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El Purgatorio como antesala de la guerra...

Por Germán Gorraiz López
martes 08 de septiembre de 2015, 22:59h
“La globalización no ha cambiado el hecho de que nada, absolutamente nada, puede llevarse a cabo sin Estados Unidos” .- Dominique Moisi.

Tiempos malos y peligrosos nos acechan. Tanto es así que hasta los aliados tradicionales de Estados Unidos parecen dudar del liderazgo de Barack Obama.

Eso es sumamente peligroso, advierten desde el Departamento de Defensa de U.S.A., porque si Europa, Japón, Australia o -pongamos por caso- Israel, titubean ante una política internacional que debería ser común y -además- deciden desplegar o “explorar” otras posibilidades geopolíticas, los enemigos declarados y potenciales de Washington aprovecharán su oportunidad, como ya lo están haciendo, colocándose al pairo ante un líder mundial que parece no liderar nada mientras las fuerzas antihegemónicas están preparándose a fondo para atacar al buque insignia...

No es una metáfora ni tampoco una exageración porque centenares de libros escritos y publicados, en todo el mundo, aseguran que el imperio americano se derrumba y que sus aliados ya corren en desbandada buscando otros aliados en un planeta de futuro próximo, sin Obama y sin los EEUU... Dicen los antinorteamericanos que la cultura occidental está sin timonel... Si embargo, siendo realistas y aplicando, aunque sea un poco, cierto rigor histórico e intelectual, una cosa es escribir profecías para venderlas y otra cosa es describir el mundo real.

La realpolitik es más difícil de escribir y casi imposible de vender porque hay una extendida incapacidad evidente para describir la realidad en contraposición con lo fantástico e ilusorio, la bagatela pseudo-intelectual y las teorías conspirativas basadas en falsas banderas y otras maldades elucubradas por una “opinadora” chusma impotente que, al carecer de información fiable y asequible, no tiene otra cosa que ofrecer a su adoctrinado público.

Tampoco tienen otros recursos científicos o literarios pertenecientes o relativos al entendimiento que puedan salvarlos del ridículo extravagante en el que se ahogan con sus dictámenes o máximas antijudías. Una peripatética expresión de la terrible enfermedad de su espíritu que refleja y proyecta su odio enfermizo a un indescifrable “imperio” que no sabe definir ni explicar. El caso es que se siguen vendiendo estos libros. Siempre me ha parecido curioso. También me ha parecido necesario porque la masa inculta, al fin y al cabo, debe ser alimentada con la basura intelectual que ansía y que quizás se merece... Suelen decir los cubanos que los “comemierda” nunca llegarán a ser gourmet.

Esto en el discurso de la nueva Cuba, que se ha pasado a Occidente, significa que el esclavo adora a su esclavizador y hasta le horroriza la libertad. Ese individuo sometido se encuentra también en una suerte de pléyade ilustrada que con “galones” y otras extrañas acreditaciones para advenedizos en el terreno del lenguaje escrito, se han rendido de forma obediente y enamorada a la cofradía del odio a los Estados Unidos y a Israel. La revolución de la información y de la comunicación, ya no puede hacer nada por ellos. La ontología de lo cotidiano pudre sus cerebros a tal velocidad que los incapacita para comprender el “ser” y sus propiedades trascendentales.

El posmodernismo indescifrable que no han sabido digerir, por sus limitaciones gastronómicas en el banquete universitario. “Galones” que han pagado como el que compra mercadería barata para salir de la mediocridad en la que siempre han vivido. Ese negocio en el que han sido timados, solo les ofrece ahora una patética representación del “parecer”: parezco analista, parezco politólogo, parezco periodista, parezco experto mundial en opinar sobre los EEUU y sobre lo que me dé la gana... Pero no pueden porque son unos ignorantes adoctrinados.

