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Ciencia y religiòn.
Ciencia y religiòn. (Foto: Fuente externa)

Disquisiciones antes del pavo en Nochebuena

Por Giovanny Cruz Durán
jueves 24 de diciembre de 2020, 01:49h
Ya saben que fuera de mis pasiones por el Arte, en eso que he llamado "mis laberintos interiores”, cohabita un ser que frecuentemente contacta a un científico vecino (¿acaso será el Nivangio Zurc que todos llevamos dentro?).
Se me hace difícil, algunas veces, evadirme del químico que en pensamientos matemáticos pretende explicar para sí mismo la conformación del universo.

James Joyce escribió… "Para que el pensamiento piense sobre el pensamiento". Hoy necesito hacerle caso y entrar en un proceso de sutiles disquisiciones.

Hace una horas que ciertos datos, accidentalmente, aparecieron en la pantalla de la Mac. Eran viejos postulados sobre el Cosmos. Como estaba pensando en el pavo y la pierna de cerdo, ya sazonados, que debo hornear para la cena de esta noche, rápidamente ordené a mi mano derecha cliquear sobre el magic mouse y evitar que entrase en las profundidades de la Ciencia que estaba resurgiendo en el monitor. Pero la mano, o el ratón, no me obedeció. Sin poder ya evitarlo, coloqué sobre mi escritorio algunos libros malditos y luego los dedos se movieron inquietos sobre el teclado.

¡Joyce me tiene envenenado!

¡Debo escribir otra vez sobre el universo! Si acaso sienten que complicaré sus pensamientos con estos postulados, pueden interrumpir la lectura. No me ofenderé y hasta trataré de comprender.

Miren… insisto en deciros que en realidad el universo que limitadamente percibimos, vino de una Singularidad. ¿Qué es eso?

Una Singularidad es una zona del espacio-tiempo donde no se puede definir alguna magnitud física relacionada con los campos gravitatorios, tales como la curvatura, u otras magnitudes. Es un lugar en el que la densidad de materia y la curvatura del espacio se hacen infinitas, y no tiene significado desde el punto de vista físico-teórico.

Las Singularidades se forman cuando se produce un colapso gravitacional de estrellas macizas. Es como si la muerte antecediera la vida. El Big Bang (nombre que fue el resultado de una mofa) no es, entonces, una explosión como se piensa; sino una Singularidad o curvatura. El Universo tuvo en un punto distorsión infinita del espacio y el tiempo.

¡Ven que los físicos teóricos, el Internet y mis libros también envenenan mi cerebro, como le ocurrió al Quijote!

Muchos creyentes (y hasta no creyentes) piensan que en el Principio era un infinito vacío silencioso y oscuro, ningún lugar se distinguía de otro, ningún tiempo de otro. Y apareció un punto en el que estaba comprimida una cantidad descomunal de masa y ese punto explotó descomprimiéndose la masa, que fue ocupando cada vez más espacio y dando lugar a polvo cósmico, estrellas, planetas y el universo tal como hoy lo conocemos. ¡Comprenderán que nada de esto pudo ocurrir en siete días!

En realidad es bastante más complicado. Duendes de la Ciencia me han comentado que no hay manera de entenderlo intuitivamente y por ello se recurre a la metáfora de la explosión… o a la divina. Quizás resulta difícil imaginar que el Universo tiene un inicio y no hay un antes. Lo cierto es que el Universo ha existido siempre.

Si… si… ya sé que andamos en medio del diciembre, justo en el tiempo de Jesús y Mitra… y que debo indicar que quizás fue Dios quien sopló para iniciar la curvatura de donde en verdad venimos. Es una posibilidad. Si el multiverso siempre fue, no me atrevo a descartar a Dios dentro de ese “siempre”.

Eso si, "crear" es un proceso temporal, por lo que no hace falta explicar que el universo no pudo haber sido “creado”.

¡Esto ya roza el campo de la Filosofía!

Un dato curioso: me enteré que hay otras siete dimensiones que no se desarrollaron. Por eso, para nuestro mundo es como si no existieran; aunque sabemos que existen porque explican algunos comportamientos cuánticos. Igual que los yo-él que nos guiñan desde otras galaxias o al transitar por un Agujero Negro o un Agujero de Gusano, que a su vez explican otras evidencias del Tiempo.


¡Ay no! ¡Esto es demasiado! ¡Las vainas de Joyce! Es posible que yo fuese más feliz sin estas disquisiciones; pero ya saben que me son inevitables.

Debería completar esta entrega con otros elaborados juicios; pero, me lo impiden el pavo y el cerdo que me esperan… y, por supuesto, el “siempre” ineludible… ¡Telón!


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