El canciller iraní Mohammad Javad Zarif dijo este miércoles junto a su contraparte iraquí Ibrahim al-Jaafari, que Ryad debe de detener las medidas que solo alimentan las tensiones regionales.
Cuestionó la ejecución Al-Nimr, quien se había destacado por sus llamados a superar las diferencias a través del diálogo, un contraste con la posición saudita, que lo acusó de actividades que mataron o hirieron a policías. Por su parte Ryad continuó centrándose en las críticas a las protestas que con violencia sufrieron sus instalaciones diplomáticas en Irán tras la muerte del clérigo chiíta, y que muestran a un Irán violento.
Además, en notas en el sitio en internet Arab News, destacó el apoyo que ha recibido de parte de Turquía, Pakistán, Malasia y Kuwait, que han cuestionado a Teherán. Al Nimr fue una de las voces más críticas contra la dinastía saudita. Sus alcances parecían no ser limitados por el miedo: denunció la discriminación histórica de la comunidad chiíta en 2011, cuando se extendía la Primavera Árabe.
El líder chiíta de 56 años fue ejecutado el sábado junto a otras 46 personas, entre ellas un chadiano y un egipcio, condenados por terrorismo, la mayoría yihadistas del grupo Al Qaeda. Su ejecución “provocará la ira de los jóvenes” chiitas en Arabia Saudita, alertó por su parte Mohammed al Nimr, hermano del clérigo chiíta ejecutado.
La ejecución de Al Nimr, figura de la oposición al régimen de Riad, ha provocado la ira de las comunidades chiitas de Arabia Saudita, Líbano, Baréin, Yemen e Irak. El impacto total de estos incidentes aún está por verse, pero las ya tensas relaciones entre las sectas musulmanas de chiítas y sunitas ya genera consecuencias en lo económico. La primera es un débil aumento de los precios del petróleo por las perspectivas del incremento de la inestabilidad en la región, pero que ha sido insuficiente para elevar las cotizaciones ante el exceso de oferta de crudo en el mercado. Arabia Saudita ha convocado para el próximo sábado una reunión ministerial extraordinaria del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, donde tiene mayoría. Planteará ante las delegaciones de otras cinco monarquías del bloque “los desafíos relacionados con los ataques a la embajada del Reino Saudita en Teherán y el consulado en Mashhad.
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