San José, 8 may (EFE).- El historiador Luis Guillermo
Solís comenzó su andadura como presidente de Costa Rica para el período
2014-2018, con una promesa de transparencia y diálogo abierto para todos los
sectores y con la advertencia de que combatirá frontalmente la corrupción.
Solís, del
centro-izquierdista Partido Acción Ciudadana (PAC), juró este jueves como el
mandatario número 47 del país, con lo que sustituye en el poder a Laura
Chinchilla, la primera mujer en gobernar Costa Rica.
El nuevo presidente hizo
un llamado al diálogo en su primer discurso presidencial, pronunciado ante
miles de personas y unas 80 delegaciones internacionales durante la ceremonia
de transmisión de mando, celebrada en el Estadio Nacional, en San José.
"Este será un
Gobierno de puertas abiertas, de consulta y diálogo permanente con los actores
de las sociedad que alzan su voz y tienden su mano", expresó Solís en su
primer discurso como presidente.
Experto en ciencias políticas,
de 56 años, Solías alcanzó la Presidencia en una segunda vuelta celebrada el
pasado 6 de abril, en la que consiguió la cifra inédita en unos comicios de 1,3
millones de votos, casi el 78 % de los emitidos.
Sin embargo, gobernará con un Congreso
dividido entre nueve partidos políticos, ninguno con una mayoría contundente,
lo que el nuevo presidente ha interpretado como un mandato de la ciudadanía
para negociar, buscar acuerdos y dialogar.
"Convoco a un
espíritu negociador con respeto para alcanzar el desarrollo que anhelamos. Un
diálogo fecundo basado en la transparencia", manifestó el mandatario.
Agregó que "ese
diálogo incluso bajo las mejores circunstancias no dará resultado si quienes lo
emprendan no están dispuestos a mirar hacia el futuro".
Reiteró su llamado a
"negociar de buena fe, superando miedos y con respeto por encima de
intereses particulares", sin "dogmatismos" y sin caer en
"consensos superficiales alcanzados por dádivas" entre partidos
políticos.
Solís prometió
"transparencia" por parte de su Gobierno, que será "una casa de
cristal" para que los ciudadanos tengan la posibilidad de fiscalizar sus
acciones.
Aseguró que trabajará para
reactivar el sector agropecuario, la obra pública y para sanear las finanzas
del Estado, que se han visto afectadas por la corrupción y por el déficit
fiscal del 5,4 % del producto interno bruto (PIB).
"La corrupción está
carcomiendo la democracia y quebrando las finanzas públicas. El nuevo Gobierno
la combatirá sin desmayo porque cuando los ciudadanos pierden la confianza en
las instituciones la democracia se hunde, se pierde y fenece. Llegó la hora de
acabar con la impunidad", afirmó.
Solís también anunció un
combate directo a la evasión fiscal, la pobreza extrema y la desigualdad, así
como un apoyo decidido a la protección del medio ambiente.
Entre los retos que
enfrenta el mandatario se encuentra reducir el déficit fiscal, la pobreza que
afecta al 21 % de los hogares del país, el desempleo cercano al 9 % y lograr un
crecimiento económico superior al 4 %.
En su primera orden como
presidente, Solís hizo suscribir a sus ministros un compromiso ético sobre su
comportamiento en la función pública y el uso de los recursos estatales.
También firmó un decreto
para declarar de interés público el mantenimiento de la red vial del país.
Solís sostuvo reuniones
bilaterales con el presidente de Bolivia, Evo Morales; de Ecuador, Rafael
Correa; con el mandatario electo de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, y con
el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José
Miguel Insulza.
En todas ellas se conversó
sobre la necesidad de fortalecer las relaciones bilaterales y regionales, al
igual que lo hizo el miércoles en una cita con el Príncipe de Asturias Felipe
de Borbón.
Al evento de traspaso de mando también
asistieron los presidentes Otto Pérez Molina de Guatemala; Juan Orlando
Hernández de Honduras; y Danilo Medina de República Dominicana.
Países como Venezuela,
Nicaragua, Argentina y Cuba, estuvieron representados a nivel de
vicepresidentes, mientras muchos otros a nivel de cancilleres y ministros.