«El signo más llamativo de estos tiempos que estamos padeciendo es, sin lugar a dudas, la maldad; y su peculiaridad más desconcertante es que se ha introducido en todas las instituciones gubernamentales, convirtiendo sus sagrados edificios en lupanares para la peor escoria de meretrices que exigen la cuota a su proxeneta del partido; o efebos que ofrecen su cuerpo a políticos del hampa en ejercicio, y mujerzuelas de la más baja extracción social como portavoces exclusivas de los ministerios en la nueva trama espectacular ideada para la gobernanza.» Alfonso M. Becker