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Danzando en el infinito.
Danzando en el infinito. (Foto: Fuente Externa)

Danzando en el infinito

Patricia Ascuaciati.
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Patricia Ascuaciati. (Foto: Fuente Externa)

A la memoria de Patricia Ascuasiati

Recordar a alguien tan presente en nuestras vidas, ante su inesperada partida no resulta tan fácil, por lo que he decido esperar que pasaran los días, para escuchar en el silencio la voz del corazón y que las lágrimas no me afloren, impidiéndome quizás, terminar una historia sembrada de risas y momentos maravillosos que pase junto a ella cultivando una amistad, cuyo tiempo de inicio no recuerdo con exactitud; porque fue Patricia Ascuasiati un ser de esos que puedes pensar que conociste en el trayecto de toda tu vida, como sus pasos al danzar como una pantera, en puntas, en piruet o en attitude, porque la técnica en ella no era lo relevante sino esa fuerza escénica y el melodrama que imponía su presencia al escenario.
El auditorio se sobrecogía de manera impactante, cuando ella danzaba, siendo así por muchos años, mientras ejerció su oficio de ballerina, en múltiples vertientes, innumerables papeles del orden clásico, moderno y hasta originales, creados por ese ingenio creativo que siempre la distinguió y la llevó a ser favorita de muchos productores, maestros de la coreografía, los directores de las academias de Ballet locales y los proyectos personales que tantas satisfacciones le dieron a su corto pero fructífero, trayecto artístico.
Cuando en los años 90, entré a trabajar como Diseñador de Espectáculos, fue su madre: Gisela Domínguez, quien me acogió en su selecto círculo de amigos y compartió sus conocimientos conmigo, que sumados a mi energía de juventud, produjeron frutos trascendentales en mi vida, porque ellos representaban el Grupo Elite en la producción artística y personajes tan importantes como el fallecido Jean Louis Jorge, Chiqui Hadad, Guillermo Cordero, Carlos Veitia y años después Alina Abreu, eran y en parte aún son, referencias importantes para la vida profesional de quienes sueñan con la fama y el éxito.
Nos dejo ella grandes y apoteósicos momentos junto a Sonia Silvestre en el Teatro Nacional, Maridalia Hernández en Caribe -Caribe en "Para Quererte" y tantos otros, como mi memoria registra, mucho antes ya, había brillado en el Ballet Clásico, junto a sus extraordinarias compañeras, que para enumerarlas a todas me faltarían páginas y espacio, aunque sus nombres están escritos con letras de oro en el arte nacional.
Sus maestras, fueron las mejores: Eladia de Cuello, Clara Elena Ramírez, Madame Corbet, Imgard Despradel, suman parte de esos nombres importantes que formaron su intelecto y cultivaron su vocación de estrella, en su ADN multidisciplinario, en el que además de bailar, podía pintar, diseñar, escribir, actuar y ser capaz de hacer todo cuanto soñaba. Juntos compartimos entrenamientos para las aspirantes a Misses, que bajo su sello tenían un éxito garantizado porque sabía imponer respeto y tenía olfato natural, para sacar de cada una lo mejor, porque era maestra del más puro e intuitivo instinto.
Respetaba la memoria de sus compañeros en la danza y atesoraba sus vivencias con Armando Villamil, Mauricio Fernández, José Kunhart y otros que partieron antes, dejando en ella, huellas importantes. Nació bajo el signo de Virgo y como tal, la sinceridad, la perfección y el respeto por su oficio, la distinguieron hasta su último día, en cada cosa que realizó y en cada posición que le tocó asumir con verticalidad y pasión, creyendo siempre en la patria como símbolo motivacional, en la cultura como pasión ardorosa y en el relevo generacional, que como corresponde trae el tiempo en sus transiciones.
Conocía al dedillo la actuación y por eso ocupó en la pantalla del Cine Nacional, los 5 minutos más exitosos, que recuerde la aún corta historia de esa disciplina: "La Gunguna", recibiendo premios y reconocimientos merecidos, por esa mítica actuación.

"Querida Patricia, que tú alma se eleve en el tiempo y tu arte te haga perpetua en la memoria de tu amada Quisqueya"

Tuvo el privilegio de ser la madre de Carlos Adolfo y Marcos Iván, la hermana amorosa de Alejandro, Leyda y Carlos Julio, prima amorosa de muchos, tia, madrina y amiga incondicional de tantos otros, que hoy lloramos en silencio por su inaudita ausencia. Si algo la distinguió en su vida fue la cautela, por lo que no podemos entender los sinuosos caminos del destino, cuando acechan tras el fatídico velo de lo imprevisto, que cual tempestad arrastra irremediablemente hacia el abismo, llevándose una vida tan útil aún, dejándonos sin una posible explicación, con lágrimas mudas de dolor y silencio, pero de niños aprendimos, que a Dios no se le pide cuentas y debemos aceptar con Fe, sus decisiones y pensar qué hay vida eterna y serán muchos los elegidos, pero pocos los escogidos.
En marzo se inicia la primavera y justo fue el mes de su imprevista partida. Faltarían páginas para describir su historia, pero no memoria para halagar sus talentos, su personalidad, su andar a voluntad, como si el escenario de la vida, fuera su propia naturaleza, con la completa seguridad en sí misma, que la distinguió en su hacer. Hoy me permito decirle adiós, a la amiga de risas, a la consultora de proyectos, a la que me escuchaba cuando le leía los prólogos de mis desfiles, donde tuve el privilegio de tenerla como actriz, en el 2916, en "El Jardín de los Secretos", que cual premonición, allí cultivaré la rosa blanca, como la de Martí, para conservar el afecto de mi amiga sincera, la que siempre me ofreció su mano franca y guardaré su risa, cual sonido eterno. Descansa en paz, querida Patricia, que tú alma se eleve en el tiempo y tu arte te haga perpetua en la memoria de tu amada Quisqueya!
Patricia Ascuaciati.
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Patricia Ascuaciati. (Foto: Fuente Externa)
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