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El sistema de Partidos

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
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domingo 10 de diciembre de 2017, 14:22h
La política es la expresión concentrada de la economía. De ahí que si la economía marcha bien, la política también. La economía puede ser individual ó asociativa. En tanto que actividad, la política tal como la concebimos todavía, presupone dos exigencias que no tienen ninguna relación intrínseca. La primera exigencia es llegar al poder. Si uno no accede al poder, se pueden tener las mejores ideas del mundo y ello no sirve para nada. Lo que implica que la primera exigencia de la política es un arte para acceder al poder. Su segunda exigencia es saber gobernar una vez se accede al poder. Pero nada garantiza que alguien que sepa gobernar acceda al poder y también lo contrario: que alguien que no sepa gobernar, no acceda al mismo, y sea presidente del país.

El poder mediático en el 2017, impone ahora como nunca a los ciudadanos comunes y corrientes, con actividades laborales privadas o asociativas por vía del marketing político, el ó los candidatos que presentan los partidos.

La política es la expresión concentrada de la economía. Existen pues dos vías para acceder al Poder. La primera vía, la vía directa, basado en un sistema de autogestión, básicamente asociativa, de cooperativas, por ejemplo, la cual a pesar de la ventaja de basarse en una economía de escala, ha sido casi siempre descartada en los sistemas modernos de partidos en una proporción de 10:1 en el peor de los casos en aras de la economía de mercado. Por ejemplo las cooperativas en R.D. tienen una inversión de 40 mil millones de pesos, y la economía total una inversión aproximada de 10 veces más. En R.D., que yo sepa, nunca ha quebrado una cooperativa.

La segunda vía, "por medio de sus representantes políticos partidarios, tiene la hegemonía universal, desde que Jean-Jacques Rousseau la propuso en el siglo XVIII, al través del sistema de partidos. Así cada cuatro, cinco o seis años, de acuerdo al país que sea, los ciudadanos tienen libertad de elegir los candidatos que proponen las formaciones políticas, los partidos. Son libres un sólo día, de elegir o abstenerse de elegir, lo que los partidos ya han predeterminado. Y ante la experiencia de dos siglos de elecciones, no siempre libres, Cornelius Castoriadis se pregunta:"¿A eso se reduce la libertad ciudadana? ¿A que cada cierto tiempo se vote por los candidatos que presentan los partidos políticos? ¿Quién controla a los partidos y a sus elegidos? Una ley de partidos, pero en R.D. nunca ha existido una ley que regule a los partidos políticos. Pero ¿existe algún mecanismo partidario para que los candidatos elegidos cumplan con las soluciones que ofertaron a sus electores en las campañas electorales? No existe. En la democracia, sobre todo con la ley de partidos, se independizan los tres poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial, con sus respectivos presupuestos. Pero los partidos en R.D. desde 1844 nunca ha separado o independizado los tres poderes del Estado, que es lo que caracteriza a una república. Por ello el Dr. Juan Isidro Jiménez Grullón decía que la R.D. era una ficción, no una república democrática.

En EEUU, se sabe, ser elegido senador de un Estado cuesta unos cuatro millones de dólares. En un país de desarrollo medio como la R.D. ¿cual es el precio de un diputado o de un senador para ser elegido? Se dice que también varios millones de pesos. ¿Y una vez elegido, a quién representa? ¿Conoce Ud., pueblo elector, cual es su diputado o su senador, o su regidor, o su alcalde, a quién usted puede dirigirse, para que cumpla con sus promesas de campaña? No existe ese mandato, esa ley. Quiere decir, además, que para ser electo se necesita una posición económica muy holgada, una inversión que debe ser recuperada desde el poder. Delegar, significa pues, para el contribuyente, elegir representantes de alto costo para el ciudadano común y corriente. ¿Y quién garantiza que ese ser elegido represente los intereses de los electores, de las comunidades. Nadie. En ese nadie, se basan nuestras instituciones políticas en la R.D., diputados y senadores, alcaldes o regidores, en un laissez faire, laissez passer.

"Tomemos la querella entre la derecha y la izquierda. Esta querella ha perdido todo su significado a nivel mundial. Los responsables políticos electos son impotentes. La única cosa que pueden hacer es seguir la corriente. Ya no son más que politiqueros. Personas que cazan votos sin importar los medios. Y luego se desaparecen de las comunidades.

