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Personajes y calles de mi vieja ciudad (2/5)

viernes 24 de julio de 2015, 12:03h
Un personaje inolvidable de la calle Luperón fue nuestra profesora Cristiana Risk Pujols, quien además, era declamadora, se convirtió en rapsoda, llevando su arte a diferentes escenarios de la ciudad y del interior y llegó a ser Presidenta de las Damas del Ateneo Dominicano. En la esquina con 19 de marzo, frente al parquecito María Trinidad Sánchez, vivía la familia Henriquez Gratereaux, padres de Federico, uno de nuestros más sólidos intelectuales. En esa misma calle residían los Roa Del Rosario, cuyos hijos se distinguieron en el área de la ingeniería.

En la esquina Luperón con Duarte quedaba el Estudio Fotográfico Aybar y al frente, la dulcería de Arturo Sardá, parada obligada a la salida del colegio, para comprar un piñonate o un chocochoco, por dos cheles. En la Duarte, Subiendo la “Cuesta del Vidrio” residía la familia Del Monte Urraca, padres del arquitecto Manuel Del Monte, restaurador e historiador, dirigió por muchos años la Oficina de Patrimonio Cultural.

Siguiendo la Duarte hacia el sur, entre Salomé Ureña y El Conde se encontraba el teatro Rialto que no solo era un cine, también era escenario para conciertos y recitales, como casi todos los cines de la Ciudad Colonial. Recuerdo a mis padres comentar, el maravilloso concierto que había ofrecido en el Rialto la noche anterior, una joven pianista dominicana, que había regresado del extranjero, se trataba de Aida Bonnelly, finalizaba el año 1949.

En la calle Hostos, esquina Luperón tenían su bufete de abogados los doctores, Gilberto Fiallo Rodríguez y Rafael Alburquerque Zayas- Bazán –Don Chichí- quienes además fueron dos reconocidos anti-trujillistas. Don Chichí fue el padre del Dr. Rafael Alburquerque De Castro, quien sería muchos años después, vice-Presidente de la República. Frente al bufete se encontraba la Escuela de Peritos Contadores y en la esquina norte, las Ruinas de San Nicolás de Bari, primer hospital construido en América en 1503, lugar de solaz donde solíamos ir a jugar y a dar de comer a las palomas; las
ruinas siguen allí, “memorias venerandas de otros días”, como dijera la poetiza Salomé Ureña en su poema “Ruinas” En la Hostos, funcionaban las oficina de Rafael Heredia Cordero & Co. representantes de los productos farmacéuticos Pfizer, y de la famosa firma Sylvania, primera marca de televisiones llegadas al país. El tío Rafael Heredia que en realidad era primo hermano de mi padre, llamaba la atención por su buen vestir, elegante y alta figura, era llamado el “Conde Danilo”, en alusión al famoso personaje de la opereta La Viuda Alegre, cuya nueva versión cinematográfica “The Merry Widow Waltz” con Lana Turner y Fernando Lama, estaba causando furor.

Del colegio La Milagrosa, al que asistíamos, situado en la Luperón, recordaremos siempre a nuestros profesores, maestros de vocación, entre ellos: Manuel Marino Miniño Marión-Landais, Luis Morales, Fernando Quezada, Salvador Pittaluga, Freddy Staffeld Madsen y las profesoras Mariana De los Santos, Haydée Acevedo, Lillian Capellán y Rosa Haddad. El Colegio programaba visitas a lugares históricos, el Alcázar de Colón, La Fortaleza Ozama, la Torre del Homenaje, las iglesias, y el Museo Nacional que se encontraba en la calle Atarazana, era una bella forma de enseñar la historia de la ciudad de Ovando, y el 12 de octubre, día de la Raza, nos llevaban a la Catedral, donde se exponían los restos de Cristóbal Colón.

La “Casa Velázquez” en la Luperón esquina Arzobispo Meriño, era un gran establecimiento de abastos, precursor de los super-mercados. En La Meriño se había radicado una familia de exiliados republicanos españoles, formada por don Emilio Aparicio y doña Antonia Blanco Montes, y sus dos hijas: Ana América y Carmen, nacidas allí; también era parte de la familia, otra gran actriz española, Carmen Rull; el aporte de estos artistas al teatro dominicano fue decisivo, don Emilio fue el primer director del Teatro Escuela de Arte Nacional, Compañía y Escuela Oficial, creado en 1946, fueron además los introductores en el país de las radio-novelas.

