La vida es demasiado corta como para correr detrás de alguien que ni siquiera camina por ti. No es necesario ir detrás cuando ya saben dónde estás, cuando conocen tu hogar y saben de tus misterios. Por eso, no busques, permite que te encuentren.
No busques. Arrastrarnos y suplicar migajas de un cariño que no nos quieren dar no es saludable ni a corto ni a largo plazo. Sin embargo, puede que ciertas muestras nos lleguen a enternecer y que nos sirvan para buscar motivos para seguir anclados en el deseo de que esa persona permanezca en nuestra vida.
Si nos paramos a pensar, lo único que hacemos con esa actitud es prolongar de manera innecesaria el sufrimiento emocional. Someternos a la voluntad de los otros hace que nos convirtamos en marionetas de sus necesidades y de sus antojos.
En este sentido, como es obvio, hay cosas que pasan porque tienen que pasar, pero hay otras que pasan cuando hacemos que pasen. No podemos sentirnos libres ni ser felices si vivimos aferrados y atados a unas esperanzas que manejan los demás.
Soltar es la única manera de dejar hueco a nuestras fortalezas, de asumir nuestros errores y de conseguir manifestar nuestras intenciones y nuestro compromiso. De esta forma evitamos que lo negativo le reste espacio a lo positivo, consiguiendo incrementar nuestro entusiasmo por la vida y nuestro bienestar.
Extracto escrito por Raquel Aldana.
Lic. Ana Herrero
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