¡Un maldito "apártida"!

Hace muchos años, luego de mi último viaje a la URSS, me alejé del PCD. Pasé algunos años fuera de todo partido. Entré, por un tiempo, al PLD del mil veces honorable Juan Bosch. Allí hasta enseñaba teatro en algunos círculos de estudios. Un día me quedé en un banco de mi casa alejado de toda actividad partidaria.

Luego, Tony Raful me “lavó” el cerebro y me acerqué al mil veces honorable Peña Gómez. Pero los blanquitos del PRD destruyeron la herencia de Peña y renuncié públicamente. Pasé algunos años domando, solamente, banco aguilucho, hasta que fui “rescatado” por unos amigos del PLD. Trabajé en la precampaña.

Trabajé en la campaña. Pero procuraron ignorarme, alejarme y disgustarme siendo ya gobierno. Esta mañana me di cuenta que, ciertamente, tenemos en nuestro territorio algunos apátridas. No soy eso. Apenas soy un apártida, un sin partido. Eso nos pasa a los deslenguados disidentes culturales.

Eso sí, soy un maldito e incorregible hombre de teatro y de letras. Allí sí que es verdad que no pueden ignorarme.

Pero, siendo todo eso, ¿para qué demonios uno necesita más?