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Por la mar nos vamos como última conclusión

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
http://antoniosanchezhernandez.com/
jueves 12 de septiembre de 2019, 23:52h
“Entré en la creatividad a tientas, ciego como cualquier niño que aprende a ver y andar. Aprendí a dejar que mis sentidos y mi pasado me dijeran todo aquello que de algún modo era verdad” Ray Bradbury.
  • Abuelo, como descendiente directo de Mogave Desiderio 4to., viví a finales del siglo XV11 y principios del siglo XV111, exportando azúcar, cañafístula y cueros, y más tarde de la agricultura pura y simple, y no termino de entender como negro de cuarta categoría social, por qué nuestra vida material ha caminado tan lentamente en el curso de los siglos. Por lo que usted me relata, hemos vivido en sociedades fragmentadas en provincias, haciendo el amor en hamacas, mecedoras o en el duro suelo, con poca o nula comunicación entre sí y un orden social muy rígido, gobernados por castas coloniales, factores todos, que no dejaron suficientes espacios para vivir como artesanos o campesinos libres, que nos permitiera convertirnos en empresarios o arrendatarios, y terminamos viviendo como personas amantes de la suerte y del destino. ¿Qué me responde?
  • Imagínese que en la vida no hay pasado ni futuro, tan solo una serie de presentes sucesivos, un camino perpetuamente destruido y continuado por el que avanzamos todos. A este valle de la Vega Real la gente siempre llegó y siempre se ha ido, despidiéndose con un adiós entrecortado, pensando en volver algún día, cuando no le falle la memoria. Este valle ha sido siempre la imagen de un pájaro venido de no se sabe dónde y que parte en no se sabe cuál dirección. Con comerciantes hateros y madereros, que siempre estuvieron de paso y por lo tanto, no tenían predisposición para acometer proyectos productivos complejos, de lenta maduración. Con demasiados hacendados que desarrollaron una mentalidad rentista, con el ojo puesto en los grandes centros de consumo europeos, siempre montados en caballos blancos o pardos, alazanes de mediana estatura y fuertes ancas, y cuya principal alegría fue tener muchos hijos y estar lo más cerca posible del alcaide. Con un trabajo de tipo servil, principalmente, sin iniciativa propia y siempre en espera de la dirección del amo hasta en los últimos detalles. Un cheque en blanco.
  • En este valle, la suposición de que la conducta humana es pronta y racional, fue en todos los casos, una real ficción. Pero resulta suficientemente próxima a la realidad de una pobreza verdadera, donde el tiempo sobra e impone su lógica de posponerlo todo, de dejarlo todo para después.
  • Diablos, dice Anastasio Frómeta 5to. Este continuo abandono por parte de la Corona, no condujo más que a la estricta subsistencia. Recuerdo que la gente de primera y de segunda tenían objetos de inversión tales como el uso del riego y la fertilización que los hubiera hecho menos vulnerables. Pero no lo hicieron, vivieron de espaldas a la tecnología de su tiempo. Prefirieron producir sobre la base del régimen natural de lluvias y sin fertilizar, contrario a lo que era ya una norma en España. Ya en pleno siglo XV11, con agricultura de subsistencia, decíamos que el mejor de los alcaides, era un buen aguacero. Por eso, en el valle de la Vega Real nos hemos preguntado siempre, si nuestras conductas productivas han sido racionales o por el contrario, tradicionales, que es algunas veces, en el fondo un eufemismo sinónimo de estupidez.
  • Es real. Nosotros los indígenas, por ejemplo, comerciábamos con las islas cercanas antes de la llegada de Colón. Eramos comerciantes en ciernes y nos cerramos ese camino de cara al mar. Desde entonces se dice que hemos vivido de espaldas al mar y hasta cierto punto es cierto, aunque es bueno que se sepa desde ahora, que sólo el mar nos separa del ahogo y de las duras faenas.
  • Por su parte, los negros éramos hombres que siempre nos hemos caracterizado por la fortaleza física, por una reconocida capacidad de trabajo, y hemos sido capaces de acometer trabajos muy pesados, en todos los tiempos. Fuimos utilizados en las plantaciones azucareras, en la producción de pieles, en el corte de la madera, o en la siembra de la cañafístula o del tabaco y languidecimos junto a esos negocios, en todos los siglos. Ahora, en la generación 16ava., como en un regreso incierto al pasado, nos vemos en la industria de la construcción haciendo torres residenciales, mirando como siempre hacia arriba, hacia el cielo, como si fuésemos incapaces de mirar hacia abajo y sobre todo hacia adentro de nosotros mismos.
  • Los españoles, oh Dios, lo reitero por nuestra parte, siempre hemos sido muy buenos comerciantes, sin embargo aquí, en este trópico, abandonados por la Corona, nos aplatanamos y nos dejamos aplatanar. ¿No es acaso el resultado de una isla abandonada a su suerte, y que por vía de consecuencia también abandonó a su suerte a sus habitantes? ¿ Acaso no hemos vivido de forma gregaria, superviviente, como los chivos en los montes o en los valles, de manera natural e irracional?. El resultado ya no es importante, es historia. Es nuestra imaginación la que se esfuerza en vestir las cosas, pero las cosas son divinamente desnudas. Te repito que quién tuvo el tiempo medido abandonó la isla en su momento y la dejó tal cual, como un trópico exuberante, como una isla sin tiempo, perdida en medio del mar Caribe, en medio de las leyendas y los mitos de sus pobladores, siguiendo el rastro de las gaviotas, de las aves migratorias, y de tanto mirar para arriba y de no mirar para abajo, en el fondo terminamos siendo unos eternos inmigrantes.
  • Comprenderás que en una isla abandonada, los bienes de lujo parecen poco atractivos a quien no ha estado expuesto a ellos, y el ocio es en extremo deseable, el cual se convierte en un gran valor tradicional. Un verdadero paraíso que ha atraído a grandes aventureros que disponen del tiempo medido y las palabras contadas, -que rápidamente descubren que en estos trópicos, la velocidad no es igual a la gravedad por el tiempo al cuadrado-, como lo propuso Galileo, en su primera ley de caída libre de los cuerpos, cuando la artesanía empezó a ser ciencia. Que somos apenas un trópico exuberante, una isla sin tiempo, con personas que viven de sus creencias en la suerte o el destino, delegando en terceros, consumidores desde siempre, no ciudadanos, donde siempre hemos llegado tarde y nos contentamos con poco, porque raramente aquí nunca pasa nada. Aquí todo es salitre desde entonces, Cancún, salitre, Cancún y nada más que salitre, en su versión optimista o pesimista.
  • Pero en su versión optimista, tan poco compartido, este es el mejor país del mundo. Y conste, que no estamos buscando adeptos para esta versión optimista porque sobran candidatos. Simplemente no tendría sentido, aunque solo una pequeña minoría selecta de esta tierra de nuestros quijotes tropicales, ha pensado alguna vez de esta forma. ¿ Y qué importa?.
Tres culturas cercanas y lejanas y tenemos más de cinco siglos en esta isla y solo hemos conocido la pobreza. Ud. abuelo sin tiempo, que se educó en pleno siglo XX, en la 16ava. generación, en los países, tal vez tenga para nosotros una respuesta más convincente.


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