"La
actividad en una sala desordenada condujo a algo de lo cual las empresas, las
industrias y las sociedades quieren más: creatividad", indicó Kathleen Vohs.
Los
investigadores de la Universidad de Minnesota encontraron que, cuando a los
participantes -que llenaron algunos cuestionarios, unos en un escritorio
ordenado, otros en uno desordenado- se les dio a elegir entre un producto nuevo
y uno ya establecido, los de la sala desordenada eran más propensos a elegir el
novedoso, lo que indica que un ambiente con menos reglas estimula una
liberación de lo convencional.
