Santo Domingo.- Fué una noche mágica en la que los abrazos eran constantes y el espíritu de la hermandad reinó entre los presentes. Unos fuimos más alborotados que otros, pero cada quien lo disfrutó a su manera, reinando la cordialidad. Retrocedimos 55 años, eso fue lo cierto.
Mucha gente se asombra de la hermandad que hemos mantenido. Tenemos un chat y a diario nos saludamos, felicitamos a los cumpleañeros y nos identificamos con cualquier situación adversa que ocurra a cualquier miembro del grupo.
Una visita que nos alegró a todos fue la de Atala Santoni Vda. Incháustegui, pasada directora del colegio, que a pesar de sus ochenta y tantos, se incorporó al grupo de los cantantes de karaoke, bailó, socializó... Estaba tan feliz como todos nosotros. Fue un gran honor compartir con ella.
A lo largo de nuestras vidas hemos conocido miles de personas, pero esas vivencias de juventud son inigualables. La vida me ha demostrado que los amigos de siempre son los que conocimos en la infancia y juventud.
Recuerdo que en una oportunidad leí que una de las mejores terapias es reunirse con los semejantes que fueron contemporáneos en nuestra juventud, pues ese entusiasmo colectivo nos rejuvenece. El adulto mayor muchas veces se aisla. Es importante saber vivir en soledad, pero socializar es una medicina muy poderosa. Recuérdalo siempre.