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Victor Gómez Bergés y el secretario general de la OEA
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Victor Gómez Bergés y el secretario general de la OEA (Foto: Fuente externa)

Batalla de Gómez Bergés en la OEA

Por Sebastián del Pilar Sánchez
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sebastiandelpilargmailcom/17/17/23
sábado 13 de septiembre de 2025, 23:24h
El canciller de  México saluda al Dr. Gómez Bergés.
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El canciller de México saluda al Dr. Gómez Bergés. (Foto: Fuente externa)
El 17 de mayo de 1975, Estados Unidos impidió la elección del canciller dominicano Víctor Gómez Bergés como secretario general de la OEA, cuestionando su experiencia. A pesar de contar con el apoyo de doce países, su candidatura se debilitó ante la influencia estadounidense y el respaldo a Alejandro Orfila.
El Dr. Víctor Gómez Bergés y su esposa Carmencina.
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El Dr. Víctor Gómez Bergés y su esposa Carmencina. (Foto: Fuente externa)
El sábado 17 de mayo de 1975, antes del inicio de la séptima ronda de votaciones de la quinta asamblea general de la Organización de los Estados Americanos (0EA), celebrada en Washington, el gobierno estadounidense se opuso de modo contundente a que el canciller de la República Dominicana, doctor Víctor Adriano Gómez Bergés, fuera elegido secretario general de esa entidad por su supuesta falta de experiencia para dirigirla apropiadamente. ;

La objeción fue planteada por el embajador William Somers Maillard, que ignoró el prolongado accionar en el servicio público de ese conocido diplomático que venía de participar en numerosos eventos internacionales, como las conferencias de cancilleres realizadas el año anterior en Tlatelolco, México; en Atlanta, Estados Unidos y Quito, Ecuador.

Era una verdadera sorpresa que el representante de los Estados Unidos en la OEA pusiera en tela de juicio la competencia gerencial de un dominicano que aspiraba a ser el primer nativo del Caribe en dirigirla, contando con el respaldo de doce países (de 23 miembros) empeñados en modernizarla, rejuvenecerla y animarla a promover una política comercial en armonía con el clamor de bienestar y progreso de los pueblos latinoamericanos.

La reacción sin precedentes del señor Maillard habría sido motivada por suspicacias sobre la independencia del joven aspirante a dirigir esa organización panamericana, que había rehusado doblegarse ante su majestad imperial al recomendar ;-en contraste con la tradición anexionista de los líderes de la región- la implementación en toda América Latina de una política de defensa de las economías locales basada en la regulación de la inversión extranjera.

La durísima crítica al canciller dominicano tendía a modificar la correlación de fuerzas en su contra, ya que las actividades de la OEA eran financiadas -en más de un 50 por ciento- por el gobierno de los Estados Unidos y era indiscutible su tradicional influencia en las decisiones de países acostumbrados a depender de sus ayudas económicas, suministradas a través de sus embajadas y de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional ;(USAID).

Esa situación fue sabiamente enfocada por el periódico Última Hora en su editorial del viernes 16 cuando advirtió que “el voto norteamericano no es un solo voto. Son muchos votos. Eso ha quebrantado la solidez que demostró tener la candidatura del canciller dominicano Víctor Gómez Bergés para la secretaría general de esa entidad”.

Para ese diario vespertino, el embajador estadounidense le habría hecho la jugarreta del siglo al candidato criollo, ya que muy anti-diplomáticamente se empeñó en disminuirlo “al señalarlo públicamente como falto de competencia para el puesto al que aspira”.

Última Hora vaticinó que “Con todo lo que ha pasado es muy posible que el canciller dominicano pierda la elección en la OEA. Y en las presentes circunstancias será una gran lástima, porque ello significará que los pequeños países, que andan diciendo que buscan su independencia en lo interno y en lo externo todavía no han encontrado en ellos mismos suficiente entereza como para imponerse, aunque sea en el terreno de la votación, aunque sean mayoría”.

