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Caudillismo y Estado del Período Republicano en República Dominicana

Por Antonio Sánchez Hernández
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jueves 05 de mayo de 2016, 14:08h

INTRODUCCIÓN

La creación del Estado Dominicano Republicano en 1844, se realizó sobre la base de una sociedad pobre y sin instituciones, sin clases sociales basadas en la libre empresa. Al crearse el Estado Republicano Dominicano, bajo el lema Duartiano de Dios, Patria y Libertad, " los principales personajes de nuestra historia republicana que comenzaba no podían ser ni el proletariado ni la burguesía,entonces inexistentes, tampoco los terratenientes o los campesinos, todavía clases en sí y no para sí, sino el capital extranjero o el propio Estado Nacional recién creado", como lo afirma el reputado sociólogo francés Alain Touraine.

En efecto, del vientre del Estado irían surgiendo de manera paulatina, en un largo y doloroso parto, nuestras clases sociales en los siglos XIX y XX.

CARACTERÍSTICAS DEL ESTADO NACIONAL

1. Desde el inicio de la República Dominicana en 1844, el Estado ha debido ser administrador y empresario al mismo tiempo, en medio de una grave desintegración clasista y de la nación, por lo que su peso sobre la sociedad civil ha sido determinante en nuestro país.

2. Habiendo surgido en una sociedad sin burguesía, sin una clase empresarial específica que lo sustentara, el Estado republicano debió continuar una tradición heredada del período colonial español: ser altamente centralizado en sus decisiones, sin división e independencia de sus tres Poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

3. Al no contar con sectores económicos empresariales, capaces de acumular capitales, debió utilizar mecanismos de incentivos y de recaudaciones para generarlos o buscar empréstitos en el extranjero, al mismo tiempo que debió contener una división social que sólo de 1844 a 1916, fecha de la primera intervención militar en R.D., había producido ya 56 cambios de gobiernos y centenares de montoneras dirigidas por caudillos terratenientes, sembrados en toda la geografía nacional.

4. La población creció ocho veces de 1844 a 1920. En 1844 era apenas de 126 mil habitantes, según José Ramón Abad. El propio autor establece una población de 416,871 habitantes para el 1888. Para 1920, según el Primer Censo Nacional de Población, la población era ya de 894,665 personas. La población creció, porque la producción, agrícola y ganadera, también crecía. Pero la inestabilidad política era caótica: 56 cambios de gobiernos, un gobierno cada trece meses.

5. A falta de una administración nacida de la libre competencia, el Estado republicano ha debido ser agente de un modelo cultural, donde se ha proclamado el Soberano que regula los intercambios políticos, entre las grupos y clases sociales y el administrador del tesoro.

6. Como instrumento regulador, se ha convertido en un Estado sagrado, metasocial, que corresponde más a un período de desarrollo de orden mercantilista que a una sociedad de mercado. Como pionero en la creación de grupos o clases sociales, el Estado Republicano se convirtió en el bastión de mayor fuerza política, que todos los grupos económicos siempre se han disputado, en busca de una necesaria protección, lo que ha determinado que las corrientes económicas y políticas, liberales o conservadoras, las del siglo XIX, del siglo XX y del siglo XXI, hayan ganado o perdido las variadas coyunturas, apostando a ganar o a perder a la sombra del Estado republicano.

6. La vida republicana en R.D., nació en 1844, por necesidad, con un Estado autoritario y benefactor que ha sido, a la larga, el creador de nuestras clases sociales. España, como es sabido, no dotó ni podía dotar a sus colonias americanas de instituciones democráticas en el concepto moderno del término. España fue hija de la contra reforma, no de la Ilustración o el Renacimiento, y llegó tarde, ella misma, en pleno siglo XX a la revolución industrial. Por lo tanto, al rezagarse del resto de Europa, de sus competidores, España rezagó a sus colonias americanas.

7. Fue un mérito del Estado republicano nacional, junto a la inversión extranjera, haber creado poco a poco las clases empresariales que hoy tenemos, en los siglos XIX, XX y XXI, pero es un Estado sui-géneris, que nunca separó sus tres Poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, como lo manda la Constitución Duartiana, de manera que el Ejecutivo deje de ser una especie de monarquía tropical que avasalle a los otros dos Poderes Constitucionales: al Legislativo y al Judicial, y que el sistema político dominicano, siempre a través de los partidos políticos, ayer y hoy corruptos hasta el tuétano, a su vez, dejen de ser la expresión de una falta, y se conviertan de verdad, en un recurso ético esencial, para alcanzar el desarrollo.

EL CENTRALISMO DEL ACTUAL ESTADO REPUBLICANO

En nuestro país, el Poder es distinto para el que lo ejerce, para el que lo sufre y para el que lo contempla. El Poder, desde este punto de vista, es un juego de ilusión y picardía entre el que manda y los que obedecen, un pacto tácito en virtud del cual los que obedecen se dejan dominar para aprovecharse y los que mandan creen asegurar su territorio, mediante la centralización absoluta: el poder es para ejercerlo.

Tal vez el centralismo estatal, como lo afirma Hernando de Soto, en su libro El otro Sendero, la revolución Informal, haya funcionado en economías pequeñas y primitivas, pero fracasa en sociedades modernas y urbanizadas como las actuales, en el siglo XXI. En una economía de servicios, con ciudades de varios millones de personas, dinámica e imprevisible, donde la hegemonía mundial está basada en una variada economía de servicios y en empresas multinacionales gigantescas, el ingenio humano para crear invenciones y técnicas nuevas, o burlarse del control, es tan grande, que resulta imposible para un gobierno adoptar medidas específicas a la misma velocidad que funciona la sociedad.

La democracia actual, en los países líderes del mundo, es el resultado de esta modernidad: la informática, la robótica, la biotecnología, la microelectrónica, las telecomunicaciones, la aviación civil, la construcción de materiales nuevos, los telecomandos de concepción, las imágenes interactivas, los sistemas expertos, la telecopia, los mensajes electrónicos y el turismo.

La inestabilidad política de nuestro país dominicano, republicano, como ente independiente, comenzó al otro día de nuestra independencia: guerras incesantes entre caudillos, cambios permanentes de gobiernos - sólo de 1844 a 1916 hubo 56 cambios de gobiernos, es decir, que solo en estos 72 años, hubo un cambio de gobierno cada 13 meses -, con sus campos de concentración, dictaduras militares, guerras civiles, y ahora con sus violencias urbanas. La relativa paz política que vivimos hoy, comenzó en nuestro país hace unas tres décadas, y no concluirá más que independizando los tres Poderes del Estado y democratizando los partidos políticos. Entonces entraremos en una democracia social de mercado, que es lo que más se parece al perfil histórico dominicano, que una al sector público, al sector privado y a las universidades. Entonces, la democracia nuestra será una creación colectiva, sinónimo de bienestar material en el ámbito de los servicios, y una réplica de la democracia mundial en el uso de la tecnología.

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