Por: Arismendy Vásquez
Santo Domingo.- La
orquesta abrió el programa con el Poema Sinfónico Don Juan, de Richard Strauss,
composición en forma sonata, que, desde su estreno en 1889 en Weimar, contó con
la aprobación del público. El fortissimo que inicia la exposición, representa
la masculinidad y el disfrute de Don Juan, tras lo cual entra otro grupo
temático donde destaca un solo de violín ejecutado por el Concertino, iniciando
un diálogo con el oboe, el clarinete y el fagot. Luego irrumpen el clarinete y
los cornos con una idea musical diferente.
La
orquesta se crece al final de este poema sinfónico, donde el compositor puso de
manifiesto una orquestación vehemente, que produce en el oyente una impresión
sonora que se traduce en un resultado fascinante y seductor.
A
continuación, el cellista Jonah Kim interpretó el Concierto para Violoncello y
Orquesta en mi menor, de Edward Elgar, demostrando su virtuosismo y musicalidad
en la ejecución, con mucha delicadeza e intensidad, de esta singular obra, en cuyos
cuatro movimientos, de gran profundidad, se entremezclan diferentes impresiones,
entre las que resaltan la nostalgia, la aflicción, el empuje y la tragedia.
La
noche culminó felizmente, (con hermosa música y sin molestosas goteras), con
otro Poema Sinfónico de Strauss: Las alegres travesuras de Till Eulenspiegel,
cuya narración se fundamenta en un personaje que representa la picardía y
habilidad de un gracioso campesino de Flandes, que se dedicaba a galantear a
las bellas jóvenes. La Sinfónica logra
comunicar en forma eficiente la idea de Strauss, en esta obra escrita en forma
de Rondó.