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Situación del turismo de R.D. en el entorno mundial (2000-2014)

Por Antonio Sánchez Hernández
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antonioasanchezhgmailcom/16/16/22
http://antoniosanchezhernandez.com/
jueves 10 de marzo de 2016, 09:50h
Introducción

1. Los factores de producción en el producto turístico

Además del capital, existen el trabajo, la tecnología y los recursos naturales como factores de producción. El capital turístico desde el punto de vista de la eficiencia es una proporción entre la producción (OUTPUT) y los factores de producción que intervienen en ella (INPUT). De los cuatro factores de producción la tecnología es el factor de mayor desarrollo a nivel mundial.
En esta economía de servicios a nivel mundial, su desarrollo fáctico ha pasado de una era en la que el capital hecho por el hombre era el factor de producción que limitaba y definía el desarrollo económico, a otra era en que el factor limitador ha pasado a ser el recurso natural. En el siglo XX1 hemos pasado a un planeta lleno de población: 7,3 mil millones de habitantes. Debido a ello, los recursos naturales son realmente escasos a nivel mundial. De manera directa o indirecta, se utiliza ya el 40% de la producción primaria neta de la fotosíntesis terrestre (Vitousek: 1986). El planeta ha pasado de estar relativamente vacío de población en el usufructo de los recursos naturales: (10%), a estar relativamente lleno: (40%) de los recursos naturales se estarían utilizando por el exceso de población actual. En los próximos 70 años si no cambia la política económica con relación a los recursos naturales, se pasaría a un 80% en el uso de los recursos naturales en el ámbito mundial por parte de la población, lo que representa un grado explotación excesivo y socialmente indeseable.
Por estas razones, la lógica del sistema económico mundial nos dice que deberíamos maximizar la productividad de los recursos naturales, el factor de producción más escaso y tratar de aumentar su disponibilidad, lo cual significa que la política que sigamos en cada país debería planificarse de forma tal, que se incremente la productividad del capital natural y su volumen, en vez de aumentar únicamente la productividad de factura humana y su acumulación.
A la economía que basa sus premisas en un mundo lleno de población no se le reconoce aún legitimidad académica, a pesar de la deforestación de los bosques, de los ríos que se secan, de las presas y canales sedimentados, de la salinización de los suelos, de las especies vegetales que desaparecen, de la fauna que se pierde, de los ríos que reciben desperdicios industriales, de la contaminación del aire, de la lluvia ácida, del smog de verano, del calentamiento global, de los ruidos incesantes y de las industrias contaminantes. A escala mundial, regional y nacional.
Visto desde este punto de vista ecologista, en R.D. como en el resto del mundo, los factores de producción no son sustituibles, sino apenas complementarios. Aquello de que vivimos en una economía del conocimiento es una verdad parcial, limitada, si no estamos en capacidad de reproducir a nivel mundial y nacional el factor de producción más escaso, el recurso natural, en medio de una población que ha crecido y sigue creciendo de forma vertiginosa en todo el siglo XX y XX1. En nuestro país, pasamos de un millón de habitantes en 1900 a 10 millones en el 2014, y al igual que otros países del mundo donde el turismo es un puntal del desarrollo local, los recursos naturales se han ido degradando.
La advertencia de la Comisión Ambiental de la Academia de Ciencias hecha hace ya una década era prudente: Citamos. “Se comete un grave error en contabilizar el crecimiento económico sin atender a los postulados de la ecología. Una inversión de capital extranjero en una playa cualquiera se mediría en términos de capital invertido, teniendo como saldo favorable el número de puestos de trabajo generados, y las divisas que se ingresarían por el gasto de los visitantes. Sin embargo, en ese balance no se contabiliza la modificación de los procesos del litoral, la aparición de procesos de contaminación difusa, y el coste de su corrección o minimización. El atractivo de las costas y playas dominicanas es tal debido a sus valores ambientales y ecológicos, y si no se saben conjugar estos en el aprovechamiento turístico, en poco tiempo no quedará nada que ofrecer a los turistas, y estos huirán a otros paraísos aún por descubrir o que hayan sabido conservar mejor sus intereses. Argumentar que la conservación es un freno al desarrollo es falso y tendencioso. Un desarrollo turístico que se hace a espaldas a las recomendaciones científicas es una carrera alocada hacia la destrucción. El turismo ha de ser manejado como un recurso renovable y perdurable en el tiempo, y no como una mina que una vez extinta desaparece”.
El paradigma de la economía clásica que en gran parte todavía nos guía, ha sido que los factores de producción pueden sustituirse con facilidad. Y nada más falso. Este punto de vista falso, errático, guía también a la expansión turística en el ámbito mundial, razón por la cual se siguen destruyendo masivamente los recursos naturales del área turística: litorales marinos, lagunas, manglares, sistemas coralinos, ecosistemas turísticos, áreas verdes en las playas, sin los controles necesarios. Si la población sigue creciendo y los recursos naturales disminuyendo, estos ejemplos prácticos nos están indicando que debemos comprender de una vez por todas, que ha terminado la era de la economía de un mundo vacío de población, donde los recursos naturales y el capital se tenían como bienes de libre disposición, y donde el valor del capital de formación humana no se vería amenazado por la escasez del recurso natural. Que vivimos ahora, en pleno siglo XX1, en una economía de un mundo lleno de población, donde la tierra y los recursos naturales son escasos. De manera tal, que nos movemos ante un dogma económico que es preciso superar: los factores de producción no son sustituibles, sino apenas complementarios. Eso es importante subrayarlo en el mundo del siglo XX1, donde de los cuatro factores de producción, la tecnología se ha convertido en el puntal del desarrollo. Aquello de que vivimos en una economía del conocimiento es solo una verdad parcial, sumamente limitada, si no estamos en capacidad de reproducir en el ámbito internacional, mundial, y dentro de cada país el recurso más escaso, el recurso natural, en medio de una que crece de manera vertiginosa y que demanda recursos naturales complementarios, cada vez mayores.
Valgan estas precisiones para comprender que el turismo puede y debe desarrollarse como lo señala el Premio Nobel de Economía Jan Tinbergern con respecto a los recursos naturales renovables: “Las masas forestales, el agua, el suelo y el aire, deben conservarse intactas: la función de los bosques para suministrar madera con suelos sin erosión; la función de los ríos para producir agua potable; la función del aire para garantizar las funciones fisiológicas, para generar aire limpio. Lo cual significa que las emisiones de substancias que se acumulan en el medio ambiente, tales como los PCB, los metales pesados, los nitratos y el dióxido de carbono no deben exceder la capacidad natural del medio ambiente turístico. Lo que significa que el desarrollo turístico debe ser acompañado de ciertas normas, tales como la reforestación, los aterrazamientos, el drenaje de caminos, el mantenimiento de los elementos conservadores del paisaje, el uso selectivo de pesticidas y fertilizantes, la construcción de plantas de tratamiento, la introducción de energía extraída de los flujos naturales, el cambio de los procesos industriales, una mejor utilización del transporte público y de bicicletas, y el uso de espacios que dejen bastante sitio para la supervivencia de las especies vegetales y animales (1997: Tinbergern).
Este enfoque vincula la economía con la ecología y sitúa el medio ambiente en el centro de la teoría económica, protegiendo una actividad tan importante como el turismo, en el presente y en el futuro, preservándolo para las nuevas generaciones.
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