La lectura que se ha hecho hasta ahora del enorme endeudamiento global de EEUU, es algo que espanta y sorprende a muchos, penosa o gratamente, según los ojos que observan; endeudamiento del 80% aproximado de los ahorros totales de todo el mundo, esa nación norteamericana sufridora de una crisis financiera de extraordinarias proporciones que ocasiona pánico, de una competitividad en cierto declive si la comparamos incluso con la Unión Europea; de sus enormes déficits comerciales, de una depresión que ya no solo parece económica y caracterizada por el desempleo masivo, la miserable situación de las clases medias, la deflación que un día es aguda y otro se presenta como crónica, y su decreciente uso de recursos o el bajo nivel de inversiones. En cierto modo parece que sí...

Algo de decadencia hay en todo esto. Qué verdad es... que lo que más se nota es la suciedad, la pobreza, el hambre, la enfermedad, el desorden, el caos, la incompetencia, la corrupción política; la violencia urbana a la que ponen toda clase de apellidos, los trastornos morales sobre racismo y las incongruencias políticas para tratar de ocultar las verdaderas injusticias y la exclusión sociales. Para la gente de todos los colores. No solo para negros o hispanos o asiáticos.

Esto es algo mucho más serio que el racismo y la gente no se da cuenta que los sistemas de dominio lo están ocultando. Digo que ya no parece solo una decadencia económica porque a nivel doméstico, parece que en el pueblo estadounidense se ha instalado el síndrome que arrastra consigo la tristeza profunda, el desencanto y la abulia política entre las clases desfavorecidas; y en la élite privilegiada, se ha instalado desde hace muchos años, un hedonismo posmoderno que apesta...

Un síndrome neuropolítico que parece estar degenerando el “American Dream”, ese sueño estadounidense del que tanto presumía Washington para decirle al mundo que los Estados Unidos son una tierra de igualdad de oportunidades y de libertad donde todo es posible y donde todos pueden lograr sus objetivos en esta vida, simplemente con esfuerzo y determinación... Un sueño que ahora parece ser una pesadilla de la que podrían no despertar los norteamericanos en décadas... Una pesadilla en la que ya no faltan el sentimiento antinorteamericano de odio frenético en toda Latinoamérica y en esa enorme “mitad” de un mundo árabe que ha decidido sembrar el terrorismo en todo el mundo. Esa mitad musulmana capitaneada por un “Alláh reconstruido” a imagen y semejanza de unos fanáticos clérigos persas con delirios de grandeza y poder.

Y esa China poderosa y en enorme crecimiento que ya no se fía de las triquiñuelas de Vladímir Putin y de sus turbios negocios con sus socios occidentales. Debería quedar claro que lo que nos ofrecen a diario los noticieros es un apoteósico caos por entregas para que nos vayamos acostumbrando a que ese infierno que nos parece lejano, ya se ha instalado a escasos metros de nuestro domicilio. Las multitudes de desesperados ya son nuestros vecinos cercanos en la Unión Europea. Concretamente vecinos de al lado... y la OTAN advierte ayer que, entre esa marabunta de desgraciados, se están infiltrando en la Unión Europea los yihadistas del Califato (Daesh) y otros elementos del amplio abanico de cortadores de cabezas del Islam...

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, maneja información de la Inteligencia Militar que ha detectado a los degenerados elementos de Daesh... A otro nivel de información de buena fuente, les diré que los ejércitos de la OTAN se preparan para intervenir en el llamado “foco” del problema... Es decir, Oriente Medio. Todo este apocalíptico espectáculo de miseria y muerte, suele ser siempre la antesala de una guerra, de más grandes proporciones que la que estamos viviendo. Esto que expreso no es solo el sentimiento que acongoja a los países de todo el mundo que decidieron unir su destino al llamado imperio estadounidense sino que es, ahora, estado de euforia entre las huestes enemigas de la Casa Blanca.

