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Las epilepsias y los neurocientistas

Por Jose A. Silié Ruiz
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joseasilieruizhotmailcom/14/14/22
jueves 05 de mayo de 2016, 14:27h
El Club de la Epilepsia, el cual tengo el gran honor en presidir, se ha embarcado en publicar una guía completa sobre el manejo de las convulsiones epilépticas, que será de distribución no solo nacional sino en Latinoamérica, bajo la dirección del prominente neurólogo-epileptólogo Dr. Diógenes Santos Viloria. Nos sentimos muy complacidos por el asentimiento recibido, pues el viernes pasado la presentamos ante los numerosos neurocientistas de varios países que asisten al ¨XXII Congreso Internacional de Neurología y Neurocirugía¨ que clausuramos hoy en Punta Cana. Deseamos felicitar al Dr. Guillermo Jiménez, nuestro Presidente, por tan exitoso evento.


La palabra epilepsia deriva del término griego “epilambanein”, que significa ser ¨tomado, atacado o dominado¨ sugiriendo erróneamente que una fuerza externa provoca las manifestaciones. Hoy sabemos que estos eventos clínicos son consecuencia de una actividad eléctrica anormal de algunas partes del cerebro y lógicamente las secundarias manifestaciones clínicas explicarán las diferentes formas de convulsiones epilépticas.


El sistema nervioso humano está constituido por más de mil billones de neuronas que se comunican entre sí mediante las sinapsis y entre ellas “hablan” un lenguaje químico y eléctrico mediado por los neurotransmisores que son las sustancias que determinan la actividad neuronal: unos excitan y otros inhiben. Los primeros relatos sobre las epilepsias surgen alrededor de 2,000 años antes de Cristo en los textos sumerios y egipcios; en ese momento su ocurrencia era atribuida a divinidades o a espíritus diabólicos que afectaban a los que convulsionaban. Es entendible cómo ese hombre del pasado no podía explicarse que una persona podía “morir” y luego regresar a la vida y no ser obra de alguna divinidad. Hipócrates, en el siglo IV a.C. señaló que las convulsiones epilépticas no estaban relacionadas con espíritus ni demonios, sino que se producía por una anormalidad cerebral, juicios no creídos hasta la edad media.


Corresponde al neurólogo inglés Hughlings Jackson, en el siglo XIX, sugerir que las epilepsias eran causadas por descargadas anormales de las células nerviosas, las neuronas. A partir del 1929, con el advenimiento del electroencefalograma (EEG), los estudios sobre las convulsiones epilépticas avanzaron sustancialmente, se pueden evidenciar mediante gráficas las distintas ondas cerebrales anormales. Hoy disponemos de un armametario tecnológico de auxiliares de diagnósticos que incluyen: tomografía, resonancia magnética, magneto encefalograma, pet-scan y otros.


Una convulsión epiléptica se define como la representación crónica y recurrente de fenómenos paroxísticos que se originan por descargas neuronales desordenadas y excesivas, tienen causas diversas y manifestaciones clínicas variadas. Esta convulsión comprometerá áreas alteradas, dando síntomas: motores, sensoriales, emocionales, de percepción y de comportamientos erráticos, pues no son sólo los que caen convulsionando dramáticamente. Ahora bien, una convulsión debe ser vista casi siempre como parte de una enfermedad: la epilepsia.


La clasificación de las convulsiones, puede hacerse en base a sus encuentros clínicos solamente o basarse en los síndromes de presentación. En términos prácticos pudiéramos dividirlas en dos grandes grupos, las que comprometen la conciencia –conocimiento- y aquellas en las que no hay pérdida de la misma. Es importante destacar que las convulsiones no son contagiosas, sino un conjunto de síntomas que se manifiestan en crisis repetidas generadas en las neuronas y su expresión clínica dependerá del área eléctricamente anormal. Penosamente todavía se discrimina socialmente esta episódica descarga neuronal descontrolada, que no es más que un simple cortocircuito eléctrico cerebral.
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