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Vadym Kholodenko y el maestro José Antonio Molina
Vadym Kholodenko y el maestro José Antonio Molina (Foto: Fuente externa)

Brillante apertura Temporada Sinfónica 2018 en el Teatro Nacional

Por Arismendi Vásquez
viernes 10 de agosto de 2018, 15:11h

El programa inició con la Obertura-Fantasía Romeo y Julieta, obra basada en la famosa tragedia de Shakespeare, cuyos momentos sombríos, furiosos y turbulentos que explican la lucha entre capuletos y montescos, así como la apasionada y bella melodía que sugiere el amor de Romeo y la respuesta amorosa de Julieta, constituyen la poderosa fuerza descriptiva y la extraordinaria orquestación de esta tragedia contada musicalmente por la Orquesta Sinfónica, bajo la batuta precisa del Maestro Molina.

Orquesta Sinfónica Nacional
Orquesta Sinfónica Nacional (Foto: Fuente externa)

Santo Domingo.- Con una noche dedicada a obras de Tchaikowsky en el 125 aniversario de su fallecimiento, la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la conducción del maestro José Antonio Molina dio apertura a la actual Temporada Sinfónica 2018, dedicada In Memoriam al maestro Pavle Vujcic, con un selectivo programa que incluyó la Obertura Romeo y Julieta, el Concierto No.1 en Si Bemol menor, y la Sinfonía No 6 en Si menor (Patética).

A seguidas, el pianista de origen ucraniano Vadym Kholodenko entró al escenario y concitó la atención de los presentes, cuya fascinante interpretación del popular Concierto No. 1 en Si Bemol menor, confirmó su bien ganada reputación “como uno de los solistas más dinámicos musicalmente, y técnicamente dotado, de la nueva generación de pianistas.

A decir de don Julio Ravelo de la Fuente, “Las bellas melodías y el carácter eminentemente romántico de este concierto, constituyen la razón de su gran popularidad”.

La noche concluyó llena de esplendor, con la grandiosa Sinfonía No. 6 en Si menor (Patética), cuyo leitmotiv del primer movimiento constituye la melodía fundamental que se repite y desarrolla en distintas formas a lo largo de todo este Adagio-Allegro non troppo. El Maestro Molina y la OSN se regodearon en la fiel interpretación de los cuatro movimientos de esta hermosa Sinfonía, para deleite de los melómanos que abarrotaron la Sala Carlos Piantini.

En carta escrita a su sobrino en 1892, Tchaikovsky le expresa: “Habrá muchas cosas nuevas en la forma de esta obra, por ejemplo, el final no será un gran ‘Allegro’, sino un ‘Adagio’ de dimensión considerable”.

En efecto. El último movimiento, “Adagio lamentoso” es la expresión más profunda de dolor, es un adiós a la vida. Nueve días después del estreno de su Sinfonía Patética, Tchaikovsky cerraba sus ojos para siempre.

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