Verano de protestas indígenas en Canadá
Por EFE
lunes 24 de junio de 2013, 14:30h
Según
Tom Muclair, líder del Nuevo Partido Democrático (NPD), los indígenas del país
están cada vez más frustrados, "especialmente los jóvenes", por la
falta de progreso político, social y económico de sus comunidades. Según un estudio, los niños indígenas
están por detrás de cualquier otro niño del país en casi todo indicador
posible: ingresos familiares, educación, calidad de agua, mortalidad infantil,
salud o suicidios.
Las
autoridades canadienses se preparan para lo que puede ser un difícil verano de
protestas de los grupos indígenas canadienses ante la "creciente
frustración" de los aborígenes por sus difíciles condiciones de vida.
En
las ceremonias que se celebran hoy por todo el país para conmemorar el Día
Nacional de los Aborígenes, uno de los principales temas de conversación son
las protestas que se efectuaran este verano. Y es que las señales son
preocupantes. "Estoy bastante preocupado que será un verano caliente con
respecto a la problemática indígena en todo el país" advirtió el viernes
el líder de la oposición canadiense, el socialdemócrata Tom Mulclair.
Muclair,
líder del Nuevo Partido Democrático (NPD) que es la segunda agrupación con más
diputados en la Cámara Baja del Parlamento canadiense tras el gobernante
Partido Conservador (PC), añadió que la culpa de lo que pueda pasar recaerá sobre
el primer ministro, Stephen Harper. Precisamente Harper se reunió el jueves de
forma casi clandestina con Shawn Atleo, el jefe nacional de la Asamblea de
Primeras Naciones (APN), la organización que agrupa a los jefes de las tribus
indígenas de Canadá.
Ni Harper ni Atleo anunciaron su encuentro, que había sido
programado en enero tras otra reunión celebrada entre los dos líderes en medio
de las protestas indígenas por todo el país en contra de las políticas del
Gobierno canadiense. Durante el invierno, miles de indígenas protagonizaron
marchas, manifestaciones y cortes de carreteras y vías férreas después de que
el Gobierno canadiense hiciese cambios legislativos que afectaban a los
derechos tradicionales de las tribus del país.
Las protestas, iniciadas por
grupos comunitarios de base ajenos a APN y agrupados bajo el lema de "Se
acabó el no hacer nada", catalizaron el descontento acumulado en muchas
comunidades indígenas sobre sus condiciones de vida y la percibida falta de
interés del Gobierno canadiense por sus problemas.
Una prueba palpable de la
disparidad en la calidad de vida entre indígenas canadienses y el resto de la
población fue evidente el pasado miércoles cuando el Centro Canadiense de
Alternativas Políticas dio a conocer un estudio sobre las condiciones de vida
de los niños aborígenes. El estudio señaló que la mitad de los niños indígenas
vive en condiciones de pobreza, tres veces más que la media nacional. Según el
estudio, los niños indígenas están por detrás de cualquier otro niño del país
en casi todo indicador posible: ingresos familiares, educación, calidad de
agua, mortalidad infantil, salud o suicidios.
La situación es especialmente
mala en las dos provincias centrales del país, Manitoba y Saskatchewan, donde
se concentra la población indígena de Canadá. El viernes, oficialmente el Día
Nacional de los Aborígenes en Canadá, el movimiento "Se acabó el no hacer
nada" anunció el inicio del "Verano de la soberanía" y advirtió
de que durante las próximas semanas junto con otros activistas pondrán en
marcha "acciones directas no violentas" en todo el país.
"El
objetivo es aumentar la tensión y la concienciación entre los que quieren
ejercer sus derechos y los que están olvidando de forma injustificada los
derechos de los pueblos indígenas", dijo Sheelah McLean, una de las
fundadoras de la iniciativa. McLean añadió que "la presión sobre el
Gobierno es esencial".
El movimiento dijo que está preparando
"grandes acciones" a mediados de julio y principios de agosto aunque
sin dar detalles. Aunque "Se acabó el no hacer nada" ha repetido que
su movimiento es pacífico muchos canadienses todavía recuerdan los incidentes
de 1990 en la comunidad de Oka, en Québec.
Entonces, una disputa territorial
entre la municipalidad de Oka y los indígenas mohawk se convirtió en un
enfrentamiento en el que el Gobierno canadiense del primer ministro conservador
Brian Mulroney desplegó al ejército para enfrentarse a grupos armados
indígenas, algunos de ellos procedentes de Estados Unidos. La crisis terminó
tras 78 días sin que se produjesen víctimas cuando los indígenas decidieron
entregar sus armas, pero sirve de recordatorio de la volatilidad de las
relaciones entre los indígenas y las autoridades canadienses.