En la Meriño, esquina El Conde, estaba la librería y papelería de “Pool Hermanos”, donde acudíamos con frecuencia a comprar materiales y la revista argentina “Billiken”, de gran utilidad para los trabajos escolares. La Dirección General de Bellas Artes había sido creada en 1940, fue ubicada en Las Damas con Mercedes, en uno de los monumentos más importantes de principios del siglo XVI, que fuera sede de la Real Audiencia, primer Tribunal del Nuevo Mundo, hoy Museo de las Casas Reales; fue el gran escenario de aquellos años, donde se presentaban los conciertos de la Orquesta
Sinfónica Nacional.

Siguiendo Las Mercedes de este a oeste, encontrábamos, el Colegio Serafín de Asís; la Librería Dominicana, del señor Julio Postigo, que se convirtió en un centro cultural, en cuyo Patio Español tenían lugar encuentros de artistas, recitales, y representaciones teatrales. En la casa #81, frente a la iglesia de Las Mercedes, vivía don Emilio Rodríguez Demorizi, intelectual de gran valía e historiador; más adelante, estaba la casa de don Francisco Prats-Ramírez, periodista, escritor y orador, fue padre de la gran maestra, intelectual y política, Ivelisse Prats Ramírez de Pérez. En esta misma calle quedaba la Clínica del Dr. Felix María Goico Evangelista, eminente cirujano graduado en la Sorbona de París. En la calle “Polvorín” cerca de Las Mercedes, vivían las familias Bosch Gaviño y Ortíz Bosch, cuya hija, Milagros, ha sido la primera mujer en llegar a la vice-presidencia de la República.

En la José Reyes, vivía la familia Ayuso Espinal, con sus tres hijos, Josefina, Juan José, periodista e investigador y Felix Frank –recién fallecido-, también periodista, historiador y catedrático. En esta calle, en el antiguo Convento Mercedario, donde ejerció su sacerdocio Fray Gabriel Tellez, más conocido como Tirso de Molina, se instaló desde su fundación en 1859 hasta el día de hoy, la Benemérita Logia Cuna de América, y su recinto se convirtió en otro espacio cultural.

Los domingos eran días especiales, luego de asistir a Misa, las familias se reunían y compartían el almuerzo. A las dos de la tarde los niños y adolescentes, nos disponíamos a ir al matinée de los cines Olimpia, Capitolio o Rialto, para ver las series de: Flash Gordon, Tarzán, Supermán, precedidas por los dramas de vaqueros de Durango Kid protagonizados por Charles Starrett. Al salir del cine nuestros padres nos llevaban a tomar un helado muy de moda el “Peach Melba” –melocotones Melba- en el Hollywood, hermoso restaurant propiedad de Quico Pou, ubicado en El Conde esquina
Hostos. Curiosa siempre, le pregunté a mi padre por qué se llamaba así ese helado, y me contó, que había sido un postre dedicado a una célebre cantante de ópera, Nellie Melba, conocida como “La Melba”. Otras veces en la misma Hostos íbamos a los Imperiales, a tomar helados en crocantes barquillas, o un “ice cream soda”. En la noche acudíamos al Parque Colón para escuchar las retretas que ofrecían las bandas de música de las diferentes instituciones, hermosa tradición perdida.

El abuelo Mariano, personaje entrañable, tenía su propia agenda dominical, acostumbraba ir a misa, y por las tardes, entonces, convertido en Odfelo, asistía a la Benemérita y Respetable Logia Veritas, la cual había fundado junto a su hermano Miguel, en 1910. Con motivo del centenario de dicha Logia -2010- sus nietos fuimos reconocidos, como homenaje póstumo a nuestros abuelos. Los hermanos Heredia Mendoza, llegaron al país desde España, a finales del siglo XIX. El inquieto abuelo fue también de los fundadores de La Casa de España y administrador del Teatro La Republicana, en la calle Las Damas, en el hoy Panteón Nacional. El mayor orgullo del abuelo era su hijo, Salvador Heredia, primer dominicano graduado de Barítono de Ópera y Maestro de Canto, en el Conservatorio de Santa Cecilia, en Roma…
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