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Tener título de Ciudad Creativa del Mundo

jueves 31 de octubre de 2019, 10:18h
En mi afán de poner en contexto la popularidad del merengue en Bogotá, encontré que había sido declarada Ciudad Creativa en el área de la música. Era el año 2012, cuando la UNESCO la ingresaba a esa lista, y lo hacía resaltando la diversidad musical, e importantes atributos como la celebración permanente de eventos, existencia de proyectos de formación de calidad, y el impacto social y económico generado por el sector de la música.

Dicho reconocimiento no es fortuito, pues esta ciudad concentra el 45% de la industria musical en vivo de Colombia y el 52% de la música grabada. Bogotá tiene 7 millones 150 mil habitantes, y cuenta con políticas establecidas que permiten una extraordinaria apertura hacia el arte en sentido general, con la ventaja de ser un puerto aéreo que conecta a América del Sur con el resto del continente y más allá, y poseedora de infraestructuras que permiten la creación y promoción de la música, desde la académica hasta las expresiones tradicionales, impactando desde el erudito hasta el más común de los ciudadanos.

Lo mencionado habla de un trabajo constante. No se trata de la simple acción de cantar y bailar, o de producir un número de conciertos al año que benefician a una minoría. Se trata de un engranaje funcional, algo así como un ecosistema.

Lo mismo pasa con Medellín, la segunda ciudad colombiana más poblada, con un poco más de 2 millones 500 mil habitantes, y una sociedad consiente de la importancia de la música para su desarrollo. Fue incluida en la lista de Ciudades Creativas en 2015, con una justificación que habla de programas como la Red de Escuelas, Medellín Vive la Música y el Consejo de Música. Además, el hecho de contar con sellos discográficos que han impulsado la música colombiana, dentro y fuera del país; o tener cinco orquestas sinfónicas y seis instituciones de educación superior musical. El reconocimiento también la señala como sede de Circulart, el modelo latinoamericano por excelencia de rueda de negocios para la música emergente; y a festivales de alta valoración como Altavoz (música alternativa), Festitango (tango) y Festicámara (música de cámara), entre otros.

Se me antoja recordar estas dos, a propósito de que Santo Domingo también ha sido incluida en la referida lista, junto a otras 65 ciudades, entre diversas disciplinas del arte y la cultura. Como la primada de América ha sido distinguida por su dinámica en el ámbito de la música, invito a que hagamos el cotejo. También invito a reflexionar, e intentar entender que tener el título de Ciudad Creativa, más que un buen trabajo de Lobby, y una “chulería”, es un compromiso adquirido. Está claro que somos un país muy musical; pero el talento debe estar acompañado de disciplina y planeación, de entendernos y reconocernos. Se necesita del concurso de todos los sectores para demostrar que somos merecedores de tan importante distinción.
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