Cornelius Castoriadis nos propone explorar una primera vía, donde el hombre común y corriente, debe crear sus propias instituciones. "Una sociedad democrática, de acuerdo a la experiencia mundial no puede ser más que autónoma, cooperativista, y no puede ser formada más que por individuos asociados. Un individuo asociado, y autónomo es aquel que actúa previa reflexión y deliberación, como fórmula para crear una sociedad democrática de manera directa, sin intermediarios. Nosotros contamos en el mundo con un cierto número de libertades, que se han establecido como producto o subproducto de las luchas revolucionarias o reformistas del pasado. Estas libertades no son solamente formales: capacidad de reunirnos, decir lo que queremos, libertad de movimiento, etc. pero ante la hegemonía de los partidos, es una libertad parcial, es defensiva, vale decir, pasiva o neutral. ¿Cómo se puede ser libre en sociedades gobernadas por instituciones partidarias que viven al margen de las leyes, y que tienen la posibilidad de prometer y no cumplir antes sus electores?

El sistema de Partidos.

El sistema de partidos no puede garantizar la libertad de los ciudadanos, de acuerdo a Castoriadis. "Se puede decir que yo soy libre en una sociedad donde existan leyes que se cumplan y se tenga la posibilidad efectiva de participar en la discusión, deliberación y la formación de ellas. Lo cual quiere decir que el poder legislativo debe pertenecer y representar efectivamente a la colectividad, al pueblo, evitando que las decisiones esenciales de la vida real, productivas o culturales sean producto de conversaciones de aposento. Así, desde el punto de vista de la organización política, como griego al fin, Castoriadis propone una sociedad que se articule en tres partes: 1) el oikos, es decir "la casa", la familia, la vida privada. 2) El ágora, lugar público-privado donde los ciudadanos se reúnan, discutan e intercambien opiniones, donde se formen las asociaciones y los grupos empresariales: en una palabra, un ágora para la sociedad civil. Y 3) La ecclesia, lugar público-público, sitio donde existe y se ejerce el poder político: los ministerios o Secretarías de Estado, y los poderes independientes del Estado. La relación entre estos tres estamentos: el oikos, el ágora y la ecclesia, debe articularse de manera elástica y sin exclusivismos. Sin vías indirectas, sin partidos políticos, por delegación directa de los contribuyentes. Así, la familia, la vida privada, (el oikos), se vincularía a la vida privada-pública, (el ágora), para desembocar en las instituciones públicas-públicas, donde se ejercería el poder decidido en las dos primeras instancias, (la ecclesia).

Lo público y lo privado.

Sostiene Castoriadis que el liberalismo actual en que vivimos pretende que no se puede separar enteramente lo público de lo privado, lo que considera una mezcolanza demagógica y falsa. Por
ejemplo, nos dice:" no hay presupuesto familiar que no intervenga en la vida privada pública, al igual que en la vida privada. Por igual, habría que subvencionar siempre la salud y la educación en cualquier sociedad, que es la relación entre el poder público (la ecclessia) y el ágora (las comunidades)". Son pues tres instancias, tres instituciones que dirigirían una sociedad democrática, con base autónoma, asociada, y seres libres". Solo en una sociedad democrática, agrega, se puede ensayar el establecimiento y la articulación de estas tres esferas, preservando al máximo la libertad privada, preservando también al máximo la libertad del ágora (las actividades públicas comunes de los ciudadanos organizados en comunidades), y garantizando la participación directa de las comunidades y de las familias en los poderes políticos públicos (la ecclessia).

Cornelius Castoriadis propone que el poder sea ejercido directamente por los ciudadanos del mundo." ¿Que es un ciudadano? Es ciudadano alguien que es capaz de gobernar y ser gobernado de forma simultánea. Por lo tanto, todo el mundo es capaz de gobernar de manera institucional. "La política, nos recuerda Castoriadis,
no es un asunto de especialistas, de brujos modernos, sino de partipación ciudadana de manera institucional y conciente, en el oikos, el ágora y la ecclesia. Hay millones de personas, de ciudadanos, con capacidad para gobernar de manera directa en todos los países del mundo, incluido el Tercer Mundo. Pero resulta que toda la vida política institucional trata precisamente de alejarlos, de convencerlos, de disuadirlos de que existen expertos a los cuales se pueden confiar los problemas públicos. ¿Quienes y donde están esos expertos? Claro está, en los partidos políticos, son los militantes de los partidos. Ellos resolverían, por la gracia de Dios y en base al "sacrificio personal", los problemas de la sociedad. Y han tenido la oportunidad de demostrarlo en todo el mundo: hace ya dos siglos se creó la democracia de partidos a nivel mundial. Así, Los ciudadanos del mundo entero se han habituado, por su parte, a seguir ó a votar por las opciones de los militantes partidarios predestinados. Y por experiencias sucesivas, en todos los países del mundo, se revela que los ciudadanos ejercen todo tipo de responsabilidades diversas, principalmente las actividades productivas y el resultado es que los ciudadanos del mundo, creen cada vez menos en los políticos y han terminado desengañados y en un manto de cinismo. Así los círculos partidarios gobiernan el mundo, reducidos en sí mismos, sin representar a nadie más que a ellos mismos. Es un círculo vicioso. Los partidos, los pseudos especialistas son cada vez menos y toman la palabra y hablan en nombre de los ciudadanos: "Yo estoy en política, nos dicen, porque los ciudadanos no participan en ella". Y los ciudadanos responden: " no vale la pena mezclarse. De todas formas el poder, tal cual está organizado no cambia nada para nosotros. Y ello ha conducido a la apatía ciudadana a nivel mundial y a la disolución de las grandes ideologías políticas, sean revolucionarias o reformistas-conservadoras.