Se podría decir que Barack Obama ha hecho “casi nada” en sus ocho años de presidencia que se agotan en los próximos tres meses. Se podría decir pero no se debe, porque sería una falta de rigor histórico. Las críticas valen todas y son la sal y la pimienta de una sociedad democrática. Por otra parte, no se debería olvidar que esta “decadencia” que se estudia con lupa en lo que respecta al imperio americano, ocurre en todos los países del planeta. No se libra ni uno porque esto es una crisis global, no solo económica, sino también de valores. La inmensa tarea que tiene EEUU ante sí, desde todos los puntos de vista, será explicarle y demostrarle a su propia ciudadanía y al mundo, la mejor de las ideas... la única y revolucionaria idea, el único camino posible por el que se puede transitar para que este planeta sea gobernado con cierta idea de multilateralidad.

Esa palabra que parece ser el maná para otros actores globales que reivindican su “estatus” en este mundo que se derrumbará si nadie es capaz de, al menos, de frenar su incipiente estado de anarquía total. Un concepto que Washington no rechaza sino que puso en práctica hace más de veinte años, solo que ahora estamos en tiempos de guerra y se han agudizado los problemas y sus contradicciones al modo en que lo explican los que todavía utilizan la visión marxiana de la historia. El papel de Rusia es tan fundamental para los Estados Unidos, que ha convertido hoy al presidente de Rusia, Vladímir Putin, en un valioso sparring a millones de años luz de los socios multilaterales chinos. El partner geopolítico de Moscú, se está ganando a pulso un sitio relevante en los territorios de Dios que Estados Unidos gestiona ahora con un reparto de tareas...

El reparto de poder “multilateral” no es otra cosa que la exigencia de Washington de que hay que delegar responsabilidades, repartir los territorios de actuación y compartir los gastos, cada vez más grandes y multimillonarios, en la gobernanza global. El poder blando es la única alternativa de Washington para “aligerar” el odio a la Casa Blanca y distribuirlo equitativa y democráticamente entre los grandes actores geopolíticos... La imagen de George W. Bush, encima de su portaaviones, diciendo “Misión cumplida”, se ha guardado en el baúl de los desaciertos de la historia para dejar paso a una tercera legislatura imperial de cooperación para poner orden en este espantoso mundo en el que vivimos.

Ese mal entendido y peor interpretado imperio occidental que está más fuerte que nunca y perfectamente preparado y dispuesto para tumbar al presidente sirio Bashar Al-Assad, destruir a Hezbollah y pasarle una factura de muerte al Gobierno de los ayatolas persas. Solo que ahora, Barack Obama, quiere cerrar su capítulo como presidente con otras tácticas y estrategias que no ensombrezcan su buen nombre y su buena fama como Nobel de la Paz... La crítica que le hacen desde la Unión Europea y desde Israel, es que ha convertido a Europa y a todo el Oriente Medio en un auténtico Purgatorio donde sus aliados “predilectos” sufren la muerte en vida; los peores tormentos provocados por los yihadistas, desde Jerusalem hasta Berlín, desde Judea y Samaria hasta Londres. Las más apocalípticas avalanchas de migrantes desesperados y hambrientos de la historia que huyen en estampida del infierno de la guerra. Para la Unión Europea y para Israel, la Casa Blanca trata de restaurar su credibilidad como hiperpotencia, repartiendo la carga del Gobierno mundial con una espectacular representación de la diplomacia como paso previo a una intervención militar que ya no necesitará la “excusa” de armas de destrucción masiva que no se encuentren por ninguna parte. La forma más fácil de destruir Irán es la ruptura de un contrato con centenares de estipulaciones que solo tienen una interpretación... Ahora el Purgatorio está en Europa, en Israel y en todas las tierras de los aliados árabes de Washington. Acusan a Barack Obama de ser el instigador de un castigo como método de “purificación” que libere a los aliados del imperio occidental, de los residuos de la imperfección. Así entenderá todo el mundo que el Purgatorio es la antesala de la guerra total. La antesala del infierno.

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