www.diariohispaniola.com

Modernidad de Santiago: reflexiones

Por Antonio Sánchez Hernández
x
antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
http://antoniosanchezhernandez.com/
miércoles 29 de mayo de 2019, 22:00h
“La literatura es un refugio, un lugar donde todo puede ocurrir, donde es bueno sentir melancolía o temor, o incluso fracasar, o equivocarse, o amar a alguien, o desear profundamente, y no llamarlo por otro nombre, no sentir vergüenza por ello”. Tony Morrison.
Ahora que nada es nada, y ahora que todo es todo, que el mundo dominicano y mundial, es un absurdo, ya post modernos y globalizados, somos eternos emigrantes y al fin nos dimos cuenta de que la vuelta del elefante a su lugar de origen, era realmente la ida en más de un sentido. Que volver por la ruta del elefante, era resignación pura.

Cuando supe hace pocos días que Jimmy Carter, físico nuclear y ex Presidente de los Estados Unidos, declaró a la prensa internacional que no usa el Internet ni el teléfono ni las redes sociales, para evitar ser espiado en su vida privada por los satélites y cables submarinos de su propio país, se me puso la piel como carne de gallina: entendí que el control era planetario, que todavía no hay nada nuevo bajo el sol, más que espionaje e intereses imperiales.

La verdad aunque duela, no puede ser organizada. En R.D. somos trujillistas todavía, 59 años después de su muerte. Prueba: todavía no creemos en la separación e independencia de los tres poderes de Estado y los políticos, sobre todo los actuales mandatarios del P.L.D., ahora todos autoritarios y hombres de Poder, en el 2019 le huyen a esta idea, como el diablo a la cruz. Piensan nuestros amigos del P.L.D., que el mundo es un absurdo, como lo definió Albert Camus y que todo es posible, con la dispersión y protección de los tres poderes del Estado, sin calcular que todo lo que sube puede bajar, como quedó demostrado con los últimos cinco Presidentes del Perú, hoy todos en la cárcel o en el suicidio. Dios los ampare y libre de tanto mal y desgracia. Amén.

Imagínese usted que desde el 1962 al 2020 hemos votado dieciséis veces, en libertad, siempre con mañoserías, pero “libres”. Desde entonces los partidos políticos sustituyen al Estado, se aprovechan de sus instituciones, de sus tres Poderes. Que recuerde en 1962 votó el 84% del universo total de votantes. Ya en el 2002, cuarenta años después, apenas votó el 45% de ese mismo universo, es decir que un 39% había salido del juego electoral en esos últimos cuarenta años, un promedio de un 4% menos por cada elección celebrada. ¿Cual será el % de votantes en el 2020? ¿Un 30%, un 20%? ¿O todavía menos?

Y sin embargo, dicen los observadores más inteligentes qué se dan los mismos síntomas en el 2020: seguimos siendo alabarderos del Poder, simuladores, donde muchos de nuestros intelectuales modernos, politizados por conveniencias mercuriales, no conciben otro espacio que la simulación a la autoridad y el uso indebido de las instituciones del Estado. ¡Qué pedestres somos en la democracia real!

“Del mismo modo que una mujer, a quién dejamos en plena calle, va perdiendo su individualidad a medida que se aleja y ya no es, desde lejos, sino un transeúnte igual que los demás”, los ciudadanos de este nuevo país dominicano, se han ido retirando paulatinamente de los torneos electorales. Me quedé pensando que nuestras comunidades, siempre pasivas, son como un silogismo al que le faltan premisas verdaderas, vale decir, el auto respeto: venden su voto por centavos, por un pote de ron. Curiosamente esta comunidad nuestra, isleña, tan pasiva en la solución de sus propios problemas, dizque quiere la democracia, sabe que democracia es bienestar, sabe que él bienestar es igual al desarrollo, y presupone que la separación e independencia de los tres poderes del Estado es lo mejor que le puede suceder, aunque no sabe ni quiere saber, que su bienestar es el resultado de su propia participación, no el camino hacia él…Quiere una democracia regalada, sin luchar por ella.

