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El producto bruto interno mundial y la población.

Escenario de un planeta mal administrado.

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
http://antoniosanchezhernandez.com/
viernes 10 de agosto de 2018, 23:54h
Año 2001. América del Norte (EE.UU. y Canadá) con 306 millones de habitantes produce el 30.3% del P.I.B. mundial. Europa y Rusia con 728 millones de habitantes producen el 32,4% del P.I.B. mundial. Asia con 3,684 millones de habitantes produce el 26% del P.I.B. mundial. América Latina con 517 millones de habitantes produce apenas el 7,3% del P.I.B. mundial. Africa con 800 millones de habitantes produce el 2,3% del P.I.B. mundial y Oceanía con 31 millones de habitantes produce el 1,8% del P.I.B. mundial. (Bilan du Monde, Edition 2002, París). Esos datos del año 2001, han variado muy poco para el año 2018, proporcionalmente, pero en el 2018 la población mundial es ya de 7,5 billones de habitantes: un incremento de 1,4 billones de habitantes más que en el año 2001.

Un medio ambiente masacrado por una administración ineficiente.

El tema del medio ambiente es tan novedoso como importante es la industria
de la construcción en nuestro país. Hemos creído ser muy originales al constatar que la depredación del medio ambiente es un tema estrictamente nacional, y no lo es. Por el contrario es un tema que atañe a todo el planeta. Por lo tanto la problemática ambiental que crea de forma natural la explotación racional de los agregados, su inclusión en el modelo de desarrollo económico como uno de los cinco principales componentes o sectores generados de riqueza en el ámbito del Producto Interno Bruto de nuestro país, nos remite a la obligada temática de la Administración del Planeta en el área de los recursos renovables, que son donde descansa la materia prima de los agregados. Veamos algunas reflexiones importantes. Apenas algunas, pero que retratan de cuerpo entero y nos acercan de forma crítica y conservacionista del medio ambiente que nos rodea.

“La forma en que se administra el planeta es insostenible desde el punto de vista del medio ambiente. El crecimiento económico debe continuar. Pero bajo el sistema productivo actual, la acción humana destruye, entre otras cosas, 5 toneladas de suelo fértil por habitante y por año (25 mil toneladas de suelo fértil en total). Las bocas a alimentar crecen; los recursos para alimentarlas se destruyen. Hay que comenzar ya la recuperación y el aumento del capital natural, que es el factor de producción limitador. Apostar por la prudencia, empezar a prevenir desde ahora mismo, es mucho menos arriesgado y mucho
menos costoso que seguir como si no pasara nada” (Goodland:1992)

Hacia un desarrollo sostenible.

Si multiplicamos el consumo de recursos por habitante por la cantidad de población sabremos cuanto se necesita para alcanzar un desarrollo sostenible. Esto representa el flujo total de recursos del ecosistema que se introduce en el sistema económico y que luego vuelve al ecosistema en forma de residuos. La economía global del planeta en el año 1992 era de 20 mil billones de dólares. Si no se controla el crecimiento de la economía, en una sola generación puede llegar a ser 5 veces mayor. En el siglo XX1 es inevitable que se duplique el número de personas que intervendrá en la economía mundial, consumiendo recursos y sobrecargando los vertederos de los desechos. A mayor crecimiento mayor población relativa. Desde hace muchos años el sistema económico es relativamente grande en relación con la biosfera (clima, suelo y agua) y se está sometiendo a un esfuerzo excesivo la capacidad de recursos y de vertederos de la misma. Existen cinco pruebas que lo demuestran:

1) Apropiación de la biomasa por los seres humanos.

“La economía humana utilizó ya en 1986 de manera directa o indirecta, aproximadamente el 40% de la producción primaria de la fotosíntesis terrestre” (Vitousek:1986). La desertificación, la invasión urbana de las tierras agrícolas, el asfaltado, la erosión del suelo y la contaminación aumentan y también lo hace la búsqueda de los alimentos por parte de las poblaciones. “Esto significa que con la sola duplicación de la población mundial (en unos 35 años) en el 2021, utilizaremos el 80% de la fotosíntesis terrestre, lo cual no sólo es inapropiado sino socialmente inaceptable”(Daly:1991).

2) El calentamiento global.