Igualmente pronosticó que la “elección de un nuevo secretario general en la OEA dejará una gran lección que ojalá sea aprendida. Nadie se hace ilusiones en cuanto a que la asimilarán ahora mismo, antes de las votaciones del sábado”.

Origen, crisis y reorientación de la candidatura ;

El movimiento en torno a la nominación a la secretaría general de la OEA del canciller dominicano fue ;una iniciativa de sus homólogos de México y Costa Rica, Emilio Óscar Rabasa Mishkin y Gonzalo Justo Facio Segreda, concretada el 14 de agosto de 1974 durante el dialogo que sostuvieron en el Palacio Nacional con el doctor Joaquín Balaguer, previo a la ceremonia de su juramentación presidencial por tercera ocasión consecutiva.

En ese encuentro que contó con la participación de otros diplomáticos, se trató el tema de postular al doctor Gómez Bergés a la secretaría general de la OEA y se ponderó ;sus posibilidades de triunfo a la luz de la acogida que había tenido su nombre en la comunidad caribeña de habla inglesa -Trinidad-Tobago, Jamaica, Barbados y Granada- y otras naciones con gobiernos civiles. ;

El presidente Balaguer aceptó el reto y autorizó la promoción de esa candidatura, consciente de que constituía un gran honor ostentarla y que elevaría el prestigio del país en playas extranjeras, ya que la OEA gravitaba en todo el continente americano desde su creación en 1948, ;al margen de las frustraciones derivadas de su cuestionado desempeño en la República Dominicana durante la guerra civil de 1965. ;

La autoridad y reputación de esa institución se afianzaron con el fortalecimiento de los valores democráticos durante los años de gestión en la secretaría general de los expresidentes Alberto Lleras Camargo, de Colombia; Carlos Gregorio Dávila Espinoza, de Chile; Galo Plaza Lasso, de Ecuador; y -más adelante- César Augusto Gaviria Trujillo, de Colombia.

El movimiento de apoyo a la candidatura del doctor Gómez Bergés arrancó con mucha lentitud y escasa publicidad por parte del gobierno, que delegó las principales tareas organizativas a sus promotores en el extranjero, quienes se encargaron de contactar y sumar en poco tiempo al proyecto a varios gobernantes y diplomáticos latinoamericanos.

Ese esfuerzo se interrumpió súbitamente con la publicación el martes 19 de noviembre de 1974 del decreto del Poder Ejecutivo que impuso al candidato una licencia en sus funciones públicas y designó como encargado provisional de la Cancillería al subsecretario de Estado, agrimensor Fabio Florentino Herrera Cabral.

Con esa decisión el gobierno reiteró su apego al accionar diplomático tradicional y conservador, quebrantado por la delegación dominicana que hizo causa común con los proponentes de una resolución que favorecía el levantamiento de las sanciones económicas a Cuba, durante la reunión de cancilleres de América Latina ;celebrada entre los días 8 y 12 de ese mes en Quito, Ecuador.

El polémico decreto motivó al canciller Rabasa ;Mishkin ;a pedirle a las autoridades criollas una aclaración sobre su alcance, para determinar si realmente afectaba la candidatura del canciller dominicano; pues desde su lanzamiento se venía comentando que podía ser retirada debido a los escasos recursos que se destinaban a su promoción.

Aun así, el mutismo y la incertidumbre prevalecerían hasta el viernes 3 de enero de 1975 cuando el canciller fue reinstalado en su cargo, mediante un nuevo decreto que puso fin a la licencia que se le había impuesto y ordenó el reinicio de su campaña con el auxilio de los embajadores en países de Latinoamérica que fueron instruidos a reanimarla y consolidarla después de cuarenta días de inactividad. ;

Estados Unidos influye en decisión

La quinta asamblea general de la 0EA se inició el 8 de mayo de 1975, dirigida por el ;canciller colombiano ;Indalecio Liévano Aguirre, con un programa cuya principal actividad era elegir al secretario general ;de esa entidad el miércoles 14. A ese puesto aspiraban los cancilleres Gómez Bergés, de República Dominicana y Raúl Sapena Pastor, de Paraguay.

