Estamos viviendo los días más duros en cuanto a la llegada de inmigrantes a Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Las televisiones nos muestran imágenes desoladoras, en las que los niños son los tristes protagonistas de una catástrofe que tiene, desde luego, responsables directos -algún día, al dictador sirio y a sus enemigos islamistas habrá que juzgarlos por genocidio; será posible y lo veremos- y cooperadores necesarios -algún día, y también lo veremos, los capos de las mafias que traen gente como si fuera ganado, o en peores condiciones, comparecerán ante la justicia internacional-.