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El continente asiático

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
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lunes 26 de febrero de 2018, 23:00h
Asia se reanima económicamente en medio del desorden, luego del descalabro regional financiero de 1997-1998. Ese descalabro duró diez años. Su próspera tasa media de crecimiento se situó en un 6% en el año 2000, donde la parte geográfica del noreste asiático (China, Taiwán) ha sido muy exitosa hasta 2017, a diferencia de su parte sureste, donde el crecimiento económico es menos significativo. El crecimiento de China y Taiwán es de dos dígitos promedio casi todo el tiempo.

En efecto, la parte sureste de Asia, no ha recuperado su atractivo ante los inversionistas extranjeros, que se han concentrado en la apertura de la China, cuyo motor de crecimiento ha sido la demanda exterior, la pujanza de sus exportaciones, siguiendo una tradición bien asiática. Muy pocos países asiáticos se están beneficiando en grande como China. Lo confirman innumerables fallas, reducción de efectivos y bolsas de valores descontroladas.

La economía japonesa, junto a la siempre pujante y sorprendente China, son hoy las dos locomotoras del continente asiático, aunque Japón no termina todavía de estabilizarse y salir de una recesión que afectó sus finanzas públicas que duró diez años y es dueña de un alto déficit estatal. La China en cambio se reforma y progresa rápidamente empujada por la demanda exterior, esencialmente norteamericana, pero en ella existe un contraste pronunciado entre lo macroeconómico y lo microeconómico. En efecto, la reestructuración de las empresas del Estado chino es lenta y cuidadosa, y pesa enormemente ante la urgencia de su entrada a la Organización Mundial del Comercio (O.M.C.).

No es sorprendente en esta situación, la perspectiva de que se piense ahora crear un eje compartido entre Japón, China y Corea del Sur e ilustra la voluntad de estos países asiáticos de introducir un mínimo de coordinación para hacer frente a la mundialización, en particular a los flujos financieros.

La India, el segundo país más poblado de Asia, por su parte, después de la China, continúa encerrada en sí misma, pero programando su futuro, también a pasos de gigante: con optimismo.

Indicadores económicos relevantes.

El continente asiático está formado por 24 países con una superficie de 21,4 millones de kilómetros cuadrados y una gigantesca población de 3321 millones de habitantes (más de la mitad de la población mundial en el año 2000), lo que representa una densidad de 155 habitantes por kilómetro cuadrado.

El producto nacional bruto en promedio del continente, sin incluir a Taiwán, es de 6,460 billones de dólares. El producto nacional bruto por habitante del continente asiático es de 4,804 dólares donde destacan por encima del promedio: Japón con 32,230 dólares, Corea del Sur con 8,490 dólares y Singapur con 6,666 dólares.

La fecundidad promedio en los 24 países asiáticos (cantidad media de hijos por cada mujer) es de 3,4%, demasiado elevada para un continente con 3,684 millones de habitantes. La esperanza de vida promedio de los 24 países del continente asiático es de apenas 63,5 años. Japón con 81 años, Singapur con 78 años, Taiwán con 75 años y Corea del Sur con 74 años tienen la mejor esperanza de vida.

El consumo de energía es de 1,272 kilogramo petróleo por habitante, donde destacan Singapur con 8,661 kilogramos por habitante seguido por Japón con 4084 kilogramos por habitante.

Aprendamos del continente asiático.

Eduardo Huchim, en su libro TLC, hacia un país distinto nos revela: "La Cuenca Oriental del Pacífico, ha sido la región de más dinámico crecimiento del mundo en los tiempos recientes y ha asombrado al mundo con sus elevadas tasas de crecimiento y el enorme volumen de sus exportaciones, llevados de la mano por la revolución científica y tecnológica, así como por ser una de las más importantes fuentes de inversión directa merced a la gran acumulación de excedentes comerciales" (Huchim: 1992).

Actualmente la Cuenca Oriental del Pacífico produce más de la cuarta parte del Producto Interno Bruto mundial, genera más del 20% del comercio mundial y es la primera fuente de inversión directa en el mundo. Desde la década de los ochenta, esos países crecieron a una tasa promedio anual de 8,5%, en tanto que en la zona del Atlántico Norte (Comunidad Europea, Estados Unidos y Canadá) el crecimiento fue de apenas un 3%.

Al principio el milagro japonés destacó entre todos: prioridad del ahorro sobre el consumo; orientación del ahorro a los sectores productivos mediante un alto grado de articulación entre gobierno, empresas e intermediarios financieros: sub-valuación del yen y, en consecuencia, mayor penetración de los productos japoneses en el extranjero, e importación de tecnología.

