para cualquier ser humano. Porque además: ¡Recordar es como volver a vivir!