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El presidente de Estados Unidos, Barack Obama; y la presidenta de Brasil, Dilma Rousseffe, en foto de archivo en el despacho Oval de la Casa Blanca, Washington, en abril de 2012. |
El viaje de Dilma Rousseff a Washington en octubre pende de un hilo por el espionaje de EEUU
Por EFE
miércoles 04 de septiembre de 2013, 03:33h
"Transmití
la indignación del Gobierno" y "manifesté que la violación de las
comunicaciones de la presidenta es inadmisible, inaceptable, y constituye una
violación de la soberanía brasileña", dijo el canciller brasileño, Luiz
Alberto Figueiredo, sobre su reunión con el embajador de Estados Unidos en
Brasil, Thomas Shannon.
La
visita de Estado que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tiene previsto
hacer a Washington el 23 de octubre próximo parece pender de un hilo, tras la
denuncia de que sus comunicaciones fueron espiadas por agencias
estadounidenses.
"Los próximos pasos decidirán si esa visita se mantiene o
no", pero "hasta ahora no ha sido cancelada", dijo hoy a Efe una
fuente oficial, que insistió en que la respuesta que Brasil dará a Estados
Unidos por el espionaje a Rousseff dependerá de las "explicaciones"
que ofrezca el Gobierno de Barack Obama.
La misma fuente explicó que la
presidenta brasileña "pudiera" hablar con su homólogo estadounidense
sobre ese asunto en la ciudad rusa de San Petersburgo, donde ambos coincidirán
el jueves y viernes de esta semana en la Cumbre del G20. Sin embargo, aclaró
que "no está prevista una reunión con Obama" y que ni siquiera ha
sido "pedida".
De todos modos, admitió que "pudiera ocurrir,
como siempre pasa en las cumbres", aunque en este momento, con el grave
escándalo del espionaje como telón de fondo, apuntó que "no será una
coincidencia cómoda".
Los documentos que revelan la forma en que fueron o
son espiados los teléfonos y los correos electrónicos de Rousseff, ya que no se
aclara si esas actividades realmente cesaron, fueron divulgados este domingo
por el canal de televisión Globo. Los presentó el periodista Glenn Greenwald,
columnista del diario británico The Guardian, que reside en Río de Janeiro,
quien a su vez los obtuvo directamente de Edward Snowden, exanalista de la
Agencia Nacional de Seguridad (ANS) de Estados Unidos, asilado temporalmente en
Rusia, donde se reunirá el G20.
Según esos documentos, los sistemas de la ANS
le permitieron a los servicios de inteligencia de Estados Unidos conocer el
contenido de las comunicaciones entre Rousseff y decenas de asesores, aunque no
aclaran a qué tipo de información tuvieron acceso.
El Gobierno de Brasil
reaccionó con enorme indignación a esas revelaciones, convocó al embajador de
Estados Unidos en el país, Thomas Shannon, a la Cancillería y exigió explicaciones "rápidas y por
escrito" al Gobierno de Obama. Más de 24 horas después de conocerse esos
nuevos documentos de Snowden, no había habido ningún comentario oficial en
Estados Unidos sobre el enorme malestar de un país "amigo" con el que
existe una "asociación estratégica", en palabras de Figueiredo.
Por
esa estrecha relación, el ministro de Justicia brasileño, José Eduardo Cardoso,
ha considerado "aún más grave" el espionaje a la presidenta, del cual
dijo que "ha excedido claramente el límite de la lucha contra el
terrorismo", en la que se escuda Estados Unidos para justificar a sus servicios
de inteligencia.
Estas denuncias surgieron en momentos en que Rousseff prepara
su visita a Washington de octubre. Esa visita sería la primera de un mandatario
brasileño a la Casa Blanca revestida con carácter de Estado desde 1995, cuando Fernando
Henrique Cardoso fue recibido con esos honores por el entonces presidente de
Estados Unidos Bill Clinton.
Este lunes, al explicar en una rueda de prensa la
reacción de Brasil frente a las nuevas denuncias, el canciller Figueiredo se
negó una y otra vez a responder si el viaje se mantiene en pie. "No estoy
aquí para hablar de esa visita", respondió.
Según las fuentes consultadas
por Efe, todo dependerá de la forma en que responda Estados Unidos, de cuánto
demore en hacerlo y de que las "explicaciones" satisfagan al Gobierno
brasileño y, en especial, a la propia Rousseff.