Nuestra población ha estado profundamente incorporada a los procesos electorales desde que salimos del hombre del bicornio, de Trujillo, hace 59 años, en un rito que simboliza su propio presente. Hay que contemplar de cerca esas muchedumbres, donde existe mucho dolor y casi ningún espacio para el error, ese río humano que se movió por las ciudades y campos detrás de sus candidatos, deseosa de escuchar ofertas concretas que embriagaran sus espíritus. Esa población cree todavía hoy que puede cambiar sus oportunidades a través del voto, que por el voto elegirá un hombre protector que no la desampare, que la proteja de la muerte, que esta deje de convertirse en el objeto de su contemplación, para que comience un ciclo de renovación social, impredecible, inacabable, que saque las miserias materiales y espirituales de sus cuerpos.

Pero delega, delega, delega y no se asume directamente. Vende su voto por migajas: por un bono gas o por un bono luz. Es un cheque en blanco. Vivimos por delegación y por hartazgo, corruptos. Ese ha sido nuestro centro isleño durante seis décadas de supuesta democracia. Que el pasado caciquista, trujillista, aún presente en tantos aspectos de nuestra vida, se debata en las urnas, libremente; ese pasado que está soportado por el cinismo y el temor, por antiguas sonrisas y fórmulas arcaicas de cortesía, por guerras y violencias tradicionales, por gentilezas de un mundo viejo que comienza a desvanecerse, a alejarse de nosotros, como poesía de una hora desesperada, y que ojalá desaparezca pronto del panorama mental del ciudadano más simple. ¿La mayoría de la población de esta última generación inteligente (abuelos, padres e hijos): ¿votará nueva vez por delegación del sistema político, en el próximo torneo electoral del 2020? ¿Sabes por qué?
  • ¿Por qué?-
Porque se siente secuestrada como una fotografía harto borrosa y tomada a contraluz durante un paseo olvidado. Hemos pasado de la total mudez de Trujillo a la total sordera del sistema de partidos, nos dice Agatha Cristi. Nos movemos en medio de celos, venganzas y dinero. Ahora todo el mundo opina, habla, gesticula y oferta, pero casi nadie escucha y por eso cada día son más los apartidistas. Los ensayistas dicen que es porque los tres Poderes principales del Estado, (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) no son independientes, como se estila en las democracias republicanas. ¿Ud. que opina? Sea Ud. el jurado.

Lo cierto es que para esta última generación, la del mundo de la informática, los días parecen sucederse todos iguales, cada uno tan largo como un verano caluroso y húmedo. Esta crisis de representación es lamentable, y no tiene por qué ser reproducida en unos lienzos enmarcados en dorado: pero eso sí, con el respeto debido, a esa mayoría apartidista (54%), las cosas hoy le parecen de la misma manera, muertas en sí mismas, donde símbolos y palabras se desprenden como carnes que se pudren.

Las generaciones anteriores, hasta 1960, cuando éramos jóvenes, vivíamos de la mudez obligada en medio de una tiranía trujillista o en medio de constantes montoneras en el siglo X1X. Ojalá que estas tierras de pobrezas modernas nos regale lo mejor de su clima, que su austera candidez nos ciña en un tierno abrazo con los frutos abundantes de la tierra y podamos olvidar y renacer: el presente, historia real de la anécdota colectiva nos esperará siempre, otra vez el 16 de mayo del 2020…Pero ya estamos hartos de vivir en el pasado. Hartos de vivir en la impunidad y la corrupción, herencia trujillista. Pero como dice Albert Camus: el mundo es una fantasía, un absurdo.
  • ¿Abuelo, por el tono de sus palabras, se podría sugerir que también Trujillo fue el resultado natural de nuestras viejas montoneras caciquistas del pasado?-
  • Correcto. Pero fue un cacique excluyente, como casi todos, y el más duro y radical de todos, y en ese sentido es especial. Si los caciques dominicanos fuesen ficticios, no hubiesen habido 56 cambios de gobiernos y centenares de fallidas montoneras, desde la fundación de la República en 1844 hasta el 1916-1924, fecha de la primera intervención militar norteamericana y antesala inmediata de Trujillo y de su ideología autoritaria.
En cierto modo, los caciques dominicanos, militares y civiles, Trujillo en primer lugar, tienen algo de fantástico. Nuestra realidad política ha sido incoherente y los ciudadanos reflejamos esas incoherencias, mientras no se nos someta a un proceso de figuración por la palabra, histórica y poética. “Nuestros caciques siempre han buscado la imagen de personas muy coherentes, pero no olvidemos que lo que sabemos de ellos, ya nos viene dado o configurado. La República ha podido destruir los retratos de los caciques y aventar sus cenizas, pero no su recuerdo”. Son parte del mundo del absurdo de Albert Camus.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios