Al igual que ayer las mujeres podemos

El siglo XX fue llamado «el siglo de la mujer». Fue una centuria donde, desde sus inicios, surgieron grandes controversias ideológicas, transformaciones económicas, sociales y políticas que derivaron en grandes conflictos. La Historia oficial contemporánea nos recuerda que, aunque la humanidad anhelaba sociedades menos desiguales, siempre existía el fantasma de las guerras, pero en contraposición estaba la grandeza espiritual de los pueblos que no querían más antagonismos, dualidades ni debilitamiento de la civilización, es decir, retrocesos a etapas compulsivas. Los grandes líderes del mundo, con la estatura de prohombres, guías o inspiradores, trataban de crear conciencia de que, la soberanía del poder sobre los ciudadanos tiene que partir de los principios del respeto mutuo y la confianza. Sin embargo, en esa centuria: ¿dónde estábamos las mujeres, qué lugar o espacio ocupábamos? Por doquier, en todos los rincones del mundo, las mujeres —sobre todo en Occidente— coincidían e interactuaban con las OTRAS para conocer doctrinas, obtener SABERES y ser parte de las cuestiones de política que le atraían. No obstante, éramos LAS SIN DERECHOS; no teníamos la emancipación ni poseímos —al igual que los hombres— la palabra triunfante de la libertad; lo que hizo que surgiera la revolución del sufragismo, que trajo grandes demandas, nuevas filosofías humanísticas desde la perspectiva del feminismo y del existencialismo que cuestionaran la razón del ser-mujer, el ser como sujeto político y social, el ser como ente y, el ser como persona que requiere que sus derechos naturales sean reconocidos, especialmente, el derecho a la igualdad. En este tenor, el siglo XXI, nos encuentra a las dominicanas haciendo posible una redefinición de la palabra ciudadana, un término político que está asociado al contrato social y, sus interpretaciones. El siglo XXI nos encuentra, en este 2024, con la cuarta generación de mujeres votantes, herederas de la primera generación que ejerció el derecho al sufragio en 1942. Nos encuentra, al fin, integradas plenamente al Estado, al Poder Ejecutivo, a la Asamblea Nacional, a las Altas Cortes y a la Municipalidad. Nos encuentra haciendo germinar las semillas para darnos los frutos de la alimentación, en esa labor —la más digna de la Humanidad— que es, ser agricultora y hacer parir la tierra. Nos encuentra con una supremacía numérica en las aulas y, nos encuentra con la flor de una generación juvenil, AL IGUAL QUE AYER…, de mujeres que no toleran la explotación, el sometimiento, la discriminación ni la vida violenta. Nos encuentra, día tras días en movilidad constante hacia el progreso, dejando de lado todo tipo de miseria independientemente de su magnitud y profundidad. Nos encuentra, este siglo XXI, con un Ministerio de la Mujer (MMUJER) que labora de «cara a cara», de «mano a mano», que sabe cuáles son las prioridades; que se multiplica, que se reproduce en cada rincón del país, que se desplaza, que tiene claras las alianzas de compromiso auténtico a establecer; que su riqueza mayor es la solidaridad; que se reinventa día tras día, porque nuestro Ministerio de la Mujer, sí, porque es nuestro, tiene una identidad, un rostro sereno, meditativo. Ese rostro, que no conoce de la derrota ni del cansancio, es el de la Dra. Mayra Jiménez, quien desde el 2020 va escribiendo su autobiografía, una autobiografía distinta, suprema y vinculante con los habitantes de todos los rincones de la geografía nacional. Nuestro Ministerio de la Mujer impulsa para las mujeres hacer efectivas las grandes transformaciones esperadas por décadas, entre ellas, ajustar, reformar las leyes, no en teoría, ni desde una moral sorda, sino de manera responsable atendiendo las demandas de dar fortaleza a sus acciones institucionales para crear un verdadero bienestar social, económico, jurídico, ecológico y humano para las dominicanas, para lo cual en noble labor se ha asociado a todas las instancias gubernamentales y, entre ellas, con el Ministerio de Cultura, que tiene en su jefatura a la Honorable Sra. Milagros Germán, cuyo atributo más exquisito es la majestad de su don de persona. Este siglo XXI, finalmente, nos encuentra en esta mañana reunidas, congregadas, en esta sala del Palacio de Bellas Artes, convocadas para ser coparticipe del tributo que concede el Estado dominicano, al honrar concediéndoles la Medalla al Merito de la Mujer, a 18 mujeres, de seguro, todas nacidas en el pasado siglo XX, por lo cual ya somos mujeres de dos siglos. Las 18 condecoradas son de distintas ramas del hacer y del decir, educadoras, científicas, académicas, dirigentes políticas y comunitarias; feministas, intelectuales y filántropas, empresarias, militares y servidoras que por su liderato encarnan el humanismo que demandan los tiempos del presente. Pero lo más notorio de esta segunda década del siglo XXI, es, que hemos sido