En las sociedades modernas, después de las revoluciones americana (1776), francesa (1789), rusa (1917), hasta la segunda guerra mundial (1945), existía un conflicto social y político vivo. Las personas manifestaban por las causas políticas. Los obreros hacían huelgas, los asalariados luchaban por sus intereses. Los empresarios por una mayor productividad de sus empresas. Estas luchas marcaron los dos últimos siglos. Ahora, en cambio en las dos últimas décadas se observa un enorme desencanto, la política es una actividad ajena, dirigida por burocracias pseudos especializadas e incompetentes, que arropa a todo el mundo, fenómeno reforzado por la disolución de las grandes ideologías, sean revolucionarias o reformistas". Para Castoriadis, Juan Jacobo Rousseau y sus ideas políticas cuyo núcleo central es y ha sido el sistema de partidos, ha colapsado después de dos siglos de existencia, y se ha debilitado peligrosamente hasta su punto límite.

Manipular la naturaleza.

Pero la gran imaginación de Castoriadis se quedó corta en el caso dominicano. Aquí no solo somos capaces de manipular todos los días a las personas, pequeña disquisición aristotélica, sino también a la propia naturaleza, inclusive a los mismos huracanes. Trujillo, se sabe, manipuló a su favor el paso del ciclón de San Zenón, al punto que hasta la capital del país cambió de nombre y Santo Domingo se convirtió en Ciudad Trujillo. Todo el mundo sabe que en tiempo de ciclones, una gran parte de las donaciones de alimentos, van a parar a los grandes supermercados del país.

Aquí se afirma que el dominicano cree en el sistema de partidos, como mecanismo de gobierno. Esa es una verdad muy discutible. En primer lugar, en doce torneos electorales, la abstención ha disminuido en un 4% promedio en cada certamen. En el fondo, Los partidos políticos en R.D. ni siquiera han separado e independizado los tres Poderes del Estado desde 1844, con excepción del deseo de Juan Pablo Duarte. El Estado es un espacio donde cada individuo, espera la solución de sus problemas individuales, sin trabajar ó con la ley del menor esfuerzo y del máximo beneficio. A falta de una protección efectiva del ciudadano, de un empleo seguro y productivo, y de una ley de seguridad social que lo proteja en su vejez, el ciudadano dominicano, politizado, debe producir ahorros cada cuatro años para compensar su pobreza incesante, repetida, ilimitada en el largo período de vacas flacas.

En segundo lugar, las encuestas son ya muy claras: la ciudadanía, incluso la que vota, la que espera realizar sus sueños de niño en cada período de gobierno partidario, es la que afirma que ha perdido la confianza en los partidos: Por esa y otras razones menores surgieron en R.D. las marchas verdes, contra la corrupción y la impunidad en las instituciones. No es un problema dominicano, no es para tanto, es un problema de índole mundial, lo cual es peor. Los partidos políticos, de acuerdo a Cornelius Castoriadis, tienen sus días contados en todo el planeta, después de dos siglos de ejercicio ininterrumpido. Simplemente, para Cornelius Castoriadis, los sistemas partidistas, necesitan de reformas radicales urgentes. Castoriadis nos propone una reforma radical: el oikos, el ágora, la ecclesia. Pasar de la vía indirecta, del sistema de partidos, a la vía directa, donde el ciudadano participe directamente en la solución de sus propios problemas comunitarios. Ni más ni menos ¿Es posible vivir sin partidos políticos porque han fracasado en la práctica, a través de una vía asociativa, de cooperativas de todo tipo?


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