Antes de la crisis del Japón en la década del noventa, Japón poseía un superavit comercial de 50 mil millones de dólares y era el principal acreedor mundial. Entonces, el 30% de la deuda externa de los Estados Unidos era con el Japón. Otro dato importante: la mayoría de los grandes bancos del mundo son japoneses. Es importante aprovechar la capacidad de financiamiento del Japón y su tecnología y obtener una mayor vinculación con Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán, los cuatro Tigres de Asia.

Asia demostró que un país puede ser pequeño, tener poca gente y pocos recursos, pero si puede ampliar sus mercados externos, va a tener escalas de producción más altas, y en ese sentido, va a poder distribuir sus costos fijos en más unidades. Y esto requiere vincularse con otras naciones, cosas que hicieron los países de la cuenca oriental del Pacífico, y lo hicieron muy bien. Esos países, muy pequeños en geografía y población poseen hoy tecnologías modernas a través de Japón, tienen la posibilidad de explotar nichos específicos de demanda por el propio avance tecnológico, cuentan con mercados que funcionan muy bien, en lo que los precios son señales muy efectivas y tienen políticas estables de largo plazo.

Es muy importante destacar que ya no vivimos en un mundo separado por nacionalismos ni por ideologías. China, antiguo país comunista, encabeza la lista de los países asiáticos con mayor inversión extranjera directa. Vietnam, antiguo país comunista, que asombró al mundo, al vencer a la primera potencia militar del mundo, en una guerra tan mortífera como irregular, recibe hoy una cuantiosa suma de inversión directa extranjera, incluyendo a los Estados Unidos y Francia, dos países con los que estuvo en guerra y a los cuales venció en los campos de batalla.

Integración económica.

En la cuenca asiática del Pacífico, las economías han evolucionado hasta crear un importante eje productivo que se caracteriza por la existencia de altísimas tasas de ahorro e inversión, de nuevas formas de asociación comercial y de organización de la producción, a través de los procesos llamados de "producción compartida". El eje de esta pujanza regional primero ha sido Japón, que ha transferido a las otras naciones de la zona recursos financieros, tecnologías y procesos productivos enteros, en un proceso conocido como de los "gansos voladores". A medida que Japón dirige sus esfuerzos hacia las ramas de tecnología de punta y eleva su salario real, las economías del área le sustituyen con creciente competitividad en la producción de manufacturas, lo que ha provocado una dinámica división del trabajo y una rápida traslación de los ciclos productivos de un país a otro, estimulando una rápida industrialización, primero, de los tigres del pacífico y ahora de los llamados jaguares. Japón, por su parte, ha definido nueve sectores tecnológicos: el área química, las tecnologías de cerámica y plásticos degradables, la informática, los equipos industriales, los productos de salud y la preservación del medio ambiente, encabezan la lista.

En este proceso de producción compartida, de integración de los países de Asia, Japón fue el país líder, fue la primera locomotora del continente asiático, seguido y acompañado ahora en 2018 por China, cuyas fronteras económicas se unificarán desbordando más temprano que tarde la zona asiática, la cual representará apenas el primer eje de una larga cadena. El objetivo final del Japón y China, grandes potencias del Asia, consistiría en unirse y volcar la producción de bienes y servicios de toda Asia al resto del mundo, como la mejor manera de competir con los otros dos grandes polos de desarrollo mundiales: Europa y los Estados Unidos. Hacia ahí vamos.
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Inversión extranjera directa en 10 países de Asia en billones de dólares. Año 2010.
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China : 40,4
Hongkong : 23,1
Japon : 12,7
Corea del sur : 10,3
Singapur : 6,9
Tailandia : 6,1
Malasia : 3,6
Taiwan : 2.9
India : 2.2
Vietnam : 1,6
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Total : 109.8 billones de dólares.

Fuente: Le Monde Diplomatique.

Veamos para concluir un aspecto relevante en el continente asiático: Rusia territorialmente con 17,1 millones de kilómetros cuadrados es un gigantesco país euroasiático, el más grande del planeta. Su parte asiática es Siberia, que va desde los Montes Urales hasta el Océano Pacífico, hasta los mares del Japón: es rica en petróleo y gas natural, es la zona más grande y Siberia es la menos poblada de Rusia, que hace frontera con China y con Japón, donde reside apenas el 14% del total de la población rusa. Es normal que por razones geopolíticas la Siberia sea ocupada y explotada por población china en los próximos años. Se espera que para el año 2050 más de 300 millones de chinos, país hoy superpoblado, repoblarían la Siberia por mutuo acuerdo entre Rusia y China. Y para esa fecha, también China y Japón serán ya estrechos socios comerciales por vez primera en la historia, de manera que habría una simbiosis entre estos tres grandes países, con perfil de grandes potencias: China, Japón y Rusia para explotar la Siberia rusa de manera conjunta, dentro de los próximos treinta y dos años, formando para entonces, el polo económico e industrial más importante del mundo, desplazando a los Estados Unidos, donde desde ya se expresan sus primeros síntomas y declives internos como primera potencia de servicios del mundo.
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