El primero, un joven abogado de 35 años que ocupó el cargo de ministro de Educación entre el ;16 de agosto de 1970 y el 25 de febrero de 1972, siendo desde ;entonces canciller dominicano; y el segundo, un brillante jurista de 69 años, especializado en Derecho internacional, que había pasado buena parte de su vida en el campo diplomático, respaldado por el régimen militar del general Alfredo Stroessner y en esta ocasión también por las dictaduras de ;Brasil, Uruguay, Chile, Bolivia, Nicaragua, Guatemala y El Salvador.

En esta competencia el gobierno de los Estados Unidos se había declarado neutral, alegando que prefería no participar porque convenía a la OEA que los propios latinoamericanos escogieran a su principal ejecutivo; y mantuvo su preconizada neutralidad a lo largo de cinco rondas de votaciones, sin cambiar de posición pese a que en cada una de ellas el doctor Gómez Bergés llevaba la delantera, al vencer a su oponente 12 votos contra ocho, faltándole ; sólo el de esa nación imperial para alcanzar la mayoría absoluta de 13 y ser proclamado ganador.

Las abstenciones de Estados Unidos, Venezuela y Panamá habían impedido el triunfo del canciller dominicano y generaron un tranque electoral que sacó de juego a Sapena Pastor para abrirle la puerta a la figura mesiánica de Alejandro José Luis Orfila, un veterano diplomático de Buenos Aires que había sido director de Asuntos Públicos de la OEA durante el secretariado del expresidente chileno Carlos Dávila y se desempeñaba como embajador argentino en Washington.

Orfila desde hacía meses realizaba una discreta promoción en busca de la secretaría general de la OEA y su nombre había sido mencionado como posible candidato de transacción o consenso por el periodista argentino Ary Moleón, de la agencia de noticias de los Estados Unidos, Prensa Asociada (AP).

En su debut el miércoles 14, el nuevo candidato logró el apoyo de once países, incluyendo los Estados Unidos que abandonaron su neutralidad, pero en la primera votación quedó por debajo del doctor Gómez Bergés que mantuvo el respaldo de doce, aunque no pudo evitar que se produjera un ;tranque como consecuencia de la inhibición de Venezuela, Panamá y Nicaragua.

Ello ocasionó la posposición de la elección para el sábado 17, lo que fue aprovechado por el embajador estadounidense William S. Maillard, para lanzar su ataque contra el canciller dominicano, cuestionando su experiencia en la diplomacia y alentando una intensa labor de cabildeo a favor de Orfila.

Era una situación sumamente difícil para el doctor Gómez Bergés, porque el voto que le faltaba debía buscarlo entre los abstencionistas, a sabiendas de que el gobierno nicaragüense de Tachito Somoza había manifestado su intención de apoyar en la siguiente ronda de votaciones a Orfila, y que lo mismo haría Panamá, cuyo embajador Nander Pitty Velásquez consideraba que éste era “el hombre llamado a rescatar el prestigio de la OEA”.

A esa posición se sumó finalmente Venezuela, que en un principio apostaba al tranque, con la intención de presentar como candidato al jurista y exministro de Justicia, doctor Miguel Ángel Burelli Rivas. ; Su canciller Ramón Escobar Salom, que se había pronunciado a favor de un “rejuvenecimiento de la OEA”, tema que parecía acercarlo a la juventud de Gómez Bergés, informó que el gobierno socialdemócrata de Carlos Andrés Pérez había decidido apoyar a Orfila porque reunía méritos suficientes para el cargo y podía realizar -con su reconocida capacidad- un magnífico papel para sostener el prestigio de la OEA en América.

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El Dr. Joaquín Balaguer encabeza la puesta en circulación del libro de Gómez Bergés.
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El Dr. Joaquín Balaguer encabeza la puesta en circulación del libro de Gómez Bergés. (Foto: Fuente externa)
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