Italia adelantó al 3 de junio la apertura de las fronteras con los países de la Unión Europea para intentar salvar una fatídica temporada turística, pero sigue muy lejos de recuperar el número de visitantes que llegaban al país antes de la pandemia.
Según datos de la Agencia Nacional para el Turismo (ENIT), los vuelos reservados para viajar a Italia este verano han caído casi un 90 % respecto al año pasado, un desplome que pone en jaque los hoteles y comercios turísticos del centro de Roma, muchos de ellos con la persiana bajada.
"Todo el mundo está encantado de ver la ciudad vacía, la hace aún más atractiva para los turistas, se pueden visitar sitios que antes era imposible", cuenta a Efe Martin, que ha venido con su pareja desde Alemania en coche y ahora disfruta de unos Foros imperiales desiertos.
Precisamente, los "flujos de países próximos" y los viajes en coche o tren desde lugares como Alemania, son una de las esperanzas del sector turístico para salvar esta temporada, según explica a Efe el presidente de ENIT, Giorgio Palmucci. Thais, brasileña pero residente en Reino Unido, aprovechó la actual situación para volar a Roma. Lleva en la ciudad una semana y todavía sigue impresionada por cómo ha encontrado la ciudad.
"He estado en el Vaticano, en Trastevere y he visto que todo está mucho más vacío. Además, a mi alrededor solo escucho italiano", cuenta mientras aguarda para entrar al Coliseo, en una insólita cola en la que solo hay cuatro personas delante de ella.
Los dos monumentos mas visitados, ahora casi vacíos
Ahora, dos de los monumentos más visitados de Roma aparecen casi vacíos, con apenas 20 personas frente a la icónica fuente, a la que se han acercado muchos italianos para disfrutarla como no se podía desde hacía décadas. Orsola, que viene de Nápoles, confiesa que está impresionada por el silencio del centro de Roma y por la cantidad de locales cerrados: "nunca lo había visto así, pero me da pena también por toda la gente que vive del turismo".
Turismo interior
Pese a que las fronteras están abiertas, los vuelos siguen sin llegar. En el aeropuerto de Fiumicino, el más grande de la capital italiana, el domingo había programados 140 vuelos entre salidas y llegadas, muy lejos de la media de 948 vuelos diarios de junio del año pasado. Por ello, aunque muchos romanos gozan de una ciudad que vuelve a estar abierta pero sin las masificaciones habituales, temen el impacto de un turismo que tardará años en recuperarse.
Se espera que los turistas extranjeros se dejen este verano 23.300 millones de euros menos que en 2019, según datos de ENIT, y que otros estudios como el de la patronal turística Assoturismo y el Centro de Estudios Turísticos de Florencia calculan en 29.100 millones menos. Este informe calcula que este año se registrarán 260 millones de presencias turísticas menos que en 2019, lo que supone una caída del 60 % y volver a niveles de los años sesenta.
Para amortiguar la caída de un sector que representa el 13 % del PIB nacional, el Gobierno ha decidido potenciar el turismo interno con un "bono vacacional", mediante el cual a las familias, en función de su renta anual, se les descontará entre 150 y 500 euros de sus gastos en establecimientos hoteleros.
Mientras, italianos y algunos pocos extranjeros siguen disfrutando de las estampas irrepetibles de Roma, que ha vuelto a una cierta normalidad con la apertura de monumentos y museos, pero que sigue muy lejos de una masificación convertida en el día a día de la ciudad.