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Varias portadas de periódicos británicos fueron registradas este jueves con la fotografía de un gendarme que carga el cuerpo sin vida de un niño sirio en la playa turca de Bodrum, en Londres (Reino Unido).
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Varias portadas de periódicos británicos fueron registradas este jueves con la fotografía de un gendarme que carga el cuerpo sin vida de un niño sirio en la playa turca de Bodrum, en Londres (Reino Unido). (Foto: EFE)

Todos son Aylan: más de 500.000 niños llamaron a las puertas de Europa desde enero de 2015

Por María Fernández

Por Diario Crítico
sábado 03 de septiembre de 2016, 01:02h
Hace un año la imagen de Aylan Kurdi, un niño de 3 años que yacía muerto en la playa del mar Egeo, causó estupor, rabia y dolor en todos los rincones del planeta, pero de eso hace ya un año. Tras esa terrible fotografía, que sacaba los colores a una Europa que pasó de mirar hacia otro lado a cerrar sus fronteras, la crisis humanitaria se recrudece mientras espera una respuesta.
El mar Mediterráneo se ha convertido en una enorme fosa común en la que se ahogan cada día los sueños y la esperanza de quienes huyen del terror, y Europa sigue sin responder. La misma Europa que lloraba la muerte del pequeño Aylan, ha olvidado que son miles los niños que corren su misma suerte, y aún más los que consiguen llamar, sin éxito, a las puertas de un continente que no quiere acogerlos.

¿Cuántas muertes más hacen falta? ¿Cuántas familias tienen que huir de sus casas sin la esperanza de encontrar un lugar mejor? ¿Cuánto tiempo más vamos a permitir que continúe el conflicto en Siria? ¿Cuándo vamos a cumplir los insuficientes compromisos adquiridos en Bruselas?. En el lamentable aniversario de la muerte de Aylan, Unicef ha lanzado un vídeo que muestra la triste realidad: un año después de Aylan, nada ha cambiado. Desde enero de 2015, más de 500.000 niños han solicitado asilo en Europa y han terminado en manos de traficantes de seres humanos.

Según la información recabada por Unicef y los datos publicados esta semana por Eurostat, más de 580.000 niños han presentados solicitudes de asilo en Europa desde enero de 2015, y ante la ausencia de respuesta y los retrasos en los procesos, han terminado en manos de criminales y traficantes de personas, dispuestos a beneficiarse de su vulnerabilidad.

Unicef cita un informe de Europol-Interpol, que revela que más del 90% de los viajes realizados por refugiados y migrantes que llegan a la Unión Europea, los organizan traficantes que pertenecen a redes criminales dedicadas a la trata, por eso, se estima que al menos medio millón de niños se ha visto en manos de traficantes en algún punto del viaje más difícil de sus vidas. “Cerrar fronteras es como cerrar las puertas con llave, pero dejando las ventanas abiertas, esto empuja a los niños, especialmente a los no acompañados, a tomar riesgos mayores”, señala Marie-Pierre Poirier, coordinadora especial de UNICEF para la crisis de personas refugiadas y migrantes en Europa.

“Aunque la oleada de migrantes y refugiados ha bajado considerablemente, los cierres fronterizos, las políticas estrictas de migración y el acuerdo Unión Europea-Turquía han llevado a estos grupos criminales a adaptar rutas de tráfico de drogas y armas bien establecidas por las que transportar a personas refugiadas y migrantes.”

Además de asumir los riesgos de un viaje tan largo, y marcado por el miedo y la incertidumbre, los miles de refugiados que huyen del terror con el que Europa les relaciona, se enfrentan a unas políticas de control migratorio que les llevan directos a quienes se benefician del dolor. “Si hubiera opciones legales y seguras, los niños y sus familias no se verían forzados a verse entre las manos de traficantes que llevan a muchos de ellos por rutas peligrosas o irregulares”.

Unicef apunta que “actualmente se estima que el tráfico y la trata de personas generan ganancias de 5 o 6 miles de millones de dólares anualmente. Como el número de personas haciendo estos peligrosos viajes ha descendido, Europol estima que estos criminales han triplicado sus precios, de forma que muchos migrantes llegan a pagar hasta 3.000 euros por cada trayecto de su viaje”.

“Los niños se ven obligados a endeudarse a menudo con ellos para ser transportados. Tener que pagar estas deudas les pone en un riesgo todavía mayor de explotación por parte de los traficantes. Hay informes de niños no acompañados en Francia e Italia que se ven forzados a trabajar, a intercambiar servicios sexuales o coaccionados para cometer crímenes”.
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