En el mismo momento que escribía mi acostumbrada colaboración para
el periódico Hoy el pasado viernes, se materializaba la audiencia concedida por
el Papa Francisco a nuestro Presidente. Imaginamos que se conversaba sobre la
figura del nuevo "becerro de oro" constituido por la "idolatría del dinero"
asociada a la especulación financiera y falta de ética que Francisco denuncia
en su exhortación apostólica Evangelii
Gaudium.Ciertamente no se han dado los detalles de lo conversado
y si se mencionó el becerro, pero si está confirmado que el regalo del
pontífice Danilo fue su exhortación
apostólica donde habla del "becerro de oro". Incluso los medios recogen que al
entregársela se pudo escuchar al Papa que mencionaba al presidente Medina la
referencia que en la exhortación se hace "al desarrollo de los pueblos".
Consecuentemente, es muy probable que esta experiencia
vivida lleve al Presidente Medina a reencontrarse con la alusión pontifical
narrada en las escrituras sobre la salida
de los hebreos de Egipto: Mientras Moisés hablaba con Dios en el Sinaí, los
hebreos se propusieron levantar un símbolo tangible que le guiara. Su hermano Aaron,
temeroso y complaciente con los reclamos populistas erigió un becerro con el
oro portado. Al descender Moises del Sinaí,
ordenó destruirlo, pulverizándolo y esparciéndolo en aguas que hizo
beber como castigo; sin importarle que su hermano Aaron obtemperó el
levantamiento del becerro.
En Evangelii Gaudium, Francisco refiere una nueva
versión del becerro de oro constituido por "la idolatría del dinero... y...la dictadura de la
economía sin rostro...humano"- (párrafo 55 de dicho documento).
Sustentándose en
la especulación financiera carente de ética y escrúpulos, se lleva a invertir recursos
para especular en lugar de producir bienes y servicios para satisfacer
necesidades humanas y crear oportunidades de trabajo.
(En una entrevista concedida al diario español "La Vanguardia", el
pontífice reafirma y resume lo que ya había advertido en Evangelii Gaudium: Que en el centro de todo sistema
económico debe estar el hombre...y, en cambio, "nosotros hemos puesto el dinero
en el centro, al dios dinero". "Hemos caído en un pecado de idolatría, la
idolatría del dinero", por el que se llega a descartar a los jóvenes, con una
desocupación creciente, y a los ancianos porque "ya no producen".
El papa Francisco alertó además sobre los peligros de "una
globalización mal entendida que anula las diferencias", frente a una
globalización bien entendida que genere riqueza- "Todos unidos pero cada cuál
conservando su particularidad, su riqueza, su identidad, y esto no se da". )
Como gran parte de la especulación se monta girando alrededor
del financiamiento de déficits fiscales originado en gastos abultados y/o
dispendiosos, el derribamiento del "becerro de oro" conlleva desmantelar sistemas
de administración inductores de déficits, incluyendo castigar responsables del incurrido;
versión contemporánea de la bíblica imposición de beber agua metalizada.
El Presidente Medina cuenta con recursos para ello:
apoyo popular y disposiciones constitucionales.
El art. 233 de la constitución, p.e., exalta la
"sostenibilidad fiscal" y establece que los gastos deben asegurar "endeudamiento
público... compatible con la capacidad de pago del Estado"; logrables con administraciones
excedentarias no deficitarias.
También se necesitan excedentes para cumplir mandatos
constitucionales: "garantizar seguridad alimentaria"(art.54), Vivienda(59), Seguridad Social (60), Salud(61),
Educación(63). El 62 manda "fomentar el empleo digno".
En cuanto a la ética, el 39.3 obliga al Estado a
promover la igualdad excluidora de privilegios. El 142 instituye la función
pública comprometida con "gestión eficiente y cumplimiento de las funciones
esenciales". El 146 proscribe la corrupción e instituye la "responsabilidad
civil...de funcionarios...por actuaciones u omisiones administrativas".
El influjo de la audiencia papal al Presidente Medina
agrega un importante recurso a los ya disponibles, brindando oportunidad de oro
para derribar el becerro de oro que aúpa la idolatría especulativa y falta de
ética predominante; requisito indispensable para maximizar trascendencia y
sublimizar el reciente encuentro pontifical.
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