protagonistas y testigos de una transición política, luego de la movilización, participación y ejercicio del derecho al sufragio de la ciudadanía consciente por una democracia, que reconoce, desde el 2020 que el mayor bien jurídico que poseemos de la legitimidad del Estado de derecho es la Constitución de la República. La democracia del presente (y que disfrutamos) también la hemos creado las mujeres. Es una democracia progresista y representativa, alejada del pensamiento liberal clásico del siglo XVIII. La de ahora, la nuestra, prevé que en el desarrollo de la cultura y el fortalecimiento de la paz se continúe desde la construcción de la igualdad entre hombres y mujeres, lo que hará posible que no existan tensiones en la convivencia pacífica y evita la invisibilización de las mujeres en las esferas de la gobernanza y la planificación de políticas públicas para poder hacer sus aportes al desarrollo social. Y un ejemplo, de lo que expreso, lo afirmo de la manera siguiente, para que no se tomen como simples palabras sino como hechos concretos: La concretización del traslado al Panteón Nacional de los restos mortales de la sufragista Abigail Mejía (1895-1941), desde la semiótica del poder, esta efeméride trae (y ofrece exponencialmente) desde las altas esferas del actual Gobierno dominicano, un discurso articulador y, por supuesto, muy comunicativo que traza una compresión y reivindicación de los paradigmas de la CONTRA-HISTORIA que se sustenta en visibilizar las luchas de las mujeres, cuyas demandas (muchas) continúan en la palestra pública y en las mesas de negociaciones de los representantes de los Estados a nivel global. Esta acción histórica de primer orden de S. E. Luis Abinader, Presidente Constitucional de la República, es la afirmación y reconocimiento a las acciones de todas las mujeres del siglo XIX, XX y XXI que desde distintas esferas del conocimiento han legado nuevos significados epistemológicos al re-dimensionamiento de los estamentos ideológicos en que se sustentaba el pensamiento. Por lo cual, nos vincula a todas en la participación política y el derecho a la ciudadanía. No se conoce, hasta prueba en contrario, que ninguna de las naciones de Europa, Norteamérica o Latinoamérica, hayan dado y asumido con esta extraordinaria magnitud referencial —en el «derecho a la memoria»— la gesta revolucionaria emancipadora de las mujeres en el siglo XX: el sufragismo. Razón que impulsó, además, a nuestro Presidente de la República, S. E. Luis Abinader, a declarar que cada 16 de mayo, se celebre el DIA NACIONAL DE LAS SUFRAGISTAS, que reconoce en ellas, a la primera generación de mujeres del AYER, que después de una larga espera ejercieron el derecho al sufragio. Es por esto, que podemos afirmar que, la Dra. Mayra Jiménez, Ministra de la Mujer, ha logrado en su gestión que ya no exista (y me consta) una historia enmudecida de las mujeres. Sabe lo que es hacer un acto de justicia histórica y, de autorreflexividad, ya que existe la «filosofía del tiempo» que es, la que nos MIRA en todos los contextos socio-políticos-sociales específicos, de épocas pasadas y recientes. Ese desvelo de la Dra. Jiménez es lo que hace posible que, la historia de TODAS ustedes, de TODAS nosotras, presentes, televidentes, escuchas, se conozca, en especial de las 18 galardonadas en este hermoso acto de hoy, las cuales son mujeres de trascendencia y excepcionales, y que NOMBRO, para que sus NOMBRES, finalmente, queden grabados en la historia de la Nación, en la historia de la Patria y en la CONTRA-HISTORIA: 1. Antonia Antón de Hernández (Trayectoria en el Sector Financiero), 2. Elba Seneida García (Emprendimiento), 3. Reyes Altagracia Morel Baldayac (Empresarial), 4. Nellys Margarita 5. Heredia Agramonte (Comunitaria), 5. Milagros Urraca Espinosa (Inclusión), 6. Loida Esther Tejera de Corporán (Religioso), 7. Ylonka Nacidit-Perdomo (Cultural-Artística), 8. Santa Cesarina Fabián Medina (Social), 9. Lusitania Francisca Martínez Jiménez (Feminista), 10. Sonia Argentina Díaz Inoa (Profesional), 11. Angélica W. Rosa Durán (Militar), 12. Celeste Yanet Jiménez Cabral (Policial), 13. Dinanyiris Furcal Hernández (Deporte), 14. Ciana Diamantina Martínez Valdez (Educación), 15. Alicia Rojas Arias (Rural), 16. María de Jesús Pérez (Sindical), 17. Raquel Corona Peña (Destacada en el Extranjero) y 18. Petronila Castillo (Participación Política). Así, este 8 de marzo del 2024 el Gobierno de la República aporta nuevos nombres, rostros e historias de mujeres para continuar en la CONSTRUCCIÓN de referentes para que la identidad cultural y la identidad humanística nuestras vayan, se difundan, se conozcan y sean asumidas más allá de nuestras las fronteras. La Medalla al Mérito de la Mujer nos proyecta a TODAS las dominicanas, ya que nos hace cruzar el umbral del tiempo, puesto que, AL IGUAL QUE AYER… LAS MUJERES PODEMOS. YLONKA NACIDIT-PERDOMO Galardonada en Cultural-Artística