Siete de los años más calurosos de que existen datos, se han producido en los últimos once años. En los últimos 10 mil años el cambio de la temperatura media no fue superior a 1 ó 2 grados celsius. La Academia Nacional de Ciencias de los EE.UU. advirtió al entonces Presidente Bush, que el calentamiento global puede llegar a ser el problema internacional más apremiante del siglo XX1. Es lo que los científicos llaman el efecto invernadero y es provocado esencialmente por la contaminación del aire debido a la quema masiva de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) que se acumulan en la atmósfera.

En un reciente documento titulado” Cambio climático 2001: Impactos, adaptación y vulnerabilidad”, que fué adoptado por más de 100 países del
mundo, el Grupo Intergubernamental sobre la evolución del Clima (IPCC),
confirma que los deltas, los pequeños estados insulares y las regiones áridas serán los principales afectados.
“El cambio climático podría tener consecuencias significativas e irreversibles para la economía, la salud pública y los paisajes de varias regiones del planeta, estimó un grupo de expertos de la ONU reunidos en Ginebra el 13 de febrero del 2001. El calentamiento global reducirá los aprovisionamientos de agua en Asia Central, en Africa Austral y en los países mediterráneos. En los países áridos del Tercer Mundo, la sequía y la escasez de agua, ya en aumento por el simple crecimiento demográfico, se convertirán en problemas endémicos.

En la mayoría de las regiones, incluyendo Europa, la frecuencia y magnitud de las inundaciones aumentará, y la calidad del agua se degradará. En las costas, el número de zonas inundadas aumentará considerablemente de aquí al 2080, aún suponiendo que la subida del nivel del mar se limite a 40 cm”(Hoy: 2001:)

3) La rotura de la capa de ozono.

El inmenso agujero que amenaza la salud humana y que pone en peligro la producción de alimentos y la propia industria de la construcción en su fase extractiva, es más grande que el propio territorio de los Estados Unidos. Al producirse este agujero en la capa de ozono, los rayos ultravioletas B producirán mil millones de cánceres en la piel y reducirá en mucho el sistema inmunológico, provocando una larga serie de tumores, parásitos y enfermedades infecciosas, además de afectar la pesca, las cosechas agrícolas y provocar desequilibrios en la vegetación natural.

4) Degradación del suelo.

El 97% de los alimentos provienen de la tierra y el 3% del agua de los océanos y de los ríos. El 35% del suelo terrestre está ya degradado. Las tasas de pérdidas del suelo se calculan entre diez y cien toneladas por hectárea y por año, y exceden a la formación del suelo por lo menos diez veces. Existen ya mil millones de personas desnutridas en el mundo. El exceso de madera extraída para quemar en todo el planeta aumenta el hambre y la pobreza del mundo” (Pimentel: 1987).
“En materia agrícola, el rendimiento de los cultivos podría crecer en las regiones septentrionales, pero disminuirá en las zonas tropicales” (Hoy:2001).

5) La biodiversidad.

“Ya hemos destruido el 55% del bosque tropical, el 55% del hábitat más rico en especie. 168 mil kilómetros cuadrados por año de los bosques tropicales desaparecen y con el se extinguen 150 mil especies de la vida silvestre” (Goodland:1991).
“Aunque se limitase a un calentamiento de 2 grados Celsius, el calentamiento podría provocar la extinción definitiva de algunos animales, como el oso de los Andes. Los osos polares y ciertos pingüinos perderían progresivamente sus habitats” (Grupo IPCC: 2001).
“Del mismo modo que los encargados de configurar la política y las decisiones consultan los indicadores macroeconómicos (inflación, crecimiento, tipos de
cambio y cifras de desempleo), deberían también proporcionárseles indicadores medioambientales y modelos que mostrasen el estado del medio ambiente y el impacto que éste produce en la economía, así como la relación existente entre la actividad económica y la degradación de los recursos. Tal como están las cosas los modelos de desarrollo ignoran con frecuencia el valor directo e indirecto del capital natural, tanto en el proceso de crecimiento económico como en el sostenimiento del bienestar humano. Es cierto que podría ser limitada la disponibilidad de tales modelos, pero existen suficientes datos en los que podrían y deberían basarse las decisiones” (Constanza, 1990).



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