Estamos en tiempos de revoluciones que acaso nadie busca y que casi llegan por sí mismas a nuestros hogares. Que el año que comienza dentro de tres semanas va a ser, cuando menos, políticamente convulso, es algo de lo que a nadie le cabe duda. Que, en lo referente a los medios de comunicación, puede ser un auténtico terremoto, es una evidencia que cada día constatamos más profesionales: el huracán del cambio no es que esté llamando a nuestras puertas; es que se ha colado de rondón en nuestras casas, está conmoviendo los cimientos sobre los que asentamos, o ya casi sobre los que nos asentábamos.