Emilio Borromé, un luchador de voluntad inquebrantable

Empezó a trabajar desde muy joven con el objetivo de aminorar las necesidades económicas de su hogar. Con apenas 23 años trabajaba arduamente en una compañía de construcción diseñando y montando cornisas en casas y edificios.

Todo iba bien hasta que durante un día de jornada laboral, en julio del 2006, por equivocación hizo contacto con un cable de alta tensión por el que pasaban más de 7,000 voltios de electricidad que le causaron quemaduras de tal grado, que los especialistas médicos se vieron en la obligación de amputarle ambas manos poco más arriba de las muñecas.

Desde entonces supo que la vida le traería grandes cambios. Sintió desaliento, perdió su rumbo, creyó que ya no tenía futuro y que de nada servía vivir. Sin embargo, en medio del proceso, descubrió que era posible resurgir de entre las cenizas siempre que las circunstancias negativas fueran utilizadas como eslabones para salir adelante.

Así es como un día, después de 11 años encontró los motivos para seguir luchando. Retomó sus estudios universitarios, consiguió trabajo, encontró el amor y se convirtió en padre. Sin dudas encontró la receta que le faltaba para reinventarse y cumplir su propósito de vida.

Su historia es promovida por Héroes RD, una organización sin fines de lucro que funge como plataforma para develar, contar y premiar historias de personas que se han destacado por su superación, valentía, logros personales y acciones de impacto en favor de otros y su entorno, convirtiéndose por ello, en referentes de su comunidad y/o país.

A través de su plataforma, Heroes RD, compartió la historia de este luchador durante un encuentro diseñado para todo aquel que desee aprender de experiencias inspiradoras para ver la vida de forma positiva

Durante la actividad, realizada en el Colegio New Horizons de Bella Vista y trasmitida en vivo por el Instagram Live de dicha organización, los asistentes tuvieron la oportunidad de compartir con Borromé y conocer cuáles fueron las estrategias que utilizó para pasar del fondo del Calabozo a la luz y la paz interior, y de no querer respirar a sentir la alegría de vivir.

“Perdí mis dos manos a la edad de 23 años y la prueba no me venció. Aprendí a vivir sin manos y a depender solo de Dios. ¿De qué me quejo yo? (…). Gracias a lo que me pasó soy la persona que hoy soy, esto me ha permitido desarrollar todo mi potencial y he sentido su propósito en mi vida”, confesó Borromé durante el evento.

No hay dudas de que la forma en que este joven enfrentó sus circunstancias, sus emociones y todo lo que le imposibilitaba superarse, le han convierten en un vivo ejemplo de admiración para quienes le conocen y quienes, desde entonces, le catalogan como “un ser humano de voluntad inquebrantable”.